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En 2014, los territorios del noroeste registraron la peor temporada de incendios forestales desde 1975, con llamas que quemaron 3.4 millones de hectáreas. Al año siguiente, más de 2 millones de hectáreas se quemaron en incendios forestales en Alaska, superado sólo por las 2.7 millones de hectáreas registradas en 2004. Cada vez más, los incendios forestales en el Ártico empeoran, debido a que los relámpagos incendian las plantas secas que se queman desde el bosque boreal hasta la tundra.
Ed Struzik es un periodista canadiense y autor del próximo libro “Firestorm: How Wildfire Will Shape Our Future“, que explora los incendios forestales en la era del cambio climático en América del Norte y, en particular, en los ecosistemas árticos.
Aunque los incendios forestales pueden ser una parte integral y natural de los ecosistemas forestales saludables, incendios cada vez más poderosos y frecuentes están comprometiendo la calidad del agua y del aire en el Norte, remodelando los bosques y la tundra y amenazando la supervivencia de la población local.
Arctic Deeply habló con Struzik sobre su nuevo libro y lo que espera que la gente llegue a entender sobre la dinámica de los incendios forestales en el frágil Ártico.
Pregunta. ¿Por qué el interés en los incendios forestales y qué te llevó a escribir un libro sobre este tema?
Respuesta. Cuando era periodista en 2003, cubrí los incendios que ocurrían en los parques nacionales del oeste de Canadá, Kootenay, Banff, Jasper. Fue una especie de llamada de atención para todo aquél que nunca había visto una temporada de incendios como esa. Habían visto incendios grandes, pero no tantos y tan cerca de las comunidades. Rob Walker, quien era gerente de Parques Canadá, dijo en ese momento que tal vez esta era una señal de cambio climático y que las cosas iban a empeorar mucho. Luego, en 2008-2009, la NASA patrocinó un proyecto enorme en el norte de Alberta donde trajeron 200 científicos de todo el mundo para estudiar el humo de los incendios forestales que ardían en el oeste de Canadá y fui invitado por el científico canadiense involucrado. Desde ese momento pensé que había un libro en construcción.
P. Usted dedica dos capítulos de su libro a los incendios forestales en el Ártico. ¿Por qué sentías que era tan importante centrarse en esta parte del mundo?
R. Esa parte del mundo va a ser la más golpeada desde un punto de vista ecológico. El incendio forestal afecta a muchas de las especies en el Ártico, especialmente el caribú. Cuanto más se quema la tundra, los líquenes y los bosques, los caribúes tienen menos probabilidades de migrar o buscar más alimento. Una vez que el liquen se quema, toma 60, 70, 80 años antes de que vuelva y es uno de los componentes primarios de la dieta del caribú. Todo apunta a un Ártico que va a favorecer a más especies del sur que se mueven al norte, como el venado, alce y el bisonte. Los incendios aceleran el deshielo del permafrost y una vez que eso sucede, no hay vuelta atrás. Es como un efecto dominó, el deshielo del permafrost desata todo lo que ha estado atrapado por cientos de millones de años; muchos de ellos son compuestos químicos, como el mercurio, que contaminan las cuencas. Eso está teniendo un profundo impacto en los microorganismos, hasta los peces, los osos polares y las ballenas beluga, y en última instancia, las personas que viven allí.
P. ¿Cómo afectan estos cambios a las comunidades del norte?
R. El gran problema para la gente del norte es que va a desestabilizar aún más la inseguridad alimentaria que han tenido durante los últimos 30 a 40 años. Habrán menos caribúes, que es la fuente primaria de alimento para un montón de personas, y una vez que el mercurio entre en la cadena alimenticia, pues esto solo genera más preguntas importantes sobre su futuro.
P. ¿Qué aprendiste acerca de los regímenes de incendios del Ártico?
R. El punto de partida para mí fue que el fuego actúa como catalizador de muchos de los cambios que estamos viendo en el Ártico y en las regiones subárticas donde tenemos bosques boreales que ‘nacen para quemarse’; y es que no todo termina cuando el fuego se apaga. Hay efectos duraderos y hay algunos ejemplos son muy serios. En el Parque Nacional Wood Buffalo, el fuego ardió tan intensamente que esencialmente convirtió un bosque de abetos saludables en un ecosistema desértico, porque quemó todos los nutrientes del suelo. Ningún árbol crecerá allí por décadas, sino en cientos de años.
También está llegando en un momento en que las enfermedades que tanto nos preocupaban en Columbia Británica, Alberta y Saskatchewan están ahora migrando hacia el norte y están cobrando cientos de miles de hectáreas de árboles en los Territorios del Noroeste, Yukón y Alaska. El Ártico que una vez conocimos está desapareciendo muy rápidamente y un nuevo se está desplegando.
P. ¿Qué mensaje espera que la gente reciba de este libro?
R. Desde el punto de vista del Ártico, la cuestión es que solo nos hemos concentrado más en el retroceso del hielo marino y el deshielo de los glaciares. Pero otra historia se está desarrollando ahora; un cambio que está transformando el ártico de la misma manera (a veces de una forma catastrófica y a veces beneficiosa). Creo que la gente tiene que entender que vamos a ver algunos cambios significativos en el ecosistema del Ártico y subártico. Si vamos a planear algo para el futuro, tenemos que ser capaces de crear una hoja de ruta o un mapa como guía.
Porque ya entendimos que el retroceso del hielo marino y el deshielo de los glaciares están ocurriendo y que esto conduce al aumento del nivel del mar y a tormentas cada vez más fuertes, pero estamos viendo algo similar que está ocurriendo ahora en tierra que apenas estamos empezando a apreciar.
Este artículo apareció en Arctic Deeply, puedes encontrar el original en inglés aquí. Para más noticias sobre el Ártico puedes suscribirte a la lista de correos de Arctic Deeply.
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