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El Gobierno de Indonesia ha anunciado que finalizará los preparativos para cambiar de capital a partir de 2018. Pero los expertos dicen que, por lo menos, hace falta más tiempo para resolver los posibles contratiempos. El ministro de Planificación de Desarrollo Nacional, Bambang Brodjonegoro, se reunió con el presidente Joko Widodo en el palacio presidencial y acordó completar el estudio de viabilidad “para finales de año”. Su plan es construir una nueva capital administrativa distinta de Yakarta en tres o cuatro años, aunque su nueva ubicación no está clara.
El ministro ha comentado que la nueva capital debe estar fuera de la isla de Java, donde se encuentra la actual Yakarta, para aliviar el hacinamiento o acumulación desordenada. Los rumores dicen que lo más probable es que se ubique en algún lugar en la menos poblada isla de Borneo. También se sabe que la actual capital lo seguirá siendo en los ámbitos comercial y financiero.
De los 265 millones de habitantes de Indonesia, a principios de 2016, Yakarta contaba con 10 millones de habitantes y una tasa de crecimiento de población del 3.7% al año. Algunos expertos creen que la población podría alcanzar los 16 millones de personas en 2020.
La idea de trasladar la burocracia capitalina persigue, según el Gobierno, aliviar el tráfico y la superpoblación en la ciudad más grande de Indonesia. Yakarta es una urbe vieja y sus infraestructuras aparentemente incapaces de afrontar el crecimiento de la población. La falta de transporte público hace que sus calles están atestadas de coches y motos a diario.
Además, la ciudad se hunde. Alrededor del 40% de Yakarta se encuentra por debajo del nivel del mar y, según las últimas estimaciones oficiales, se hunde unos 7.5 cm por año. En algunas zonas no hay suficiente agua potable, por lo que muchos dependen de pozos de acuíferos poco profundos. El creciente número de centros comerciales y edificios empeora el problema.
La decisión de trasladar la capital “no es nueva” explica Siwage Dharma Negara, coordinador asistente del Programa de Estudios Indonesios en el Instituto Iseas-Yusof Ishak. Dharma expone que la idea de mover la sede de gobierno del país ha existido desde tiempos de Sukarno, su primer presidente (1945-1967). El experto se muestra, por lo tanto, escéptico de que ahora se llegue a aplicar una solución tan drástica.
El ministro Brodjonegoro ha dicho que los estudios sobre esta medida se encuentran en su etapa final, y en 2018 o 2019 “ya habrá actividades relacionadas con la transferencia de la Administración del Gobierno central”. Dharma apunta que no está claro “quién está haciendo este estudio”. En su opinión, 2018 es un plazo “demasiado corto” para tenerlo terminado, ya que este proyecto “necesitará la aprobación pública y parlamentaria en un país muy ruidoso como Indonesia”.
Mover la sede del Gobierno de un país nunca es una tarea sencilla. Mark Wilson, profesor y director asociado de la Escuela de Planificación, Diseño y Construcción de la Universidad Estatal de Michigan (Estados Unidos), explica que uno de los principales desafíos es “convencer a la gente para moverse”.
La capital de un país presenta una concentración de poder económico, político y social, así como unas instituciones que sirven a los intereses de las élites, como los barrios residenciales, clubes, entidades culturales o escuelas. Cualquier nueva capital, dice Wilson, “tiene que proporcionar los mismos beneficios sociales y estatus”. Pero el principal problema es que la infraestructura para las élites de una vieja capital “se construyó durante muchos años y es difícil de replicar rápidamente”. Durante la transición a una nueva, dice, “las familias permanecen en la antigua para acceder a sus beneficios, mientras el sostén de la familia conmuta se traslada durante la semana”.
El éxito de la transición, continúa, depende del estado en el que se encuentra la ciudad. Por ejemplo, Bonn dejó de ser la capital de Alemania, pero no hubo mucha resistencia porque Berlín presentaba muchos beneficios. Mover la capital de Corea del Sur, Seúl, es sin embargo una tarea más difícil porque esta ciudad continúa siendo el corazón de la vida económica y social del país.
A pesar de ser disfuncional, se espera que la población de Yakarta continúe creciendo, incluso si deja de ser la sede del poder político. Según James Chin, director del Instituto de Asia de la Universidad de Tasmania, muchos indonesios seguirán mudándose ahí porque la ciudad se mantendrá como centro económico del país y atraerá a la gente en busca de mejores oportunidades.
Este texto apareció originalmente en el diario El País, puedes encontrar el original aquí.
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