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Desde hace cuatro meses, la vida de Achini Dinesha’s ha cambiado drásticamente por la escasez de agua. Bañarse en la intimidad y con seguridad es ahora es una cuestión de planificación cuidadosa y de aprovechar la oportunidad para la madre de 32 años de edad de dos niños pequeños. También implica una caminata ardua de 7 kilómetros de su casa en la aldea de Kiriyankale, en la provincia noroccidental de Sri Lanka, para llegar al pozo de agua más cercano.
“Tengo que asegurarme de ir allí cuando hay luz del día, cuando otras mujeres están alrededor, cuando mis vecinos pueden viajar conmigo y cuando alguien puede cuidar a mis hijos“, dijo a la Fundación Thomson Reuters.
Esta ha sido su rutina desde abril, cuando el pozo en su patio trasero se secó. Ella calcula que las últimas lluvias significativas en Kiriyankale cayeron al menos 14 meses atrás, durante el monzón del suroeste en julio de 2016.
La sequía, descrita por las Naciones Unidas como la peor del país en 40 años, ha causado graves problemas en 20 de los 25 distritos del país. El gobierno dice que más de 2.2 millones de personas fueron afectadas, principalmente en las zonas rurales, y es probable que más del 40% de la cosecha de arroz se pierda este año.
A pesar de las fuertes lluvias en algunas partes del país en julio y las lluvias intermitentes desde entonces, es probable que el país se mantenga corto de agua hasta las próximas lluvias fuertes, previstas en octubre, según Anura Priyadarashana Yapa, el ministro de manejo de desastres del país.
En las zonas rurales, gran parte de la carga de asegurarse de que haya suficiente agua, recae sobre las mujeres, que son responsables de mantener el hogar y cuidar a los niños.
El marido de Dinesha abandonó el pueblo hace unos tres meses, cuando las parcelas de verduras de la familia se secaron. Ahora trabaja como conductor en una ciudad a unos 50 km de distancia y sólo regresa a casa una vez por semana.
Ariyapala, vecina de Dinesha, dice que hacer el largo viaje para bañarse, a veces ya no vale la pena.
“No sirve de nada, de verdad, cuando regresas a casa estás cubierto de una capa de polvo y te ves de color marrón”, dijo.
Las mujeres también se quejan de que decenas de personas de aldeas cercanas al pozo se reúnen allí para bañarse, lo que ha llevado a una pérdida de privacidad.
“Compramos agua de las cisternas que pasan para nuestros hijos y para el trabajo doméstico”, dijo Ariyapala.
Las dos mujeres esperan en la carretera, al menos dos horas cada dos días, para señalarle a los tanques de agua que necesitan agua potable.
Cada botella de plástico de cinco litros cuesta de $0.65 – $1 y ambas familias gastan alrededor de $26 – $33 en agua cada mes, una suma que no pueden permitirse cuando sus ingresos están cayendo debido a las cosechas pobres. Y si Ariyapala no alcanza a comprarle al de la cisterna, debe contratar un vehículo para ir en busca de agua.
Dinesha dijo que después de reunirse con el camión cisterna, ella debe cargar una carretilla con ocho botellas pesadas y empujarla medio kilómetro de regreso a su casa.
En las aldeas que se encuentran más cerca de la selva, la búsqueda de agua puede ser mucho más arriesgada. Allí, los seres humanos y los animales luchan por lo que queda en los ríos y estanques.
Las manadas de elefantes son las más peligrosas ya que convergen en los pozos de agua, o se aventuran en los hábitats humanos en busca de agua.
En agosto, dos elefantes caminaron por la carretera principal cerca del pueblo de Adigama y se encontraron con dos personas, una de las cuales murió en la confrontación que se dio.
“Por lo general no vienen a las aldeas cuando es de día, ahora lo están haciendo porque están desesperados, como nosotros”, dijo Rajakumar Jayathilaka, residente de 77 años de edad en Adigama.
Incluso una pequeña llovizna puede ser peligrosa, dijo. Las serpientes mortales se aventuran cada vez más en los charcos en las carreteras para saciar su sed, poniendo en peligro a la gente que camina allí.
“Hasta que lleguen las lluvias fuertes y la selva se recupere, por el momento será un enfrentamiento de hombre contra la bestia”, dijo Jayathilaka.
Este texto apareció originalmente en Thomson Reuters Foundation, puedes encontrar el original en inglés aquí.
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