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En septiembre de 2015, un grupo de amigos creó Basura Cero, porque estaban preocupados por la contaminación ambiental en Chile. Para abordar esta problemática, decidieron que la segregación de basura responsable, basada en la colaboración, sería su función principal.
Ellos explican que: “para la sustentabilidad global, siempre es necesario partir desde las comunidades en un trabajo colaborativo”.
Es por esto, que recientemente cambiaron su nombre a Fundación Mingako. Porque en la palabra ‘mingaco’ se “entiende la colaboración de la comunidad en busca de una conciencia ambiental ecológica”.
En contexto: la palabra mingaco significa una actividad social con el sentido de establecer trabajos colaborativos, que se practica en distintos sectores de la zona central de Chile.
Gracias a las donaciones de comercios locales, al trabajo de vecinos voluntarios y a una constructora, lograron un comodato de su sede en la comuna de San Bernardo, en la provincia de Maipo. (Un comodato es un contrato por el cual se recibe prestada una cosa que puede ser utilizada con la obligación de restituirla.)
Durante dos años, la sede, de casi mil metros cuadrados, se ha transformado de un micro basurero urbano en un centro de educación ecológica. Han reciclado cuatro toneladas de fierro y una enorme cantidad de residuos. Actualmente cuentan con áreas de lombricultura, compostaje, un huerto urbano, un área de reutilización de plásticos y otra de materiales industriales (como neumáticos y pallet o palé de madera) y están construyendo una sala educativa ecológica.
Ellos generan una fusión entre el reciclaje, la reutilización, la agricultura urbana, el arte y la literatura. Esto se debe a que en los talleres que imparten, los vecinos aprenden una técnica de encuadernación con cartón, papel reutilizado e hilo PET obtenido de botellas plásticas desechables.
Conocen la técnica del termofundido para elaborar accesorios o elementos decorativos, al igual que la reutilización creativa textil. Por ejemplo, para hacer una ‘Pilwa’, una bolsa tradicional mapuche reutilizable.
También tratan temas de consumo responsable, contaminación oceánica, deforestación y bioconstrucción o construcción ecológica. El trabajo del equipo multidisciplinario, de 20 jóvenes, logra abarcar áreas como la eficiencia energética, hídrica y la alimentación saludable (al igual que el desperdicio de comida).
Por medio de una metodología de educación popular ambiental, por el apoyo de los voluntarios y por la necesidad de un cambio radical a prácticas y hábitos más ecológicos, la Fundación Mingako convierte “un residuo en un recurso” y crea una “consciencia ambiental colectiva”.
¡Recuerda que siempre tendrás la oportunidad de hacer el cambio y que siempre habrá más manos para ayudarte a lograrlo! Juntos, el cambio es efectivo, productivo y perdurable.
Puedes conocer más de su trabajo y de los próximos talleres aquí.
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