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“En Game of Thrones —el programa de televisión en el que interpreto al caballero de ficción Jaime Lannister— una de las muchas imágenes visuales que se exhiben en la pantalla regularmente es un muro de hielo abrumadoramente masivo. Sé muy bien que, si Game of Thrones fuera un mundo no ficticio, ese muro de hielo estaría seriamente amenazado por el cambio climático.
Lo sé porque mi segundo hogar está en el territorio similarmente rico en hielo de Groenlandia. Mi esposa es de Uummannaq, en el noroeste de Groenlandia, y mis dos hijas son mitad groenlandesas. En el tiempo considerable que he pasado allí, he visto de primera mano los efectos devastadores del aumento de las temperaturas en el delicado ecosistema de la isla más grande del mundo.
Lo que sucede en Groenlandia no suele ser de interés primordial para los estadounidenses —ni para nadie más fuera del Atlántico Norte, en cualquier caso. Pero debería serlo. Si la capa de hielo de Groenlandia —que cubre el 80% de Groenlandia— se derrite, los resultados para el resto del planeta serán monumentales. Y no en el buen sentido. Los expertos predicen que, si la capa de hielo de Groenlandia realmente se derrite, el nivel del mar subiría 6 metros.
Los riesgos del cambio climático no terminan en el simple aumento del nivel del mar, que por sí solo debería preocupar a los residentes de Nueva York, Miami, Nueva Orleans y decenas de otras grandes áreas metropolitanas en Estados Unidos. Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Organización de las Naciones Unidas —que establecen una hoja de ruta para abordar los problemas más apremiantes del planeta— están delicadamente entrelazados, de modo que no actuar sobre uno de ellos, como el cambio climático, puede tener enormes consecuencias negativas sobre otro, como el hambre, la pobreza, la vida marina, la energía e incluso la educación.
El cambio climático también añade un elemento de impredecibilidad a los patrones climáticos, lo que conduce a un aumento en el número y la intensidad de los desastres naturales.
Es por eso que estoy tratando de llamar la atención sobre las peligrosas consecuencias de ignorar el cambio climático. He aceptado con mucho gusto una designación como embajador de buena voluntad del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), a través de la cual estoy defendiendo su trabajo de implementación de los 17 ODS; incluyendo la lucha contra el cambio climático. El portafolio del PNUD incluye ayudar a los países a reducir los gases de efecto invernadero y sus huellas de carbono. También está defendiendo la resiliencia ante desastres (minimizar el riesgo de desastres y ayudar a diseñar planes eficaces de recuperación de desastres).
Ya estamos viendo un aumento en la inversión en energía renovable en países como China e India; Honduras y otros están comprometidos a proteger y expandir la cobertura forestal; mientras que en África y pequeñas islas, sistemas de energía fuera de la red eléctrica, y más accesibles y asequibles, están proporcionando energía limpia a millones. Y alcaldes de ciudades como Nueva York, Lima, Rotterdam, Seúl, Ammán y Ciudad del Cabo han reafirmado su compromiso de implementar el Acuerdo de París.
Es por eso que aplaudo también el trabajo de UNLEASH Lab, que durante los últimos ocho días ha convocado a 1,000 líderes de opinión millennials de 129 países para proponer soluciones innovadoras que puedan ayudar a lograr los ODS.
El evento —que ha tenido lugar en mi país natal, Dinamarca, pero que continuará durante los próximos 13 años en un conjunto de ciudades rotatorias, hasta el año 2030, cuando se espera que se alcancen los Objetivos de Desarrollo Sostenible— es un ejemplo notable de la necesaria participación de los jóvenes, de la colaboración intercultural y del pensamiento disruptivo. UNLEASH concluye el lunes por la noche en Aarhus, cuando 12 de las 200 ideas propuestas recibirán premios y potencial financiamiento futuro.
Como cualquier padre, quiero un mundo seguro para mis hijos, para sus hijos y las generaciones venideras. No debemos enterrar nuestras cabezas en la arena cuando se trata del cambio climático; debemos tener el coraje para hacer otros cambios para preservar la estabilidad y la seguridad de nuestro planeta.”
Nikolaj Coster-Waldau es actor y activista. Además de protagonizar en Game of Thrones, es Embajador de Buena Voluntad del Programa de Desarrollo de la ONU.
Este texto fue escrito por Nikolaj Coster-Waldau para Expansión en alianza con CNN, puedes leer el original aquí.
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