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España está entre los países donde más olas de calor se registran al año y más duración tienen estos fenómenos extremos, presentándose entre 4 y 5 días en promedio, frente a los 3 y 4 del resto de países, según una investigación publicada en la revista científica Environmental Health Perspectives.
El estudio, en el que ha participado el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha analizado las olas de calor ocurridas entre 1972 y 2012 en los 18 países donde estos fenómenos meteorológicos extremos son más comunes.
En el caso de España, se han examinado las cifras de temperatura de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) de todas las capitales de provincia, excepto de Palencia donde no había registros, desde el año 1990 que están disponibles, ha explicado a EFE uno de los principales autores del estudio, el investigador del CSIC, Aurelio Tobías.
Aunque el científico aclara que no existe una única definición de ola de calor a nivel mundial, el estudio se ha basado en los doce conceptos más consensuados por la comunidad académica.
En cualquiera de las definiciones aplicadas, de la más laxa a la más estricta, España lidera, tras China, el listado de países donde más olas de calor se producen desde que hay registros, habiendo experimentado un “significativo incremento” en frecuencia e intensidad de estos fenómenos desde 2003, tal como indicaban las predicciones científicas de los efectos del cambio climático.
De acuerdo al concepto más exigente de ola de calor -que se supere durante más de dos días la temperatura media del 10% de los días más calurosos del año- en España se han producido una media de 32 olas de calor al año desde 1990 (en China, 37), mientras que con la definición que usa el Plan Nacional de Alertas del Gobierno se habrían producido una media de 15 anuales.
Por zonas, la mitad sur de la Península es la que más fenómenos de este tipo ha sufrido, si bien los investigadores subrayan que las personas que viven en zonas de temperaturas más moderadas son las más sensibles a las olas de calor, ya que “no están tan aclimatadas a los extremos térmicos como aquellos que habitan en zonas más cálidas”, indica Tobías.
Así, “un ciudadano de Sevilla estaría más aclimatado a una temperatura de 40 grados que uno de la Coruña a una ola de 30 grados”, añade.
La cuenca mediterránea peninsular constituye, además, el lugar estudiado donde más persisten los días con altas temperaturas, con entre 4 y 5 días de media.
No obstante, una de las grandes novedades de esta investigación, que también aborda la incidencia en la mortalidad, es que el número de muertes asociadas a estos fenómenos “depende más de la intensidad de las temperaturas que lleguen a alcanzarse que de la duración la ola de calor”, indica Tobías.
El Plan estatal de Prevención de los Efectos del Exceso de Temperatura en la Salud, puesto en marcha en 2004, un año después de que una intensa ola de calor se cobrase 6,500 fallecimientos más de los esperados (según cifras del Centro Nacional de Epidemiología), sitúa en 36.5 grados el umbral a partir del cual se produce un “notable aumento de la mortalidad”.
“El riesgo de fallecer en estos días aumenta entre un 10 y un 20 % respeto a si no hubiera ola de calor, sobre todo en personas mayores de 65 años”, indica Tobías.
Cuando se superan los 38.5 grados ese riesgo aumenta más de un 20%.
La investigación, coordinada desde la Escuela de Salud Tropical de Londres, advierte de que las olas de calor serán cada vez más intensas, frecuentes y duraderas en los próximos años debido al cambio climático por lo que los planes de prevención y alerta son vitales ante este “relevante problema de salud pública“.
Este texto apareció originalmente en EfeVerde, puedes encontrar el original aquí.
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