Irma, Harvey, y María: tenemos que hablar de finanzas
- comments
- Publicado en DestacadasNos PreocupaNoticias
- 0
- Traducido por Mónica Morales - Fuente Thomson Reuters Foundation - Foto por Reuters / Daily Mirror
Éste es un artículo de opinión, su contenido expresa la postura de sus autores Jan Kellet y Charlene Watson.
Los fuertes y repetidos ciclones en el Caribe, inundaciones intensas y devastadoras en todo el sur de Asia, han ocurrido en tan sólo las últimas semanas. El riesgo de desastre, no controlado, está causando estragos en nuestro planeta, matando, destruyendo y atrasando el progreso.
Hace unos meses, en Cancún (México), se llevó a cabo la cumbre Plataforma Global para la Reducción del Riesgo de Desastres, la cual terminó con un llamamiento a todos los países para que “tengan en cuenta sistemáticamente las pérdidas por desastres para 2020”; una base crítica para evaluar el progreso, los desafíos y oportunidades futuras.
Varias semanas antes, Robert Glasser, representante especial del secretario general para la Reducción del Riesgo de Desastres (RRD), y Patricia Espinosa, secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, escribieron que
“los desastres, un 90% relacionados al clima, ahora cuestan a la economía mundial $520,000 millones al año y llevan a 26 millones de personas a la pobreza cada año”.
Estas pérdidas económicas y los costos asociados a la vida humana y los medios de subsistencia (y muy probablemente el creciente proyecto de ley humanitaria) sugieren que todavía no tomamos en cuenta el riesgo de desastres tanto como debiéramos hacerlo. Solo necesitamos mirar el Caribe para darnos cuenta del impacto financiero de nuestro fracaso en enfrentar el riesgo de desastre: el informe más reciente del huracán María sugiere una pérdida asegurada en el rango de $40 mil millones a $85 mil millones.
Glasser tiene razón al decir que necesitamos entender las pérdidas para poder abordarlas. Los dólares son un objetivo útil, incluso crítico, aunque no el único, para hacer un balance de los progresos en la gestión de los riesgos de desastre.
Gestión de riesgo
En finanzas, ya sea la gestión de fondos o la adquisición y el gasto de fondos, nos dan una idea del esfuerzo (escalas de inversión) y la eficacia (impacto de la inversión), y abre la puerta a una variedad de mecanismos financieros y herramientas que pueden aplicarse para gestionar los riesgos de desastres.
Afortunadamente, el perfil del riesgo y su relación intrínseca con el desarrollo, ha crecido significativamente en los últimos diez años. El Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres, la Tercera Conferencia de Financiación para el Desarrollo, los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París sobre el cambio climático reconocen la importancia de la gestión de riesgos, manejando nuestra exposición y vulnerabilidad a la variedad de formas y tamaños de peligros. Pero, ¿qué viene después de este reconocimiento?
Todos los gobiernos están obligados a ofrecer a sus ciudadanos un desarrollo basado en el riesgo. Esto significa reducir la vulnerabilidad y la exposición a una variedad de peligros para proporcionar y mantener las ganancias del desarrollo.
El resumen de la Plataforma Global para la Reducción del Riesgo de Desastres, contiene algunas recomendaciones sobre lo que esto podría implicar para la RRD: bases de datos sobre pérdidas por desastres, sistemas de alerta temprana, habilitación de las autoridades locales para gestionar el manejo de riesgo, planificación económica y empoderamiento de la mujer. Pero dice poco sobre la realidad financiera de esas recomendaciones, o sobre cómo los países pueden invertir y apoyar la inversión para hacerlas realidad. Sin embargo, es más explícito al hablar de que el riesgo se aplica a la “planificación económica global” y al instar a las inversiones informadas en materia de vivienda e infraestructura.
Compromisos internacionales
Los gobiernos nacionales tienen la responsabilidad final de llevar a cabo un desarrollo basado en el riesgo. Pero dentro de los marcos internacionales, los países desarrollados han asumido compromisos y tienen responsabilidades históricas para ayudar en particular a los países más vulnerables a los riesgos ambientales, así como a los menos capaces de manejar el problema por sí mismos. Este apoyo es particularmente importante para los países menos desarrollados, las islas pequeñas y los estados frágiles y afectados por el conflicto.
En este sentido, las carteras de donantes deben apoyar la reducción o transferencia de riesgo y ciertamente evitar añadir o bloquear el riesgo en los países que están tratando de ayudar. Este apoyo debe hacerse con la propiedad nacional y en consonancia con las prioridades nacionales, pero desde una perspectiva de financiación, el desarrollo basado en el riesgo implica varias cosas.
En primer lugar, se trata de garantizar que todas las contribuciones de los donantes se examinen adecuadamente, colaborando con los gobiernos de los países en desarrollo para garantizar que el riesgo se gestiona y disminuye en lugar de incrementarse mediante inversiones.
En segundo lugar, los donantes deben apoyar los compromisos mundiales y nacionales del Acuerdo de París. La reducción de las emisiones es, a largo plazo, la mejor y de hecho la única solución para garantizar que el riesgo climático y sus desastres relacionados no sigan aumentando en cuanto a severidad y duración de la frecuencia, ni fluctúen en el tiempo y la ubicación.
En tercer lugar, se trata de ayudar a los países en desarrollo a garantizar activamente que los riesgos se tengan en cuenta en cada decisión de desarrollo, desde la inversión en servicios básicos hasta la infraestructura a largo plazo. Aquí, el financiamiento se convierte en la herramienta para la reducción directa del riesgo.
Calidad de inversiones
Algunos donantes han estado menos interesados en ponerlo en práctica. Por lo tanto, cualquier des-priorización de la reducción del riesgo de desastres, o cualquier vacilación de la participación de los donantes en la financiación de su implementación sería preocupante.
La comunidad de donantes también puede apoyar el uso de finanzas públicas limitadas de la mejor manera posible, incluso mediante la mezcla y la movilización de la inversión privada. Un ejemplo podrían ser los donantes que trabajan con los gobiernos en el Caribe para que los pagos de seguros generados por eventos recientes se utilicen para reconstruir mejor, de una manera más informada, utilizando la experiencia y los datos de la industria de seguros para hacerlo.
Los profesionales del desarrollo han reconocido desde hace mucho tiempo el riesgo en sus carteras y proyectos, ya sea de gobierno, político o incluso de riesgo reputacional. En cada caso, manejar estos riesgos no es simple. Sin embargo, se han esforzado por integrarlos en sus acciones y métodos de aplicación. Es hora de hacer lo mismo para el riesgo de desastre.
Esto no es una llamada para más dinero. Más bien necesitamos “inversión de calidad” que apunte a las intervenciones de donantes y de desarrollo nacional para asegurar que el riesgo se reduzca.
Sin una acción para que los programas de financiación del desarrollo aborden el riesgo de desastre, habrá más Harveys, Irmas y Marías.
Este texto apareció originalmente en Thomson Reuters Foundation, puedes encontrar el original en inglés aquí.