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Cuando los funcionarios de la administración del presidente estadounidense Donald Trump viajen a Bonn (Alemania) el próximo mes para las discusiones sobre el cambio climático de la Organización de las Naciones Unidas, enfrentarán una contradicción fundamental: cómo negociar los términos del Acuerdo de París, del cual dicen que se están retirando.
La administración de Trump ha declarado que abandonará el pacto mundial sobre el cambio climático y no hará ningún esfuerzo por cumplir su objetivo voluntario de frenar las emisiones que provocan el calentamiento global.
Sin embargo, Estados Unidos no puede abandonar formalmente el acuerdo hasta 2020; los funcionarios de la administración han dicho que continuarán protegiendo los intereses de los estadounidenses. El secretario de Estado Rex W. Tillerson y el consejero de seguridad nacional del presidente Trump, el teniente general H. R. McMaster, han expresado la posibilidad de que algunos términos mejorados, algún día convenzan al presidente para que reconsidere su decisión.
En la reunión de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP23), que iniciará el 6 de noviembre, participarán los representantes de casi 200 firmantes del Acuerdo de París y Estados Unidos estará presente a pesar de su retiro del acuerdo.
Las sesiones, que durarán dos semanas, prometen ser una mezcla de sentimientos y reclamos hacia los Estados Unidos, por declarar su intención de retirarse del acuerdo y por la persistente esperanza de que pueda continuar. Los países en desarrollo, particularmente algunos de los más vulnerables al cambio climático, muy probablemente usarán el centro de atención del foro para denunciar las crecientes filas de negadores del cambio climático de la administración Trump y las recientes medidas para derogar las regulaciones que limitan los gases de efecto invernadero.
Por parte de la administración de Trump, estará Thomas A. Shannon, subsecretario de Asuntos Políticos del Departamento de Estado, quien encabezará una pequeña delegación estadounidense. Scott Pruitt, el administrador de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), expresó su interés en dirigir el equipo negociador estadounidense y aún puede asistir a la conferencia en cierta forma, según varias personas familiarizadas con las deliberaciones de la administración.
Activistas del cambio climático dijeron que esperaban ver a los funcionarios de la administración de Trump defendiendo los combustibles fósiles en la conferencia climática, una posición no deseada entre los miles de delegados y observadores que dicen que el mundo debe alejarse de fuentes contaminantes de energía.
Sin embargo, diplomáticos creen que el equipo de negociación de Trump será constructivo, y probablemente asuman algunas de las mismas posiciones que el gobierno del ex presidente Barack Obama. Se espera que argumenten, por ejemplo, que los países de todos los niveles de riqueza deben cumplir con los mismos estándares legales, particularmente cuando se trata de informar el progreso en el cumplimiento de los objetivos de emisiones. También estarán presentes los gobernadores y alcaldes estadounidenses.
Se espera que una coalición de filántropos encabezada por Michael Bloomberg, ex alcalde de Nueva York, y Tom Steyer, el multimillonario activista ambiental, anuncie que cubrirán los costos de aproximadamente $200,000 de un pabellón para mostrar los esfuerzos de los estados, ciudades y empresas estadounidenses en el cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París.
El pabellón, un espacio adyacente al centro de negociación del gobierno, es un gasto normalmente asumido por el gobierno federal para destacar los pasos que el país está tomando en cosas como el desarrollo de energía limpia. El medio E&E News informó que la administración de Trump se había negado a financiar el pabellón este año.
El señor Bloomberg dijo que tenía la firme convicción de que se le puede mostrar a otros países que los Estados Unidos está representado por líderes comprometidos con el cambio climático, a pesar de que el presidente Trump lo haya etiquetado como ‘un engaño’. También comentó que el debate sobre las intenciones del presidente no debería ser una distracción del asunto urgente de abordar el cambio climático.
“No te sientes ahí y pierdas el tiempo hablando sobre debería haberlo hecho o podría haberlo hecho”, dijo.
“Espero que la administración cambie de opinión y se dé cuenta de que esto es algo muy serio, pero no podemos sentarnos. Tenemos que actuar por nuestros hijos y nietos”, dijo Bloomberg.
Este texto apareció originalmente en The New York Times, puedes encontrar el original en inglés aquí.
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