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Las papas renacen como aislantes, los cacahuetes se procesan en tableros de partición y los ladrillos de hongos que crecen en cinco días: algunas de las formas en que el comercio de la construcción podría cambiar sus formas derrochadoras y construir nuevas ciudades verdes.
En un informe publicado en octubre, la firma internacional de ingeniería Arup presentó nuevas formas de materia prima para una industria que necesita reducir el desperdicio.
“Necesitamos alejarnos de nuestra mentalidad de ‘tomar, usar, deshacer'”, dijo en un comunicado Guglielmo Carra, líder europeo en consultoría de materiales en Arup.
“Lo que necesitamos ahora es que la industria se una para ampliar esta actividad para que entre en la corriente principal”.
Arup dijo que los desechos orgánicos comunes de los alimentos, como los bananos, las papas y las cáscaras de maní, podrían ser reconfigurados en materiales de construcción para reducir el desperdicio de alimentos y reducir las emisiones de carbono.
La industria de la construcción mundial es uno de los mayores usuarios del mundo de materias primas, y la producción de cemento es responsable de un 5% de las emisiones de carbono, más que la industria de las aerolíneas.
Países como India están presionando para crear “casas verdes”, mientras que las fundiciones de aluminio están respondiendo a las demandas de reguladores y desarrolladores para producir materiales con bajas emisiones de carbono.
Tradicionalmente, el desperdicio de alimentos se gestiona a través de rellenos sanitarios, incineración y compostaje. Pero la firma de diseño e ingeniería dijo que si el desperdicio de alimentos pudiera ser desviado y reutilizado, podría convertirse en un recurso arquitectónico clave.
Según Arup, en 2014 se produjeron más de 40 millones de toneladas de residuos orgánicos secos de la agricultura y la silvicultura en Europa, y la cantidad crece cada año.
Junto con el uso del desperdicio de alimentos, el informe exploró la creación de nuevos materiales de construcción, como ladrillos de hongos que tardan cinco días en cultivar y fachadas de microalgas, junto con procesos de fabricación que utilizan la impresión 3D.
Alrededor de un tercio de los alimentos producidos en todo el mundo nunca se come porque se echan a perder después de la cosecha y en el transporte, o son desechados por las tiendas y los consumidores.
El informe de Arup es parte de una oferta más amplia para alentar la llamada “economía circular” en toda la industria de la construcción.
Grandes multinacionales como Unilever, Renault, Google y Nike son algunas de las empresas que comienzan a avanzar hacia un modelo comercial circular, según los expertos.
Ciudades como Londres, Ámsterdam y París también están estudiando cómo pueden cambiar a una economía circular, en esencia reutilizando productos, repuestos y materiales, sin producir residuos y contaminación, y utilizando menos recursos y energía.
“Recibimos con emoción el informe y sus conclusiones sobre la forma en que la economía circular puede ofrecer enormes beneficios en la industria de la construcción”, dijo Joe Iles de la Fundación Ellen MacArthur, que respalda el concepto de economía circular.
“Estos biomateriales pueden funcionar tan bien o incluso mejor que las opciones convencionales”, dijo Iles, lo que es una “buena noticia” para los desarrolladores, el medio ambiente y la economía en general.
Este texto apareció originalmente en la Thomson Reueters Foundation, puedes leer el original en inglés aquí.
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