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La exploración de nuevos caminos que faciliten la transición energética no para. Entre estas opciones, la de las algas marinas ha cobrado relevancia después de que el Departamento de Energía de Estados Unidos haya repartido $22 millones en ayuda para dar un empujón a la producción de algas, no sólo para el consumo, sino para su uso como alimentación animal, materia prima para la química, y combustible limpio.
“Desde Alaska hasta la costa del Golfo, los Estados Unidos tienen recursos litorales suficientes para producir algas que cubran el 10% de la demanda de combustible para el transporte”, lo asegura Eric Rohlfing, responsable de la Advanced Research Projects Agency-Energy (ARPA-E).
Consciente de que, hasta la fecha, las algas marinas no han jugado el papel que pueden desempeñar en este campo, Rohlfing apunta a la importancia de prestar atención a los retos tecnológicos que supone el cultivo y la recolección de algas marinas de manera eficiente y viable en costes. Estos aspectos, de hecho, son los que han frenado el uso de las algas como combustible, así como para la industria química y para otros productos comerciales.
Así que para “construir las herramientas que hacen falta para empezar a trabajar con este recurso y que contribuya a la energía del futuro”, según la misma fuente, el Gobierno estadounidense respaldará 18 proyectos de investigación sobre algas.
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La Woods Hole Oceanographic Institution, en Massachusetts (EE. UU.), ha recibido el mayor apoyo por parte del Departamento de Energía. Así, con una ayuda de $3.7 millones, este centro tratará de mejorar los costes de producción de las algas.
Para ello, se trabajará en la cría selectiva de Saccharina, una de las variedades de mayor peso comercial. Con esto, los expertos esperan acelerar la producción de algas mejoradas, además de reducir los costes con una menor dependencia de las inspecciones en terreno.
Exactamente hacia el mismo fin se encaminará la University of Wisconsin-Milwaukee (EE. UU.), que ha recibido $2.8 millones en apoyo a otro programa de reproducción. A diferencia del anterior, este proyecto se centrará en determinar los rasgos genéticos más adecuados para producir algas a escala.
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Con el avance de estas iniciativas y de las otras 16 respaldadas, Estados Unidos espera convertirse en líder de la producción de algas marinas. Pero, más allá de liderazgos, con ellas se seguirá perfilando el camino hacia el final de los combustibles fósiles. Y para ello, la investigación en todos los planos, algas incluidas, es esencial porque, aunque algunas innovaciones acaben por resultar inviables, otras figurarán entre las que transformen el planeta haciéndolo más sostenible.
Este texto apareció originalmente en EcoInventos, puedes encontrar el original aquí.
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