Suscríbete
La exposición a los contaminantes atmosféricos comunes, como el ozono y las partículas finas, puede aumentar el riesgo de pérdida temprana del embarazo, según un estudio realizado por los Institutos Nacionales de Salud (NIH). El estudio aparece en la revista Fertility and Sterility.
El ozono es una forma altamente reactiva de oxígeno que es un constituyente primario del smog urbano. Los investigadores observaron a 501 parejas que intentaron concebir entre 2005 y 2009 en Michigan y Texas (Estados Unidos). Los investigadores estimaron la exposición de las parejas al ozono en función de los niveles de contaminación en sus comunidades residenciales.
Te podría interesar: Hasta los niveles de contaminación “seguros” pueden ser dañinos
De las 343 parejas que lograron el embarazo, 97 (28%) experimentaron una pérdida temprana del embarazo, todas antes de las 18 semanas. Las parejas con mayor exposición al ozono tenían un 12% más de probabilidades de experimentar una pérdida temprana del embarazo, mientras que las parejas expuestas a material particulado (pequeñas partículas y gotas en el aire) tenían un 13% más de probabilidades de experimentar una pérdida.
Los investigadores no saben por qué la exposición a los contaminantes del aire puede causar la pérdida del embarazo, pero podría estar relacionada con un aumento de la inflamación de la placenta y el estrés oxidativo, que puede afectar el desarrollo fetal. Los hallazgos sugieren que las mujeres embarazadas pueden considerar evitar la actividad al aire libre durante las alertas de calidad del aire, pero se necesita más investigación para confirmar esta asociación.
El estudio fue dirigido por Pauline Mendola, investigadora del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano Eunice Kennedy Shriver del NIH (NICHD). Su equipo encontró previamente que el ozono aumentaba el riesgo de muerte fetal. La doctora Mendola y sus colegas también han examinado los efectos de la contaminación del aire y las temperaturas extremas en otros resultados adversos del embarazo.
Este texto apareció originalmente en National Institutes of Health, puedes encontrar el original en inglés aquí.
Suscríbete a nuestro boletín
Lo más importante en tu buzón cada semana