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Los suelos son el lugar donde caminamos y vivimos, de donde sale la mayoría de nuestra comida y gran parte del agua que consumimos, además de minerales, combustibles y otros. Por ejemplo, en una cucharada de tierra hay más organismos que personas en la Tierra. Y aunque muchos conocen el potencial de los bosques para secuestrar carbono, no tantos son conscientes de que los suelos almacenan mucho más: 680 gigatoneladas (frente a las 560 que guarda toda la vegetación del planeta).
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Dentro de esos esfuerzos internacionales por conocer mejor la tierra que cultivamos, se ha presentado un mapa que detalla la distribución de esos almacenes naturales de carbono orgánico en los primero 30 centímetros de suelo. Son depósitos subterráneos que contribuyen a reducir la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera y, por tanto, a mitigar el cambio climático. El mapamundi muestra que solo 10 países guardan el 60% de todo el carbono atrapado en las tierras del mundo (Rusia custodia casi una quinta parte).
Manejar esta información puede ayudar a identificar en qué lugares hay que esforzarse por mantener el carbono y en qué otros sitios se podría trabajar para que almacenen más, según la FAO (la agencia de la ONU para la alimentación y la agricultura), en cuya sede en Roma (Italia) se ha presentado el mapa.
“Incrementar las reservas de carbono en los suelos debería ser una obligación”, opinó la directora general adjunta de la organización, Maria Helena Semedo. Prácticas como usar especies vegetales con raíces profundas pueden contribuir a aumentar esas capturas.
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Pero antes de profundizar en el secuestro de carbono hay que conservar el ya almacenado, que se libera de nuevo a la atmósfera (agravando así el calentamiento global) si las tierras se degradan o no se manejan correctamente. El viceministro ruso de Agricultura, Sergei Levin, insistió en que conocer mejor los suelos es indispensable en un momento en el que su mal estado (por su explotación inadecuada y otros motivos) pone en riesgo su fertilidad y su cultivo.
“El suelo es un factor fundamental para la producción agrícola y su degradación afecta directamente a 1,500 millones de personas cada año”, señaló.
Porque, además de los servicios ambientales que prestan al atrapar dióxido de carbono, los suelos con gran cantidad de carbono orgánico suelen ser más productivos, según la propia FAO. Además, aportan a las plantas la humedad ideal y purifican mejor las aguas subterráneas (que suponen dos tercios de todo el agua dulce del planeta).
Luca Montanarella, presidente del ITPS, un comité técnico sobre los suelos, señaló que 100 países han contribuido a la elaboración del mapamundi aportando sus propios mapas nacionales, con lo que se ha cubierto un 80% de la superficie mundial. El proyecto ha contado con el apoyo económico de la Comisión Europea, los gobiernos holandés, suizo y ruso y la agrupación de fabricantes de fertilizantes IFA. El ITPS intentará apoyar a los países con dificultades técnicas o económicas a realizar sus propios estudios para tener un dibujo más exacto de todo el planeta.
Este texto apareció originalmente en el diario El País, puedes encontrar el original aquí.
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