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Más de 65 millones de personas han sido desplazadas de sus hogares, el mayor número desde la Segunda Guerra Mundial; casi 25 millones de ellas son consideradas como refugiados y solicitantes de asilo que viven fuera de su propio país.
Sin embargo, esa cifra no incluye a quienes se desplazan debido al cambio climático.
Conforme a la legislación internacional, solo aquellos que han huido de sus países debido a una situación de guerra o persecución pueden clasificarse como refugiados. Quienes se ven obligados a abandonar su hogar debido al cambio climático, o que se van porque el cambio climático les dificulta ganarse el sustento, no pueden solicitar que se les clasifique como tales.
La legislación no les ofrece protección a menos que puedan demostrar que huyeron de una zona de guerra o enfrentan amenazas de persecución si regresan a casa.
El tratado que define la condición de refugiado se redactó al finalizar la Segunda Guerra Mundial.
Un artículo científico publicado recientemente en la revista Science plantea que los cambios bruscos de clima han obligado a algunas personas a solicitar asilo dentro de la Unión Europea. Los investigadores observaron que en un periodo de 15 años las solicitudes de asilo en Europa aumentaron al mismo ritmo que los registros de “temperaturas más altas de lo normal” en los países de origen de los solicitantes de asilo.
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Predicen que muchas personas más solicitarán asilo en Europa pues se proyecta que aumenten las temperaturas en sus países de origen.
Los autores del artículo, Anouch Missirian y Wolfram Schlenker, exploraron los patrones del clima en los países de origen de quienes solicitaron asilo entre 2000 y 2014. El estudio reveló que “los cambios bruscos de temperatura en regiones agrícolas de 103 países de todo el mundo influyen directamente en la migración” hacia Europa.
“Parte del flujo”, afirmó Schlenker, académico de la Facultad de Relaciones Públicas e Internacionales de la Universidad de Columbia y coautor del estudio, “puede explicarse a partir de los cambios de clima registrados en el país de origen”.
En primer lugar, los defensores de los refugiados temen que si se renegociara el tratado respectivo, promulgado en 1951, políticos de distintos países intentarían eliminar algunas de las protecciones actuales. En este grupo está incluido el gobierno del presidente Donald Trump, que decidió negar el ingreso a Estados Unidos a ciudadanos de ocho países (incluidos refugiados de Siria y Yemen, que se encuentran en guerra).
Un grupo de académicos y defensores han trabajado durante dos años en un tratado totalmente nuevo, con categorías aplicables a quienes se ven obligados a desplazarse por distintos motivos, incluso debido a estragos causados por el cambio climático.
Michael W. Doyle, un profesor de Columbia que encabeza las acciones para redactar el nuevo tratado, comentó que no espera que se acepte pronto, pero insistió en que es necesario arrancar las pláticas cuanto antes puesto que el número de personas que abandonan su país de origen y terminan en otro donde muchas veces su situación legal no es clara, ha alcanzado cifras récord.
“En el mundo moderno”, explicó Doyle, “las personas huyen para salvar sus vidas por diversos motivos”.
Un legislador neozelandés hace poco propuso una categoría de visa especial para quienes se vean desplazados por el cambio climático. “Una de las opciones es una visa humanitaria especial para quienes se ven obligados a emigrar debido al cambio climático”, señaló el ministro James Shaw. No ha dicho cuándo podría proponerse este tipo de legislación y no se sabe a ciencia cierta si sería aprobada.
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Varios países han ofrecido visas humanitarias tras algunos desastres naturales devastadores; incluso Estados Unidos lo hizo después de algunos huracanes y terremotos, como en el caso de Haití en 2010 (el gobierno de Trump eliminó el llamado estado de protección para los haitianos el pasado mes de noviembre).
Como destaca Elizabeth Ferris, una académica de la Universidad de Georgetown, lo más probable es que la mayoría de las personas cuyas tierras y medios de subsistencia se ven arrasados por un desastre natural o los cambios graduales del clima no abandonen su país. Muchas decidirán mudarse a otra región dentro de su propio país, ya sea de la provincia a las ciudades, por ejemplo, o de áreas bajas con gran riesgo de inundación a lugares más elevados.
De hecho, se calcula que unas 24 millones de personas se vieron obligadas a mudarse dentro de sus propias fronteras debido a desastres naturales en 2016, según el reporte más reciente del Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno.
Este texto apareció originalmente en The New York Times, puedes encontrar el original aquí.
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