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La ciudad de Pekín (China), una de las más contaminadas del mundo, consiguió que el pasado enero no hubiera smog. Es la primera vez desde 2013 que no se producen altos índices de contaminación en un mes del periodo otoño-invierno, cuando el uso de calefacción aumenta los riesgos medioambientales.
Según informó el gobierno local de la capital, la concentración media de partículas PM 2.5 en el aire (las más pequeñas y nocivas), el mes pasado fue de 34 microgramos por metro cúbico, lejos de periodos de máxima alerta en temporadas anteriores en los que se llegaron a superar los 500 microgramos.
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Hasta 25 de los 31 días del primer mes de 2018 registraron una calidad del aire “buena” según los estándares, lo que produjo inusuales jornadas de cielo azul.
La sustitución del uso de carbón por gas natural en muchos sistemas de calefacción doméstica en Pekín y alrededores, junto a condiciones climáticas favorables, han contribuido a la visible mejora de la atmósfera de la capital.
No obstante, observadores y prensa señalan que el precio a pagar por ello ha sido el aumento de los índices de polución en otras zonas del país a las que se han trasladado industrias contaminantes antes situadas en Pekín.
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También se han visto perjudicadas miles de familias de zonas vecinas a la capital, que por retrasos en el plan de sustitución de la calefacción de carbón o problemas de abastecimiento de gas natural han tenido que sufrir temperaturas bajo cero en el interior de sus casas.
Este texto apareció originalmente en EfeVerde, puedes encontrar el original aquí.
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