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Un supermercado en Holanda quiere que sea más fácil para el planeta y sus clientes evitar la acumulación de los montones de desperdicios plásticos generados cada día.
El 28 de febrero, el supermercado Ekoplaza, una cadena de primera categoría, presentó el primer pasillo libre de plásticos del mundo en una tienda en Ámsterdam.
Ahí, los clientes pueden encontrar abarrotes, bocadillos y otros artículos diversos que no están acompañados de plástico: los empaques son de materiales degradables, vidrio, metal o cartón.
Sian Sutherland, el cofundador de A Plastic Planet, un grupo de defensa que ha promovido el concepto, dijo que la iniciativa era “un momento clave para la lucha mundial contra la contaminación plástica”.
El pasillo libre de plásticos tiene cerca de 700 artículos, entre ellos carnes, salsas, cereales, yogures y chocolates.
“No solo es una estrategia publicitaria, sino que es algo en lo que hemos trabajado durante años”, dijo en una entrevista Erik Does, el director ejecutivo de Ekoplaza.
La inauguración del pasillo en el supermercado llega con la idea de prohibir el plástico, o por lo menos hacer que un mayor porcentaje del material sea reciclable, y adquiere simpatizantes en todo el mundo.
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En enero, Theresa May, la primera ministra del Reino Unido, hizo un llamado a favor de pasillos libres de plásticos en los supermercados mediante un discurso con el que describió un plan ambiental de veinticinco años. El mismo mes, la Unión Europea emprendió un plan para hacer que todos los plásticos del mercado europeo sean reciclables para 2030.
“Si no hacemos nada al respecto, dentro de cincuenta años tendremos más plástico que peces en los océanos”, dijo entonces a reporteros Frans Timmermans, el vicepresidente de la Comisión Europea, el organismo ejecutivo de la Unión Europea.
Entre los artículos que la Unión Europea tiene en la mira se encuentran las pajillas, las botellas de plástico, los vasos para café y sus tapas; ninguno de estos objetos estaban a la vista para los clientes que buscaron productos en el nuevo pasillo en Ámsterdam.
El uso de empaques de plástico se ha hecho muy generalizado debido a su practicidad y sus cualidades higiénicas. Sin embargo, debido a su peso ligero y su capacidad de flotar, junto con su presencia en aumento en las exportaciones internacionales de basura, el plástico se ha convertido en una plaga ecológica.
“El plástico puede empaquetar la comida de una persona, pero se convierte en el problema de otra”, comentó Sutherland.
Las propuestas de la Unión Europea y el Reino Unido llegaron después de una prohibición en China contra todas las importaciones extranjeras de desperdicios plásticos, la cual entró en vigor en enero.
Ruanda también ha comenzado una campaña con la cual se hizo ilegal la importación, la producción, el uso o la venta de bolsas y empaques de plástico, con la excepción de industrias específicas como la hospitalaria y la de los fármacos. Este país es uno de más de cuarenta en todo el mundo que han prohibido, restringido o gravado el uso de bolsas de plástico, entre ellos Francia e Italia.
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En un estudio publicado el año pasado, los científicos calcularon que se han producido 8300 millones de toneladas métricas de plástico en todo el mundo desde la década de 1950, cuando el plástico comenzó a producirse en gran escala. De ese total, aproximadamente 6,300 millones de toneladas métricas se han desechado, el 79% en vertederos o en otras partes del planeta.
Solo se ha reciclado el 9% del plástico desechado, de acuerdo con el estudio, cuyo principal autor es Roland Geyer de la Facultad Bren de Ciencias Ambientales y Gestión de la Universidad de California, Santa Bárbara (EE. UU.).
En Holanda, hace dos años se prohibieron las bolsas de plástico gratuitas, después de que en 2015 se aprobó la disposición de la Unión Europea que consiste en su eliminación gradual. En ese entonces, el país de casi 17 millones de habitantes utilizaba cerca de 3,000 millones de bolsas cada año, la mayoría de las cuales terminaba en la basura.
Ekoplaza ha prometido expandir su idea del pasillo libre de plásticos a sus 74 tiendas para cuando termine el año.
“No hay lógica alguna en envolver algo tan perecedero como los alimentos en un material tan indestructible como el plástico”, agregó Sutherland.
Este texto apareció originalmente en The New York Times, puedes encontrar el original aquí.
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