Suscríbete
La hambruna global ha vuelto a los niveles vistos en la última década, eliminando el progreso en mejorar el acceso de las personas a los alimentos y dejando a una de cada nueve personas desnutridas el año pasado, siendo el clima extremo la causa principal, advirtió la ONU.
El hambre afligió a 821 millones de personas el año pasado, el tercer aumento anual desde 2015, con la mayoría de las regiones de África y gran parte de Sudamérica mostrando signos de empeoramiento de la escasez de alimentos y desnutrición. Más de 500 millones de los que sufren de hambruna en el mundo viven en Asia.
La reversión del progreso logrado en la desaceleración de la malnutrición en la primera mitad de esta década ha causado una gran preocupación entre las agencias internacionales.
Los eventos climáticos, como las sequías y las inundaciones, fueron identificados por la ONU como “uno de los factores clave” para el aumento de la hambruna en 2017, junto con el conflicto y la desaceleración económica. Casi 100 millones de personas quedaron dependientes de la ayuda humanitaria durante el año.
El documento de la ONU cubre el año pasado y no toma en cuenta el clima extremo del 2018 que ha traído olas de calor y altas temperaturas a gran parte del hemisferio norte, acompañado de sequías en algunas partes del mundo e inundaciones en otras. Sin embargo, las cambiantes tendencias climáticas pueden ocasionar problemas en los próximos años.
Según el informe, hay más personas desnutridas en áreas del mundo que están muy expuestas a climas extremos. Los autores señalan que ha habido un calor extremo más frecuente en los últimos cinco años, y que la naturaleza de la lluvia está cambiando en algunas áreas, con temporadas de lluvias que comienzan más temprano o más tarde. Los cultivos básicos, como el trigo, el arroz y el maíz, están particularmente expuestos a los extremos climáticos.
Conoce más: El aumento de CO2 está haciendo la comida menos nutritiva
Adaptarse al cambio climático puede ser una cuestión de cambiar a cultivos menos “sedientos” en algunas áreas, y seleccionar variedades para la resistencia a la sequía, o diversificar cultivos y usar métodos naturales para hacer el mejor uso de la lluvia.
Brindar a los agricultores acceso al transporte para llevar sus productos al mercado, y la tecnología moderna, como las comunicaciones de previsión meteorológica, también puede ayudar.
El informe de Naciones Unidas sobre seguridad alimentaria y nutrición en el mundo 2018, es el trabajo conjunto de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, Unicef, el Programa Mundial de Alimentos y la Organización Mundial de la Salud.
Los directores de las agencias se unieron para advertir de un empeoramiento del futuro, si no se toman medidas para ayudar a las personas a adaptarse al cambio climático.
“Si queremos alcanzar un mundo sin hambre y desnutrición en todas sus formas para 2030 (como lo establecen los objetivos de desarrollo sostenible), es imperativo que aceleremos y ampliemos las acciones para fortalecer la capacidad de adaptación y resiliencia de los sistemas alimentarios y los medios de vida de las personas en respuesta a la variabilidad climática y los extremos”, escribieron en el prólogo del informe.
Te sugerimos: Más calor, más sequía, más hambre
Cindy Holleman, economista senior de la FAO y editora del informe, dijo:
“Lo que es alarmante de este análisis es que la variabilidad climática y los extremos climáticos ahora están contribuyendo al aumento del hambre. No solo niveles de hambre de emergencia, sino hambre crónica”.
“Vemos este informe como una advertencia temprana de que necesitamos acelerar y aumentar la resiliencia climática, especialmente en países de África y América Latina que son los más vulnerables”.
“Este es el comienzo de una situación muy grave. Tenemos un objetivo para acabar con el hambre para el año 2030, y no lo haremos a menos que enfrentemos nuevos desafíos, los cuales son los extremos climáticos y la variabilidad”, concluyó.
El análisis también mostró que uno de cada ocho de los adultos del mundo (672 millones de personas) ahora es obeso. Esto se considera cada vez más como una forma de malnutrición asociada con la pobreza, ya que las personas pobres a menudo carecen de acceso a alimentos de buena calidad.
Otros efectos de la malnutrición observados incluyen 151 millones de niños menores de cinco años demasiado cortos de altura para su edad debido a la malnutrición, una caída de los 165 millones registrados en 2012, con Asia representando el 55% del total.
Una de cada tres mujeres en edad reproductiva en todo el mundo tiene anemia, que también puede afectar el desarrollo de sus hijos, y solo el 40% de los bebés son amamantados exclusivamente por seis meses.
Este texto apareció originalmente en The Guardian, puedes encontrar el original en inglés aquí. |
Suscríbete a nuestro boletín
Lo más importante en tu buzón cada semana