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La propuesta viene de la Universidad de Oxford que, en un estudio recientemente publicado, explica los beneficios para la salud humana y el clima que se derivarían de la aplicación de un impuesto sobre la carne roja y procesada. Un impuesto sobre las carnes rojas podría reducir las grandes emisiones del sector alimentario; al inhibir su consumo y salvar unas 220,000 vidas para 2020 en todo el mundo, con enormes beneficios medioambientales.
Según Marco Springmann, investigador principal, el consumo de carne roja y procesada supera los niveles recomendados en la mayoría de los países desarrollados, con impactos significativos no sólo en la salud de las personas, sino también en los sistemas de salud financiados por los contribuyentes en muchos países, en la economía y en el medio ambiente.
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Incluir en el precio al consumidor el coste social y ambiental para la salud del consumo de carne roja y procesada podría generar beneficios significativos para la salud y el medio ambiente, particularmente en los países de ingresos medios y altos.
Los investigadores estiman que los costes derivados de problemas de la salud por el consumo de carne roja y procesada para el año 2020 serían de $285 mil millones, tres cuartas partes de los cuales provendrían del consumo de carne procesada.
En condiciones fiscales óptimas, los precios de la carne procesada aumentarían en promedio en un 25%, del 1% en los países de bajos ingresos a más del 100% en los países de altos ingresos, mientras que los precios de la carne roja aumentarían en un 4%, del 0.2% a más del 20%.
El consumo de carne procesada disminuiría en un promedio del 16%, lo que daría como resultado una disminución del 9% en el número de muertes atribuibles al consumo de carne roja y carne procesada.
Por otra parte, los beneficios climáticos estarían vinculados a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Los investigadores informan que las emisiones de la producción de carne son responsables de la mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con los alimentos y, en general, de alrededor del 14.5% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Por lo tanto, un menor consumo de carne roja y procesada podría tener importantes implicaciones en la lucha contra el cambio climático, lo que podría lograrse con una fiscalidad óptima: los investigadores calculan una reducción de las emisiones relacionadas con los alimentos de 109 MtCO2-eq, la mayor parte de la cual se puede atribuir a un menor consumo de carne de vacuno.
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Para el equipo que realizó el estudio, un impuesto de este tipo sólo en el Reino Unido evitaría casi 6,000 muertes al año y salvaría la economía de su sistema de salud, ahorrando más de 700 millones de libras en costes sanitarios.
“Espero que los gobiernos consideren seriamente la propuesta de aplicar un impuesto sobre la carne roja y la carne procesada”, dijo Springmann. “Como parte de una serie de medidas para hacer que la toma de decisiones de los consumidores sea más fácil, saludable y sostenible”.
Este texto apareció originalmente en EcoInventos, puedes encontrar el original aquí.
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