La construcción de un muro en EE. UU. sería un desastre ambiental
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- Escrito por Clarín - Foto por EFE
El presidente estadounidense Donald Trump insiste en erigir una barrera de acero en la frontera con México, con un costo de $5,700 millones, denunciando una “creciente crisis”, en un momento en que la parálisis presupuestaria se acerca a ser la más larga de la historia del país.
“Hay una creciente crisis humanitaria y de seguridad en nuestra frontera sur”, dijo Trump durante una intervención solemne desde la Oficina Oval de la Casa Blanca, la primera desde su llegada al poder.
En su discurso de nueve minutos, Trump dijo que los agentes fronterizos se enfrentan cada día a “miles de inmigrantes ilegales” que intentan entrar al país.
“Va a ser una barrera de acero y no un muro de concreto. Esta barrera es absolutamente crítica para nuestra seguridad fronteriza. Es algo que nuestros profesionales en la frontera quieren y necesitan”, dijo el presidente estadounidense.
Costos ecológicos
El muro que Donald Trump pretende construir tendrá gravísimos costos ecológicos, según la opinión de varios expertos. Gerardo Ceballos, del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dijo que el muro se extenderá a lo largo de más de tres mil kilómetros, por algunos de los lugares más ricos en biodiversidad del continente.
Reptiles, mamíferos, incluso anfibios se verán afectados en su movilidad, afirmó Ceballos en una entrevista con Televisa. Subrayó que los más afectados serán los mamíferos, en particular el jaguar (en peligro de extinción), el lobo gris, el oso negro e incluso los bisontes que se mueven en la frontera.
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A estas especies el cambio climático las hará más vulnerable con el muro, pues ya no podrán buscar mejores sitios hacia el sur, como han hecho durante siglos, apuntó.
“De las más de 800 especies que identificamos, 111 están en peligro de extinción, y la capacidad de desplazamiento de estos animales entre ambos países es clave para su supervivencia. Un ejemplo: en Estados Unidos se conocen solo tres jaguares, por lo que dependen de su contacto con ejemplares mexicanos para reproducirse, mientras que el perro de las praderas está extinto en Estados Unidos y por ello la población de México se debe recolonizar”.
“Estamos condenando a estas especies”, concluyó el investigador, quien instó a resguardar los ecosistemas y no a dividirlos.
Ecocidio
Juan Mayorga, periodista especializado en asuntos ambientales, escribió en Expansión:
“De llevarse a cabo esta extravagante infraestructura tendría más forma de ecocidio que de medida de seguridad fronteriza. Y la historia reciente se ha encargado de evidenciar por qué. Magníficas bestias han tenido su hogar en estos territorios desde más de tres millones de años, mucho antes de que el bisabuelo de Trump llegara de Alemania a América en 1905”.
“La frontera cruza áreas de conservación sensibles, reconocidas a ambos lados de la frontera. Se trata de la reserva de la biósfera de El Pinacate y el Gran Desierto de Altar, colindante entre Sonora y Arizona, las áreas de protección de flora y fauna del Cañón de Santa Elena en Chihuahua, Maderas del Carmen en Coahuila, y la Laguna Madre y el Delta del Río Bravo en Tamaulipas. Estas áreas tienen sus contrapartes estadounidenses en los parques nacionales Organ Pipe Cactus, Tumacacori y Big Bend“.
Y no sólo los animales están en peligro: “El muro tiene implicaciones directas para las poblaciones humanas e implica también riesgos sociales. Un ejemplo de esto es la inundación registrada en la ciudad de Nogales, Sonora, en 2011, derivada de una falla en la capacidad de desagüe en el muro fronterizo, que finalmente colapsó a pesar de haber tenido un costo millonario. Una construcción de esta envergadura podría modificar los patrones de flujo de agua y la profundidad de los mantos acuíferos, amenazando el abastecimiento de agua potable”.
Otro periodista, Grennan Milliken, escribió:
“De acuerdo a un informe hecho el año pasado por US Fish and Wildlife Service, un muro que cubra esa frontera de 3,200 kilómetros, con 1.600 kilómetros de espacio desarrollado a cada lado, afectaría a 111 especies en vía de extinción, 108 especies de aves migratorias, cuatro refugios salvajes, criaderos de peces y un número indeterminado de humedales protegidos”.
“La frontera entre México y Estados Unidos hace parte de un conjunto de ambientes que incluyen dos ecosistemas únicos y altamente diversos: el Valle del Río Grande en Texas y las Sky Islands. El Valle de Río Grande es uno de los lugares con más biodiversidad en Norteamérica, con unas 700 especies de vertebrados y recoge $463 millones al año por turistas que quieren observar la vida salvaje, como los ornitólogos que vienen a ver miles de pájaros volando en migraciones masivas. Los linces, jabalís, tigrillos, venados, unas 500 especies de aves migratorias y decenas de anfibios y reptiles dependen del libre movimiento a lo largo de su región”.
“Podemos predecir el daño que va a causar el muro de Trump basándonos en unas porciones del borde que sirvieron para el mismo propósito. Un cable punzante de cinco metros y medio hecho de acero distribuido en una cerca que cubre 1,046 kilómetros del borde entre California y Texas, el cual fue parte de un proyecto en 2005 durante la administración de George W. Bush. En 2011, el rango de unas 16 especies se redujeron en un 75%. Algunas especies inusuales como los tigrillos en Texas (solo hay unos 50 en Estados Unidos), fueron desprovistos de sus contrapartes mexicanos, llevando a que se perdiera aún más diversidad genética. Se han visto bisontes escalando el alambre de púas en busca de agua y comida”.
Migración animal
El biólogo y director ejecutivo de la organización sin ánimo de lucro Sky Island Alliance en Arizona, Louise Misztal, dijo: “Lo interesante de la infraestructura que ya está en la frontera es que está afectando a todas las especies. Desde los osos que no tienen chance de cruzar, hasta los pequeños sapos y renacuajos. Es impasable incluso para los animales salvajes más chiquitos”.
En el suroccidente de Estados Unidos y el noroccidente de México, un corredor único donde se juntan la Sierra Madre y las Rocky Mountains, las especies tropicales como el jaguar y los tigrillos del noroccidente mexicano se juntan con especies como osos y leones de montaña del sur de Arizona.
“Los mamíferos de largo alcance como los leones de montaña, osos, jaguares y tigrillos necesitan moverse entre estas montañas para obtener recursos y agua”, dijo Misztal.
El muro de Trump “no le permitiría a los jaguares pioneros migrar hacia los Estados Unidos para repoblar el área. También afectaría a la pequeña población de lobos mexicanos (son alrededor de 100 lobos), la cual es una de las especies de lobo gris más escasa en el mundo. Además de estas consecuencias inmediatas, este muro también le impediría a las especies cambiar de localidades y estilos de vida con el fin de adaptarse a los cambios climáticos”, añadió Misztal.
“Los animales voladores como las aves y los insectos tampoco podrán cruzar tan fácil por encima del muro. Si la barrera está iluminada, las criaturas migratorias que vuelan (pájaros e insectos por igual) podrían ser sacados de su ruta y su sentido de ubicación podría verse afectado. Las paredes que ya están construidas a lo largo de la frontera ya han dañado cauces, lo cual altera a las aves migratorias”, explicó Misztal.
Declaraciones
El proyecto, además, se topará con muchos obstáculos, incluyendo problemas de ingeniería y peleas con campesinos que se rehúsan a entregar sus tierras. La agencia EFE, en su Espacio Verde, aclaró:
“Científicos, activistas y defensores del medio ambiente, se han pronunciado en contra del “proyecto faraónico” por las terribles consecuencias que tendría para la ecología y la vida silvestre de la zona”. Dan Millis, del proyecto Sierra Club Borderlands, señaló que “en términos climáticos, construir un muro fronterizo es un acto de autosabotaje; actualmente ya vemos que la migración natural de la vida silvestre ha sido bloqueada por las cercas y muros existentes”.
Por otro lado, Jaime Rappaport Clark, directora de la organización Defenders of Wildlife alegó que “un muro es un límite artificial y disruptivo en el mundo natural, ya que para sobrevivir la vida silvestre debe ser capaz de desplazarse libremente a través de diversos ecosistemas conectados geográficamente”.
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Kierán Suckling, director ejecutivo del Centro para la Diversidad Biológica, declaró que ya se han gastado miles de millones de dólares en muros fronterizos que cuentan con poca o nula supervisión ecológica, lo cual ha causado erosión e inundaciones en las comunidades fronterizas, y además ha bloqueado el desplazamiento natural de ciertas especies, lo cual es crucial para la supervivencia de lobos, ocelotes y jaguares que viven en la zona.
Raphael Sperry (presidente de la Asociación de Arquitectos, Diseñadores y Planeadores por la Responsabilidad Social), advirtió que fomentar el cambio climático no ayuda a la salud pública, ni a la seguridad ni el bienestar de su país, “y, de hecho, pone en peligro la salud pública, la seguridad y el bienestar de los Estados Unidos”.
El naturalista César García Valderrama, presidente de la Sociedad de Plantas Nativas de Baja California, expresó que la propuesta del presidente estadounidense Donald Trump de construir un muro fronterizo, de concretarse, “puede afectar de manera negativa la biodiversidad y tener repercusiones que aun se desconocen”.
Ante ello, señaló, “existe una fraternidad entre científicos mexicanos y estadounidenses interesados en conocer, divulgar y proteger los ecosistemas y formas de vida de la región fronteriza”.
Ecorregiones
La Sociedad de Plantas Nativas de Baja California es una organización de profesionales y aficionados que comparten el interés de promover el aprecio, la investigación, la educación y la conservación de la vegetación de la zona. El especialista comentó que hay un profundo desconocimiento de la gran biodiversidad que tiene la frontera norte de México, que cuenta con una belleza extraordinaria.
Existen ecorregiones como el Desierto Sonorense, el Desierto Chihuahuense o la Provincia Florística de California, que se extiende a través de la frontera, que cuenta con plantas endémicas como la “manzanita de Otay”. En la ribera del Pacífico se ubica uno de los cinco ecosistemas de tipo mediterráneo del mundo, todos considerados “focos de biodiversidad”.
El maestro en ciencias Jorge Valdez Villavicencio, de la Universidad Autónoma de Baja California, explicó a su vez que en el Río Colorado, en su tramo de Sonora, hay especies endémicas de peces y, en el desierto, organismos como el sapito sonorense, salamandras y tortugas de agua dulce particulares de fosas temporales.
“Especies como el ocelote, pecarí, berrendo y jaguar están en peligro de extinción o vulnerables, y si se pone una barrera física no natural afectará a especies únicas de la región”, añadió.
Este texto apareció originalmente en Clarín, puedes encontrar el original aquí.