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Santiago registró la temperatura más alta de la historia. Según la Dirección Meteorológica de Chile (DMC), el termómetro de la Estación Pudahuel marcó 39.3°C. La misma estación anotaba 37.7°C en 2017, la temperatura más elevada jamás registrada en la capital.
En 2017, el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2) realizó un estudio titulado “Informe a la Nación: Megasequía 2010-2015, una lección para el futuro”, que ya culpaba en un 25% la ocurrencia de la actual megasequía que afecta a la zona central del país.
Juan Pablo Boisier, investigador del CR2, señaló que la ola de calor que se sintió en el país tiene directa relación con el cambio climático.
“El fenómeno fue súper particular, fue un récord histórico, que no solo se vio en Santiago, sino en buena parte de la zona de Chile central. Cuando ocurren estas cosas, se debe a muchos factores, que deben estar alineados en la misma dirección. Lo más evidente para un día en particular son las condiciones de la atmósfera. Aparte de alta radiación, que tengamos días despejados y condiciones sinópticas, como campos de presión o circulación de la atmósfera. Además, los anticiclones que cruzan por el sur de Chile que generan altas temperaturas a lo largo de la columna atmosférica, generan calentamiento”, explicó.
El mencionado estudio establece que hace más de mil años, en la época preindustrial, las largas sequías se producían aproximadamente cada 300 años, según el registro que éstas dejaron en los anillos de los árboles. En el último siglo, la frecuencia de estos fenómenos se fue acelerando y aparecieron cada 50 a 70 años. Pero en el futuro, se espera que esto sea aún más común. De acuerdo al análisis del CR2, la escasez hídrica podría presentarse en Chile cada 20 años hacia 2050, si siguen aumentando las emisiones de gases de efecto invernadero.
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Arnaldo Zúñiga, jefe de Difusión y Monitoreo de la Dirección Meteorológica de Chile, explicó que los datos duros y la estadística indica que las tendencias de temperaturas máximas, mínimas y olas de calor son cada vez más frecuentes.
“Entonces la tendencia es al incremento. No se puede descartar que estemos alineados al cambio climático, los veranos cálidos que son sobre 30°C también van en aumento, tenemos veranos más cálidos en gran parte de Chile. Las temperaturas mínimas también van en ascenso, hace menos frío en las noches. Ahora se está repitiendo el patrón de 2017, cuando se superpuso la Alta Boliviana, lo cual contribuye al aumento de la temperatura”.
Boisier añadió que además del cambio climático, la condición seca de Chile central también incide.
“Hay estaciones y suelos secos y vegetación degradada. Cada mes hay una mayor probabilidad de exceder un cierto umbral, porque la condición básica y media va en aumento. En general, cuando hablo de cambio climático, me refiero a la componente antrópica, el impacto de la actividad humana. Nosotros, por ejemplo, hemos estudiado el régimen de precipitaciones, y hay factores naturales, pero la conclusión principal es que no podemos explicar ciertos fenómenos sin un componente antrópico. Hoy no explicamos la situación en Chile sin la componente antrópica, pero el factor natural también es muy importante”.
Zúñiga pronosticó una condición similar.
“En los próximos días, para ser verano, vamos a tener temperaturas normales… Siempre uno piensa que puede haber un récord con respecto a las temperaturas, pero lamentablemente nos estamos acostumbrando, en 2016 y 2017 ya hubo récords”.
De 1961 a la fecha, se han registrado seis veranos sumamente cálidos.
“De estos seis, cinco fueron desde el 2000 y de esos, cuatro en lo últimos diez años. Hay una tendencia que no se puede desconocer, algo está sucediendo, las temperaturas suben y hay algunos estudios que indican de un cambio climático abrupto en diez años. Me hace sentido el cambio climático, y no solo en Chile, en todo el mundo”, añadió Zúñiga.
El jefe de Difusión y Monitoreo de la Dirección Meteorológica de Chile, señaló que el calor y frío extremo tienen una relación directa entre sí, “ya que tiene que haber un equilibrio térmico en la Tierra. A nivel del mar las corrientes marinas contribuyen, hay una constante lucha de equilibrios. La Tierra tiene que equilibrarse con fríos extremos u olas de calor. El hecho del incremento de alta presión inhibe los sistemas de frío y por ende disminuyen las precipitaciones. En el corto plazo la tendencia es que sean años calurosos. Hay que vivir con eso y aplicar las políticas a nivel mundial. Es la línea”.
Este texto apareció originalmente en La Tercera, puedes encontrar el original aquí.
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