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Brasil, centro de críticas por el giro en política ambiental promovido por el presidente Jair Bolsonaro, acogió la Semana del Clima de América Latina y el Caribe, en la que diversos actores impulsarán la respuesta de la región a la actual emergencia climática.
El Gobierno brasileño, liderado por Bolsonaro, es el anfitrión de esta iniciativa promovida por organismos globales y regionales y que sirve de preparación para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP-25), que se celebrará el próximo mes de diciembre en Chile.
Brasil declinó en un primer momento de organizar la reunión en la ciudad de Salvador, capital del estado de Bahía (nordeste), pero el Gobierno dio marcha atrás y estará presente en el encuentro de la mano del ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles.
Salles participará el miércoles en una sesión plenaria junto con el alcalde de Salvador, Antonio Carlos Magalhaes, mientras que el jueves conducirá un panel en el que Brasil compartirá su experiencia sobre política medioambiental, especialmente en la lucha contra la crisis climática.
Brasil, no obstante, llega al encuentro cercado por críticas y en el punto de mira tras las polémicas propuestas de Bolsonaro en materia medioambiental.
El jefe de Estado, en el poder desde el pasado 1 de enero, es partidario de explotar la Amazonía, legalizar la minería en las reservas indígenas y reducir la fiscalización sobre el pulmón verde del planeta, donde la deforestación se ha disparado en los últimos meses.
De acuerdo con un informe del Instituto del Hombre y el Medio Ambiente de la Amazonía (Imazon), que desde hace 28 años estudia la región, la tasa de deforestación en la selva brasileña creció un 66% en julio pasado, aunque ese porcentaje llega al 278% según las proyecciones del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (Inpe).
Bolsonaro también llegó a amenazar durante la campaña electoral con abandonar el Acuerdo de París sobre cambio climático, pero se retractó tras una reunión con el presidente francés, Emmanuel Macron, quien ha impuesto una serie de condiciones a Brasil para ratificar el acuerdo de libre comercio suscrito entre la Unión Europea y el Mercosur después de dos décadas de negociaciones.
Entre otros asuntos, Francia ha condicionado la aprobación del acuerdo al cumplimiento de normas ambientales, entre ellas, la implementación del Acuerdo de París, con el que el país sudamericano se comprometió a reforestar 12 millones de hectáreas hasta 2030.
“El acuerdo de París tienen un mecanismo para que siempre haya una ambición mayor. En 2020 todos lo países tienen que presentar una actualización más ambiciosa que la anterior. 2020 es un año muy importante, es un hito para seguir avanzando hacia la consecución de los objetivos”, explicó Alejandro Kilpatrick, responsable de finanzas climáticas de la ONU Cambio Climático, en una sesión informativa sobre la Semana del Clima de América Latina y el Caribe.
El encuentro que inicia hoy en Salvador, realizado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), calienta los motores de cara a la Cumbre de la Acción Climática que se celebrará el próximo septiembre en Nueva York y sirve de termómetro para la COP 25, la cual Brasil declinó acoger al alegar razones presupuestarias.
No obstante, al no estar directamente vinculada a la COP, la Semana del Clima de Latinoamérica y Caribe no contará con espacios de negociación internacional en el contexto de la Convención de la ONU para el Cambio Climático o del Acuerdo de París.
“La semana del clima no es una negociación, es una discusión práctica entre Gobiernos y actores de la sociedad para ayudar a la región a enfrentar la emergencia climática”, agregó Kilpatrick.
Este texto apareció originalmente en EfeVerde, puedes ver el original aquí.
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