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Casi parece una de las obras gigantes del difunto artista plástico Christo. Como un gran sudario, un lienzo blanco cubre la ladera de la montaña. En el norte alpino de Italia, se acerca el verano y el hielo debe protegerse del calor que se aproxima.
El glaciar Presena, a caballo entre Trentino Alto Adigio y Lombardía, ha perdido más de un tercio de su volumen desde 1993. Debido al calentamiento global los veranos son cada vez más soleados y hacen que el hielo retroceda un poco cada año.
Tan pronto como termina la temporada de esquí, se movilizan esfuerzos para tratar de limitar la fusión del hielo.
“Esta área se está reduciendo cada vez más, por lo que tenemos que cubrirla lo máximo posible”, dice Davide Panizza, de 34 años, jefe de la compañía Carosello-Tonale, encargada de la operación.
El proyecto comenzó en 2008, con casi 30,000 metros cuadrados de lona desplegada y colocada en la nieve. Su equipo está instalando 100,000 metros cuadrados este año.
“El lienzo es una lona de geotextil que refleja la luz, ahora por debajo de la temperatura ambiente y, por lo tanto, ayuda a preservar la nieve”.
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En este valle fronterizo entre las regiones de Trentino y Lombardía, a más de 2,700 metros sobre el nivel del mar, los trabajadores despliegan largas lonas, lo que le da la impresión de que la ladera está envuelta como un regalo gigante. Las lonas deben ser cosidas metódicamente, para evitar que se deslicen en la parte inferior de la pendiente o se destrocen por el efecto del tiempo. Cada una de ellas mide 70 metros de largo por 5 metros de ancho, con un coste de fabricación de 400 euros.
Su color blanco es apenas distinguible de la nieve ya suavizada por el calor.
“Se necesitan casi seis semanas para instalar las lonas a finales de la primavera y otras seis semanas en el otoño para eliminarlas hay experimentos similares en los glaciares austriacos, pero su superficie es más pequeña que el glaciar Presena”, destaca Franco anizza.
Del Pero, de 48 años, que dirige la operación en el terreno dice que el sistema ha mejorado con los años.
Este texto apareció originalmente en La Vanguardia, puedes ver el original aquí.
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