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Un estudio demostró que el Gammarus duebeni, un invertebrado de río que mide dos centímetros, es capaz de triturar hasta el 66% del plástico ingerido en solo cuatro días. Los investigadores advierten que no es algo positivo ni se tiene que ver como una solución.
La contaminación por plásticos y microplásticos es una problemática que cada vez avanza más en los ecosistemas del mundo. Los océanos son los más afectados. Se estima que cada año entran en el mar de 5 a 13 millones de toneladas de plástico, lo que ha producido que miles de especies marinas la confundan con alimento y terminen consumiendo esas fibras que se desprenden del material.
Estudiando esas especies marinas que consumen las fibras de plástico, Alicia Mateos Cárdenas, investigadora postdoctoral en la Universidad College Cork en Irlanda, estudió durante tres años al Gammarus duebeni, una especie de invertebrado de río de dos centímetros. El ejemplar también tenía microplásticos dentro de su organismo.
Y aunque no es una novedad, porque ya se había encontrado que otros anfípodos de aguas marinas de entre 7,000 y 10,890 metros de profundidad también tenían plástico, la investigadora encontró que esta especie, en particular, consiguió fragmentar el plástico en minúsculos pedazos, tan pequeños como una célular.
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Para llegar a esta conclusión, el equipo utilizó microesferas esféricas de polietileno, que es un polímero común que está en las botellas de plástico. Cada una de ellas fue marcada con color fluorescente para poder rastrear la ingestión y la fragmentación con un microscopio. Comprobaron que dichas microperlas fueron descompuestas por los crustáceos en nanoplásticos. Cada uno de esos trozos de plástico medían menos de una micra, o una milésima de milímetro.
Esta especie, según el informe publicado en Scientific Reports, puede triturar hasta el 66% del plástico ingerido en solo cuatro días. Un descubrimiento que afectaría la lucha contra la contaminación por plástico. Para Mateos Cárdenas este invertebrado multiplica las capacidades de expansión del plástico por su organismo.
Primero porque, al ser el alimento otras especies como peces y aves, la transmisión de este material es inevitable. Además, sus gránulos fecales podrían desplazar estos nanoplásticos flotando por el fondo marino donde podrían ser tragados, por accidente, por otras especies. Otra de las preocupaciones de los investigadores es que el crustáceo estudiado es una de las más de 200 especies de Gammarus que se encuentran a nivel mundial en ríos, estuarios y océanos.
Según los hallazgos del grupo de investigación, esta especie es capaz de fragmentar más trozos cuando hay una mayor exposición de microplástico y está expuesto en un tiempo más largo.
“La proporción de piezas más pequeñas fue más alta cuando había comida durante el proceso digestivo. Estos matices destacan el papel crucial que la biota puede tener en los microplásticos”, reseña el estudio.
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Como estos fragmentos, conocidos como nanoplásticos, son lo suficientemente pequeños, pueden atravesar las membranas celulares, por lo que los científicos ambientales del University College Cork (UCC), creen que es probable que sean potencialmente más dañinos para la vida silvestre. Incluso, podían afectarlos más que los microplásticos, que miden hasta 5 mm de tamaño.
Mateos Cárdenas explica que el hallazgo no debe verse como algo positivo y menos como una solución a esta problemática que ha afectado al mundo.
“No sabemos realmente el impacto que tiene, pero una de las posibilidades que se barajan es que, al ser tan pequeños, se puedan acumular en las células y meterse en el tejido de los animales”, añade.
Los investigadores advierten que es necesario seguir preocupándose por la contaminación por plásticos, ya que podrían acumularse en animales y plantas con efectos que, hasta el momento, son desconocidos.
Este texto apareció originalmente en El Espectador, puedes ver el original aquí.
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