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Macedonia del Norte lleva varios meses enfrentándose a una sequía que está drenando los lagos y ríos de la región y ha obligado a aumentar la producción de las centrales térmicas, altamente contaminantes, ante la incapacidad de mantener la actividad de las hidroeléctricas.
En el lago artificial Debar, una de las zonas que ha quedado prácticamente seca, Marko, de 67 años, monta su tienda para descansar antes de ir a pescar.
“Hoy en día podemos dormir donde antes solíamos tirar los cebos”, explica el veterano pescador a EFE. “He pescado en este lago durante casi 30 años pero cada vez es más difícil. El nivel del agua ha descendido y recojo algas en lugar de peces”.
En algunas partes de Macedonia del Norte el agua ha descendido cientos de metros en los últimos dos años. Esto, sumado a la reciente falta de lluvia, ha provocado que la empresa estatal ESM de centrales hidroeléctricas se viera obligada a detener la producción de electricidad en la segunda semana de noviembre.
“Los niveles de agua dentro de los lagos naturales y artificiales han bajado. Se debe evitar un mayor peligro para la flora y la fauna”, informó el Gobierno al anunciar el cese de las operaciones en las centrales hidroeléctricas.
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Este tipo de plantas suponen hasta el 26% de la producción de energía nacional en Macedonia del Norte, con hasta 1,200 GWh anuales, mientras que la energía eólica se limita a unas pocas centrales.
El resto de la producción eléctrica doméstica procede de la energía térmica, basada principalmente en la combustión de carbón vegetal con un alto impacto medioambiental.
El cierre de las centrales hidroeléctricas provocó que el Estado tuviera que aumentar la importación de electricidad del exterior y que las centrales térmicas incrementaran su velocidad de producción para compensar la pérdida de energía.
Esto ha supuesto que aumenten los niveles de contaminación en Macedonia del Norte, que ya de por sí es uno de los países más contaminantes del mundo y que encabeza la lista de regiones con el peor aire durante el otoño y el invierno.
Bitola, hogar de unas 75,000 personas, es una ciudad que se encuentra a pocos kilómetros de la central térmica de TEC Bitola, planta que asegura casi el 70% de la producción eléctrica del país.
Durante otoño e invierno, esta región de Pelagonia es uno de los lugares con el aire más contaminado del país.
“Definitivamente es el mayor contaminador de Macedonia”, afirma el portavoz de la Sociedad Regional Geográfica de Bitola, Mite Ristev, quien sostiene que las encuestas europeas han confirmado que TEC Bitola es uno de los mayores contaminadores de la región.
Además, destaca que el 32% de las muertes en esta región en los últimos años se atribuyen a una “razón desconocida”, según los datos oficiales de Salud Pública.
Para el portavoz no hay dudas de que estos fallecimientos son fruto de la contaminación.
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Por su parte, la experta en bioquímica y activista ecologista de Bitola, Gabriela Ilieska, pone el foco en el impacto negativo que está teniendo la central térmica en las especies vegetales y animales de la montaña.
“No sólo sabemos que el aire está contaminado, como muestran las mediciones, sino que está comenzando a afectar al parque nacional Pelister, incluso en sus zonas más altas, donde se encuentran los pinos endémicos Molika”, añade.
El cierre de las centrales hidroeléctricas no solo ejerce presión sobre la contaminación del aire, sino que también abre la puerta a una nueva subida de los precios de la electricidad este invierno en un país cuya economía y hogares ya están muy afectados económicamente por los cierres a causa de la pandemia de coronavirus.
Los datos oficiales del Instituto Hidrometeorológico de Skopje marcan que los niveles generales de lluvia y nieve han disminuido en los últimos años, por lo que la producción de energía hidroeléctrica está en riesgo también en el futuro.
“Esperamos ver algo de lluvia en noviembre”, concluye el hidrometeorólogo macedonio Vasko Stojov.
Este texto apareció originalmente en EfeVerde, puedes ver el original aquí.
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