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Con una superficie de cobertura conjunta de 120,000 kilómetros cuadrados, los cinco bosques más grandes de Mesoamérica albergan más de 2,000 especies que representan el 7.5% de la biodiversidad del planeta, entre las que se encuentran el jaguar, el tapir centroamericano, el águila arpía y la tortuga centroamericana.
Asimismo, contienen el 47% de las reservas de carbono forestal de la región y abastecen a más de 5 millones de personas. “Los cinco grandes bosques son la selva Maya en México, Guatemala y Belice; Moskitia en Nicaragua y Honduras; el Indio Maíz-Tortuguero en Nicaragua y Costa Rica; la región de Talamanca en Costa Rica y Panamá; y el Darién en Panamá y Colombia”, apunta Jeremy Radachowsky, director regional de Mesoamérica y el Caribe de la Wildlife Conservation Society (WCS) para DW.
No obstante, su destrucción se ha acelerado las últimas décadas. “En los últimos 15 años, la selva Maya ha perdido el 25″, Moskitia el 30%, e Indio Maíz el 23%”, lamentó.
Por este motivo, una iniciativa pretende conservar los cinco grandes bosques de Mesoamérica y enfrentar la amenaza principal de la región: la ganadería ilegal. Esta es la causa del 90% de su deforestación, tanto en áreas protegidas como en territorios indígenas.
Asimismo, “el contrabando ilegal de ganado también es un riesgo para la salud, tanto humana como animal. El ganado está siendo traficado por puntos ciegos a través de las fronteras centroamericanas hacia México sin ningún control fitosanitario. Llevan enfermedades infecciosas y transmisibles como la tuberculosis, e inclusive pueden tener coronavirus bovino”, alertó Radachowsky.
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En la iniciativa participan, además de los ocho países de Centroamérica, organizaciones de la sociedad civil y de pueblos indígenas como la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo (CCAD), Global Wildlife Conservation (GWC), Wildlife Conservation Society (WCS) y la Alianza Mesoamericana de Pueblos y Bosques (AMPB).
Y no solo se trata de erradicar la deforestación, sino que también pretende mejorar la gobernanza forestal, fortalecer los medios de vida y la reforestación y restauración de los bosques. De este modo, entre sus metas se encuentra lograr que existan 10 millones de hectáreas de bosque protegido, 500,000 hectáreas de bosque recuperado y cero extinciones de especies para 2030.
El proyecto bebe aguas de una iniciativa previa. Se trata del Paseo Pantera, creado hace 30 años, que derivó posteriormente en el Corredor Biológico Mesoamericano. No obstante, para Cándido Mezúa, secretario de Relaciones Internacionales de la AMPB, esta fue una iniciativa “solo a nivel institucional” y “no tiene un impacto positivo”, ya que “solo implicaba las áreas protegidas atendidas por los gobiernos”. Por este motivo, subrayó la importancia de que “sea una iniciativa conjunta y no unilateral”, dijo a DW.
Y es que en esta nueva iniciativa se les ha involucrado desde el inicio. “En 2017, invitamos a 80 personas de distintos sectores: pueblos indígenas, gobiernos, organizaciones no gubernamentales y universidades para hablar sobre la problemática que enfrentaban los cinco bosques y las posibles soluciones”, recordó Radachowsky.
“Allí acordaron el diseño de una iniciativa conjunta con el ánimo de darles visibilidad a los bosques de Mesoamérica”, explicó Mezúa. “La mayor parte de la cooperación tiene focalizada la mirada en la Amazonía y los bosques tropicales de África y Asia septentrional”, lamentó.
“Costa Rica ha duplicado sus bosques en los últimos 30 años y el resto de Centroamérica ha perdido alrededor del 30%”, dijo Carlos Manuel Rodríguez, ministro de Ambiente y Energía de Costa Rica, ofreciendo compartir con los vecinos “las políticas que han funcionado. Proteger los cinco bosques dará a los países más resiliencia climática y mejorará las posibilidades de desarrollo social de comunidades indígenas”.
Chris Jordan, coordinador de Centroamérica y los Andes tropicales de GWC, recalcó que la iniciativa es un “proceso holístico”, ya que “la mitad de estos bosques está en manos de pueblos indígenas y comunidades locales”.
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“Tienen soluciones probadas sobre cómo vivir y trabajar en estos paisajes de manera que se promueva la conservación de la biodiversidad y se limiten la degradación y la deforestación de los bosques”, agregó.
Así, Mezúa recordó su papel en la protección del medio ambiente. “La Universidad McGill está haciendo un estudio con la comunidad embera de Panamá que muestra que una hectárea nueva genera menos oxígeno que un bosque virgen”, subrayó.
A pesar de que los esfuerzos actuales se están focalizando en Moskitia y la selva Maya, “tenemos cartas de apoyo específicas de Guatemala, Belice, Honduras, Costa Rica y Panamá para iniciar una propuesta de 1,400 millones de dólares para el Fondo Verde, que será utilizado como plataforma para el desarrollo de una iniciativa en el rango de 80 y 100 millones de dólares durante 8 años, enfocado en la protección y adaptación al cambio climático de los cinco grandes bosques y sus habitantes”, avanzó Radachowsky.
No obstante, “sería necesaria una inversión de al menos 2 millones de dólares por bosque por año, para contrarrestar la ganadería ilegal y apoyar a la gestión local de áreas protegidas y territorios indígenas”, estimó.
Este texto apareció originalmente en EW, puedes ver el original aquí.
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