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Suena lógico que, si se pasa más tiempo en casa, el consumo aumente, las facturas se disparen, y el llegar a fin de mes se haga más complicado. Sin embargo, sí es posible gastar menos.
Para ello hay que cambiar algunos hábitos, aprender otros y saber priorizar. Reducir el consumo descontrolado es responsabilidad de todos. Ahora somos más conscientes de que el mal uso de la energía repercute en nuestro presente y en nuestro futuro.
El uso de la energía eléctrica ha aumentado durante la pandemia y es fundamental consumir energía de manera eficiente. Ahora se pasa más tiempo en casa y es necesario que la factura no aumente. Para ello se pueden tomar algunas medidas básicas que optimizan el consumo.
El consumo aumenta cuando la energía se disipa sin control. Por ello, calderas, calentadores, termos y cualquier otro equipo de producción de calor, deben estar en condiciones óptimas. Pasar las revisiones recomendadas por el fabricante y mantener los equipos ayuda a reducir el consumo.
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Trabajar desde casa puede convertir los días en jornadas interminables. Respetar el horario que se tendría en una oficina ayuda a programar los consumos y optimizarlos.
Vestirse igual que si se fuese a trabajar fuera de casa ayuda. El confort térmico de la ropa reduce la demanda de calefacción y permite estar en un ambiente agradable sin exigir más consumo.
Acabada la jornada laboral se deben apagar todos los equipos: ordenadores, cargadores, pequeños electrodomésticos. Además, ladrones, enchufes múltiples y pequeños aparatos consumen energía incluso en modo latente. Hay que apagar por completo lo que no se vaya a usar. Así se evitan largos consumos involuntarios.
La luz LED y las bombillas de bajo consumo son una buena inversión porque tienen una mayor vida útil y un consumo menor que los tradicionales. Es mejor encender y apagar cada estancia según se esté utilizando o no. Puede que dejar espacios encendidos dé sensación de seguridad y calidez, pero también incrementa el consumo.
Se debe aprovechar al máximo la iluminación natural para reducir las horas de encendido de lámparas y bombillas. Descorrer cortinas y persianas en momentos de soleamiento y de día, e ir encendiendo luces a medida que el sol se pone.
La domótica puede ser una gran herramienta de ahorro energético. Asistentes domésticos como Alexa o Google Home pueden ayudar a programar el encendido y apagado de los aparatos domésticos.
Si ya de por sí la renovación del aire garantiza un ambiente sano, la situación actual derivada de la covid-19 obliga a ventilar los interiores con más frecuencia que nunca.
La entrada de aire exterior disminuye el riesgo de contagio, pero en invierno el aire es especialmente frío, por lo que es importante compatibilizar seguridad y ahorro. Para evitar la pérdida de calor se debe intentar que la ventilación no coincida con los momentos de mayor consumo de calefacción o de más frío en el exterior. Las ventanas es mejor abrirlas por periodos más cortos (aumentando la frecuencia).
Electrodomésticos como el horno, el lavavajillas o la secadora consumen mucha energía en poco tiempo. Por ello es mejor usarlos en programas eco y a plena carga para que los tiempos y niveles de consumo no aumenten de manera desproporcionada. Aunque en principio son más caros, es mejor que los equipos sean de categoría A+ o A++ pues tienen un consumo eléctrico menor.
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Hornos, calefactores y resistencias emiten mucho calor, incluso apagados. Aprovechar ese calor latente es una ganancia térmica en espacios pequeños como cocinas y baños.
Por todos los huecos se puede perder calor. La inversión en ventanas de PVC o con rotura de puente térmico aseguran confort térmico y la optimización del consumo.
Las cajas de persiana estancas y aisladas evitan la disipación de energía encima de los huecos. Y estores, cortinas y persianas evitan que el calor se disipe cuando se pone el sol.
Las empresas suministradoras cuentan con planes de ahorro, tarifas planas, ayudas económicas. Por eso, hay que estudiar bien el consumo y buscar las mejores condiciones de contratación. La potencia contratada a veces genera gastos fijos por encima de lo necesario. Si se ajusta este factor, la factura se ajustará y también se notará a final de mes.
Estos son solo algunos consejos básicos que pueden traducirse en ahorros concretos. Incrementar el tiempo en casa no tiene por qué convertirse en un descontrol energético. Optimizar, regular y ajustar la demanda energética y los hábitos cotidianos permitirá ver, en poco tiempo, los ahorros en la factura energética.
Este texto apareció originalmente en The Conversation España, puedes ver el original aquí.
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