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Por lo general, desarrollar e implementar planes de sustentabilidad es un proceso de arriba hacia abajo, pero alcanzar metas ambiciosas requiere involucrar a todo el equipo porque las soluciones deberán provenir de todas las direcciones. El compromiso y el enfoque aplicado surgen cuando una organización va más allá de hablar de metas para crear una cultura que apoye el cambio.
Sin embargo, incluso cuando el liderazgo de la empresa está completamente dedicado, la cantidad de personas involucradas en la redacción e implementación de un plan suele ser bastante pequeña, y los empleados están “comprometidos” al recopilar y compartir datos interminables.
¿Está funcionando? Probablemente no, porque el compromiso no comienza con los datos: necesitamos conectarnos con los problemas “perversos” a nivel visceral.
“En 2008, después de 20 años de practicar la arquitectura, incluidas las prácticas de construcción ecológica, me di cuenta de que el problema no era el resultado de la falta de soluciones: era el resultado de la falta de conciencia y compromiso. Necesitamos un cambio cultural masivo que priorice el cambio climático. Fundé Climate Creatives para desarrollar métodos innovadores para involucrar a las personas en temas de sostenibilidad, utilizando experiencias de diseño y arte público para resaltar los datos”, comenta Susan Israel, fundadora y presidenta de Climate Creatives y autora del artículo.
Las empresas que intentan involucrar a sus empleados con información cuantitativa fracasarán porque la mayoría de las personas no se motivan mucho con los datos, especialmente cuando son abstractos y no identificables. ¿Qué es un gigavatio de energía? Gigatonelada de carbono? ¿Millones de metros cúbicos de agua?
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Algunas empresas van más allá de los datos para incluir la narración de historias, con imágenes de personas que huyen de las inundaciones o de osos polares moribundos. Entonces, además de desconcertados, estamos abrumados, tristes, asustados y un poco hartos de noticias sobre sequías, calor, inundaciones e incendios.
Abrumar lleva a las personas a desconectarse, negar la ciencia o congelarse ante la magnitud del problema.
Otra respuesta es cambiar la responsabilidad. Alguna vez escuchaste esto: “Primero necesitamos políticas que nos orienten y nivelen el campo de juego” o “Las acciones personales son insignificantes”. Cierto, la política es necesaria, pero los individuos impactan la política y los resultados. Todo el mundo es votante, influyente o tomador de decisiones y las pequeñas acciones se suman para marcar una gran diferencia. ¿Cómo pasamos de la apatía, el miedo, el desánimo y el olvido al compromiso?
La cultura de una organización debe estar integrada con la creencia de que, individual y colectivamente, podemos mejorar nuestros resultados climáticos. Cuando todos sientan que tienen el apoyo para impulsar el cambio, independientemente de su cargo, surgirán las soluciones. Para crear una cultura de sostenibilidad, necesitamos cuatro antimétricas: Esperanza, Acción, Creatividad y Comunidad.
1. Esperanza. La esperanza es esencial porque cuando no tenemos esperanza, no tenemos acción. La esperanza es lo que nos inspira y nos libera para actuar. El miedo nos bloquea, o peor aún, nos envía corriendo en la otra dirección.
2. Agencia. Necesitamos creer en nuestra propia capacidad para marcar la diferencia. Nada construye agencia más que soluciones innovadoras. Incluso las pequeñas victorias o las ideas que no van a ninguna parte proporcionan una base emocional para el compromiso porque podemos ver nuestro propio poder para ser agentes de cambio.
3. Creatividad. La experiencia de crear trae alegría, esperanza e inspiración. Trabajar con nuestras manos o en imágenes empuja a las personas fuera de su zona de confort de una manera que allana la jerarquía. Las ideas, no el estatus, se convierten en la moneda principal. No hay respuestas correctas ni resultados predeterminados. Perdemos nuestra capacidad de recurrir al mismo lenguaje antiguo, por lo que trabajamos de manera más colaborativa entre silos y dominios. El miedo a decir algo incorrecto se elimina en una burbuja de actividad que crea una zona segura para la exploración.
4. Comunidad. Cambiamos las creencias de un grupo trabajando juntos para crear una visión colectiva de un mejor camino a seguir. Trabajar en equipos pequeños mejora la comunicación, la confianza y la comodidad. Los grupos también aprovechan una diversidad de ideas. Cuando completamos una tarea que no puede ser completada por ningún individuo solo, vamos más allá y tenemos éxito tanto a nivel individual como organizacional.
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¿Cómo capturas esta poderosa experiencia en un tiempo razonable, en un ambiente de trabajo y con un propósito dirigido? Climate Creatives desarrolló una metodología utilizando experiencias de micro estudio para encapsular todas estas ideas en ejercicios potentes y compactos. Usando materiales de arte livianos, las agendas impulsadas por el cliente o temas específicos se exploran en ejercicios como:
Para una inmersión más profunda, apoya los objetivos de tu organización en talleres personalizados más largos. Desarrollar tus ideas, incluso si son intangibles, en forma física con un equipo pequeño, es una forma de juego significativo. Ofrecer y recibir aportes y celebrar los resultados con el grupo más grande genera camaradería y emoción.
Esta alegre experiencia genera ideas viables y un compromiso profundo, y los participantes se sienten exitosos. Aprovecha a todo tu equipo para alcanzar tus objetivos de sostenibilidad y reconstruir las conexiones después de trabajar de forma remota durante tanto tiempo. La combinación de esperanza, agencia, creatividad y comunidad desarrolla una cultura de sostenibilidad más profunda, sin más osos polares muertos.
Este texto apareció originalmente en WEForum, puedes ver el original en inglés aquí.
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