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El cambio climático está afectando de manera sustancial la flora y fauna de nuestro planeta, y el ecosistema acuático no queda exento del problema. De hecho, los arrecifes de coral son estructuras que se han visto sumamente afectadas por el aumento gradual de la temperatura global. La preservación de los mismos es crucial porque capturan gran cantidad de bióxido de carbono atmosférico, otorgan un espacio propicio para la vida y nos protegen de huracanes y tormentas, solo por mencionarse algunos ejemplos.
No obstante, dado el aumento gradual de emisiones de CO2 en la atmosfera, la capacidad de captación de los arrecifes se ha visto superada y su existencia se ha puesto en peligro, no solo por el aumento de dicho gas, sino también por otras actividades tales como la pesca y el turismo. Por tal panorama, es que se ha implementado la construcción de arrecifes artificiales que puedan ayudar a resarcir el daño que tienen los primeros.
Un arrecife artificial consiste en la colocación de estructuras creadas por el humano con una gran variedad de materiales (barcos que son hundidos, tubos de concreto, vagones de metro, partes de automóviles o troncos de madera) con la finalidad de estimular un hábitat para la flora y fauna marina con fines pesqueros. Sin embargo, de este uso se derivó su aplicación en la mitigación al cambio climático por medio de la rehabilitación de los arrecifes naturales, permitiéndoles así, un mayor tiempo para regenerarse y reducir la presión que existe sobre ellos.
Es importante mencionar que para garantizar que los materiales introducidos al ambiente acuático no sean perjudiciales, se deben realizar estudios toxicológicos, oceanográficos o biológicos que den certeza que no habrá alguna clase de daño. Un ejemplo de éxito se encuentra en Dubái (Emiratos Árabes Unidos), siendo precisos en las islas artificiales de “El Mundo”, donde se logró dar un ambiente propicio para la generación de arrecifes a partir de antiguos vehículos de la policía local.
Actualmente, se está trabajando en la implementación de arrecifes artificiales en aguas profundas, y, aunque aún se sigue investigando el cómo poderlo llevar a cabo, los beneficios que traería consigo son muy altos, dado el poder de absorción de CO2 que tienen los océanos. Con todo, se tiene que resaltar que uno de los principales inconvenientes se localiza en el derecho internacional, pues la construcción de los mismos choca con la falta de jurisdicción global en altamar, por lo que su implementación dependería de las políticas pesqueras o de embarcaciones de más de un Estado.
Pese a las limitantes que puedan existir, la construcción de este tipo de estructuras puede ser pieza fundamental para ayudar a reducir el problema que enfrentamos. Es por ello por lo que se debe seguir incentivando la investigación y desarrollo de tecnologías que nos puedan acercar más a lograr este objetivo, además, se debe instar a gobiernos y organismos internacionales a fomentar el debate respecto al tema y buscar medios en los cuales se pueda llevar a cabo proyectos de este tipo, sin dejar atrás, el papel que tiene el cuidado y preservación de los arrecifes naturales.
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