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La ciudad de Bruselas (Bélgica) limitará progresivamente el acceso de vehículos más contaminantes, como ocurre en otras capitales europeas, en una zona de bajas emisiones, un área que cubrirá sus 19 comunas.
El Ayuntamiento de la capital belga ha puesto en marcha el sistema para determinar qué autos pueden entrar en la zona de bajas emisiones, que cubrirá toda la región de Bruselas salvo la autopista circular de unos 75 kilómetros que rodea al territorio y pasa también por las regiones colindantes de Flandes y Valonia.
“Nuestra salud está en juego”, dijo el Ayuntamiento en la página web que explica la nueva normativa y recoge los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que atribuyen a las emisiones contaminantes de motores hasta 75,000 muertes prematuras cada año en Europa.
No sólo son razones de salud pública y del coste sanitario que suponen las enfermedades respiratorias las que han motivado que Bruselas se sume a estas restricciones: el Ayuntamiento apunta también al incremento de los límites europeos de dióxido de nitrógeno y a varios casos judiciales abiertos por la contaminación del aire.
Para aliviar los elevados niveles de contaminación en sus calles más céntricas, la capital belga y comunitaria introdujo el pasado 1 de enero un sistema que irá progresivamente endureciendo las condiciones para el acceso de los vehículos más contaminantes, desde este año (cuando sólo los menos ecológicos tendrán prohibido acceder a la zona) hasta 2025.
La vigilancia de los vehículos que entran en el área restringida se hará con cámaras de seguridad que detectarán el número de la matrícula y así comprobarán si cumple los requisitos exigidos.
En la ciudad se han instalado 176 cámaras y se prevé tener más de 200 para finales de este año.
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A partir del 1 de octubre, cuando acabe el periodo de transición, los infractores deberán pagar una multa de 350 euros, aunque también se podrá adquirir un pase diario por 35 euros para necesidades puntuales (ocho veces por vehículo al año).
El Ayuntamiento de Bruselas calcula que tan solo el 0.5 % de los vehículos registrados en la ciudad se verán afectados por las restricciones en 2018, pero este porcentaje aumentará al 25% en 2022 y al 33% en 2025.
Suecia fue en 1996 el primer país europeo en el que tres de sus principales ciudades pusieron en marcha zonas de bajas emisiones: Estocolmo, Gotemburgo y Malmö.
Desde entonces, cada vez más ciudades y regiones han implantado este sistema hasta llegar a 227 zonas de bajas emisiones distribuidas por buena parte de la Unión Europea, según un estudio de la Agencia para el Medio Ambiente y el Control de la Energía francesa.
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Para el concejal de la región holandesa de Gelderland y miembro del Comité Europeo de las Regiones, Michiel Scheffer, la auténtica transición ecológica será el cambio a los autos de cero emisiones y, en particular, la tendencia a la baja de los precios de estos vehículos para que todo el mundo pueda acceder a ellos.
“Para 2021, poseer un auto eléctrico debe costar lo mismo que un auto tradicional. Ese es el objetivo principal”, aseguró a Efe.
El político holandés consideró “realistas” los objetivos europeos de reducción de emisiones para 2030, ya que, explicó, once años son suficientes para que toda la población pueda hacer los cambios necesarios.
“La gente con más medios (económicos) llevará a cabo la iniciativa y la gente con menos la hará cuando los autos sean más asequibles y baratos”, opinó.
Scheffer defendió una armonización a nivel europeo de los criterios de las zonas de bajas emisiones o los estándares de las estaciones de recarga de los autos eléctricos, para que viajar con un vehículo ecológico no requiera distintas condiciones en diferentes ciudades.
Este texto apareció originalmente en EfeVerde, puedes encontrar el original aquí.
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