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El incendio en el norte de California, Carr, ya es el más destructivo de los cerca de noventa incendios forestales que azotan el Oeste de Estados Unidos donde se registran elevadas temperaturas. El número de víctimas ascendió a seis y más de 38,000 personas fueron evacuadas de sus casas.
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Los 3,500 bomberos y los 17 aviones cisterna que luchan contras las llamas solo han logrado controlar un 5% del área incendiada, que se ha expandido a 340 kilómetros cuadrados y ha derretido más de 517 estructuras, la mayoría casas en medio de un paisaje fantasmagórico. Por ejemplo, el pueblo de Keswick, de 450 habitantes, ha sido reducido a cenizas.
El incendio, que se inició por una falla mecánica en un vehículo, ha consumido ya 36,000 hectáreas, según los últimos datos. Las autoridades anunciaron el fallecimiento de dos niños de cuatro y cinco años, y de su abuela. Los tres fueron engullidos por el fuego en una finca familiar a las afueras de Redding, una ciudad de 90,000 habitantes y epicentro del incendio, y desde entonces no se les había podido localizar. Además, la policía de Redding reveló que 17 personas siguen desaparecidas, lo que podría elevar significativamente la cifra de víctimas. Las otras dos víctimas eran bomberos.
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Ed Bledsoe, el marido de la mujer y el abuelo de los nietos fallecidos, explicó desesperado a la prensa local cómo trató de volver a la casa para rescatarlos, pero fue imposible. “Hablé con ellos hasta que el fuego los alcanzó. Estaba tratando de ir hacia el fuego”, dijo.
Más de 5,000 estructuras se encuentran amenazadas por el avance frenético de las llamas, que se avivan por las elevadas temperaturas (de hasta 37°C), la baja humedad y los fuertes vientos. En algunas localidades, las evacuaciones fueron caóticas.
En paralelo, el Gobierno federal reforzó la ayuda a California con el envío de miles de bomberos. En una declaración de emergencia para California, el presidente estadounidense, Donald Trump, “ordenó ayuda federal para complementar los esfuerzos de respuesta estatales, comunitarios y locales debido a las condiciones de emergencia”, según anunció la Casa Blanca.
El gobernador de California, Jerry Brown, había pedido ayuda federal “para salvar vidas y proteger la propiedad”. También solicitó aviones militares, refugios y agua para 30,000 residentes evacuados en el condado de Shasta, en el norte del Estado. Y ordenó a las fuerzas de la Guardia Nacional, el Ejército de reserva, que ayudaran a los cientos de bomberos desplegados.
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Según los servicios de emergencia de California, unas 63,000 hectáreas han sido consumidas por las llamas en los 14 incendios que acechan el Estado, y cerca de 10,000 bomberos han sido movilizados para combatirlos. Las autoridades advirtieron de que “el riesgo de incendio continúa aumentando”. El número de hectáreas quemadas en todo EE. UU. en lo que va de año es inferior a los datos de 2017 pero por encima del promedio de la última década.
Este texto apareció originalmente en el diario El País, puedes encontrar el original aquí. |
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