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Un año después del devastador paso del huracán Harvey por Texas (EE. UU.), cientos de residentes del estado siguen sin poder regresar a las viviendas que fueron arrasadas por unas inundaciones que dejaron unas noventa víctimas mortales y decenas de miles de desplazados.
Muchos de ellos vivían en las zonas contiguas a dos represas del oeste de Houston que se vieron desbordadas por las lluvias torrenciales que dejó el huracán más costoso en la historia del país, junto con Katrina (2005), con pérdidas valoradas en $125,000 millones.
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Randy Álvarez, originario de Honduras y barbero de oficio, no olvida cómo el agua comenzó a superar las barreras de protección de las presas, lo que llevó a las autoridades a abrir las compuertas para liberar la presión de un agua que, de lo contrario, generaría un caos mayor. Álvarez tuvo que abandonar su casa junto a sus familiares después de que la acumulación de agua superara unos 1.2 metros.
“El agua duró estancada, mínimo, como unas tres semanas, y el moho había penetrado hasta el techo. Era un riesgo para la salud seguir viviendo en esas condiciones. Fue muy duro, muy difícil”, recordó Álvarez en declaraciones a Efe.
Luego de haber vivido por varios meses en un hotel y alquilado un apartamento, Álvarez remodela poco a poco el único patrimonio que tiene gracias a la ayuda recibida de fondos federales y sus propios ahorros.
“Tiene que valer la pena este esfuerzo porque no tengo otra alternativa. Vender una casa como ésta significaría que me darían menos por ella y me quedaría endeudado”, agregó.
En las casas contiguas a la de Álvarez, albañiles trabajan en la reconstrucción de una zona donde reinan las casas deshabitadas. En las puertas rotas y en mal estado, así como en las ventanas sin vidrios, están pegados unos volantes donde se invita a los inquilinos y propietarios a buscar ayuda a través de Hope Disaster Recovery, de la organización caritativa Cy-Hope.
De acuerdo a su director, Steve Saunders, se trata de 50 grupos cívicos y religiosos cuyo único objetivo es ofrecer alivio y ayuda a los que lo perdieron todo por el paso de Harvey, que alcanzó la costa texana el 25 de agosto de 2017 como categoría 4 y vientos de hasta 210 km/h.
“Hemos organizado innumerables eventos para recaudar fondos que son destinados a comprar material de construcción, así como muebles y electrodomésticos básicos para sobrevivir”, destacó Saunders a Efe.
Otros han aprovechado las oportunidades inmobiliarias de una zona devastada.
Según Brian Lenihan, agente inmobiliario quien llegó a Houston procedente de Chicago (Illinois) en enero de este año, compró una vivienda en esa zona para vivir cerca de lo que él asegura es una fuente de inversión próspera.
“Muchos propietarios que no contaban con una protección contra inundaciones no pudieron reclamar ni un centavo a las empresas aseguradoras. Al no tener fondos ni ahorros, optaron por abandonar sus casas, se declararon en bancarrota y los bancos embargaron sus propiedades”, señaló Lenihan a Efe.
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Su empresa, Red Oak Property Group, se encarga de buscar casas abandonadas en esos barrios afectados para comprarlas, remodelarlas y ponerlas en alquiler.
Para Lenihan, la inversión vale la pena porque Houston sigue siendo la cuarta ciudad más grande de Estados Unidos y las oportunidades de empleo en empresas multinacionales y la baja tasa de pago de impuestos estatales “son un imán para personas de otros estados”.
Por su parte, Álvarez no ve la reforma de su casa como una inversión de futuro, sino como una necesidad de tener un hogar que quiere recuperar lo antes posible.
“Tengo pensado mudarme a casa para fines de noviembre y cenar con mi familia aquí, en mi sala, en el Día de Acción de Gracias”, aseguró.
Este texto apareció originalmente en EfeVerde, puedes encontrar el original aquí. |
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