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El 93% de los agricultores españoles acepta la existencia del cambio climático y lo perciben fundamentalmente en el cambio en las precipitaciones y en el incremento de las temperaturas, según un estudio de la organización agraria UPA.
Estas son algunas de las conclusiones obtenidas en el proyecto InfoAdapta Agri II, elaborado por UPA y en el que se ha entrevistado a más de un centenar de agricultores y ganaderos repartidos homogéneamente por 22 provincias del país.
Según el informe, el incremento de las necesidades hídricas de los cultivos por el descenso de las lluvias, la mayor incidencia de episodios de golpe de calor, el aumento del riesgo de plagas y la escasez de agua para riego son los aspectos que supondrán un mayor desafío para sus explotaciones debido al cambio climático.
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Por su parte, los efectos que preocupan menos a los agricultores son la pérdida de la biodiversidad, la disminución de la producción del ganado, la bajada de los índices de conversión de los animales y el aumento de la erosión.
Nueve de cada diez encuestados cree que el cambio climático debe ser una prioridad tanto para la Administración como para los productores; el 64.7% asegura haber hecho cambios en la gestión de su explotación, y la mitad de los encuestados afirma no haber recibido ningún tipo de formación al respecto. Entre las medidas concretas, las más valoradas son la mejora del aprovechamiento de los recursos disponibles y la extracción y uso racional del agua, apoyada por el 96%, seguida por la utilización de tecnologías aplicadas al riego con un 94%.
Entre las menos apoyadas, figuran la mejora y selección de pastos con un 60% de los encuestados, y el fomento de la agricultura y la ganadería ecológica con 63.5%. Más del 67% estaría dispuesto a adoptar alguna de esas medidas, aunque el 78% afirma tener limitaciones económicas importantes para llevarlas a cabo, por lo que una amplia mayoría de 96% pide incentivos para ejecutarlas.
El secretario general de Agricultura y Alimentación, Fernando Miranda, ha asegurado durante la clausura de las jornadas en las que se ha presentado el proyecto que la agricultura tiene que contribuir en “la parte que le corresponde” en la lucha contra el cambio climático.
Según sus datos, la actividad agrícola y ganadera “sólo es responsable del 11.6 %” de las emisiones totales de gases de efecto invernadero, por lo que “no es un gran emisor” a pesar de algunas informaciones en medios de comunicación y redes sociales. Miranda cree que la reducción de las emisiones es más difícil en este sector, al ser una labor en la que entran en juego variables más difíciles de controlar como las emisiones de metano del ganado, aunque defiende que se puede avanzar poco a poco.
En su intervención, ha valorado proyectos como los de UPA, que intenta aportar medidas para luchar contra el cambio climático desde el campo, y ha pedido aprovechar la investigación, la innovación y la transferencia del conocimiento para nuevas prácticas agrarias.
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Por su parte, el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, ha señalado que, en el contexto actual, la agricultura está en la primera línea de riesgo por el impacto del cambio climático. Bajo su punto de vista, ya hay algunos vectores que afectan con virulencia a la estabilidad de las inversiones en la agricultura y a su capacidad de futuro, entre ellos la afectación a los recursos hídricos que está generando este fenómeno climático.
Hay que reforzar los espacios de diálogo y cooperación con las organizaciones agrarias para hacer frente a este reto y ha agradecido el trabajo de UPA porque demuestra estar plenamente comprometida con el diseño de respuestas de adaptación del sector agrícola. El secretario general de UPA, Lorenzo Ramos, ha incidido en que el sector agrario es el que más está empezando a sufrir los efectos del cambio climático, por lo que cualquier compromiso al respecto es bienvenido.
Ha reivindicado el papel de la agricultura y la ganadería como parte de la solución del problema, ya que con la implementación de buenas políticas puede contribuir a los retos internacionales contra este fenómeno global. Los agricultores son ciudadanos que sufren las condiciones cambiantes del clima en sus pueblos y su actividad depende en gran medida de esas condiciones, por lo que están “doblemente afectados”.
Este texto apareció originalmente en La Vanguardia, puedes ver el original aquí.
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