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Las emisiones de dióxido de carbono podrían anotar su mayor caída desde la Segunda Guerra Mundial este año, ya que el brote de coronavirus ha colocado a la actividad económica en un virtual punto muerto, según el presidente de una red de científicos que proporciona datos de referencia.
Rob Jackson, quien preside el Proyecto Global de Carbono, que realiza estimaciones de emisiones anuales, dijo que la producción de carbono podría caer más de un 5% interanual, la primera baja desde una reducción del 1.4% después de la crisis financiera de 2008.
“No me sorprendería ver una caída del 5% o más en las emisiones de dióxido de carbono este año, algo que no se ha visto desde el final de la Segunda Guerra Mundial”, dijo Jackson, profesor de ciencias de la Tierra en la Universidad de Stanford en California en un correo.
“Es probable que ni la caída de la Unión Soviética, ni las diversas crisis del petróleo o de los ahorros y crédito de los últimos 50 años hayan afectado las emisiones de la misma manera que esta crisis”, dijo.
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La predicción, entre una serie de nuevos pronósticos de investigadores del clima, representa una pequeña buena noticia en medio de la crisis: los científicos habían advertido a los gobiernos que las emisiones globales debían comenzar a disminuir en 2020 para evitar lo peor del impacto del cambio climático.
Pero los avances son por las razones equivocadas, vinculados a la emergencia de salud mundial que ha sacudido el mundo y que ha infectado a más de un millón de personas, y que cierra fábricas, pone en tierra aviones y obliga a cientos de millones de personas a quedarse en casa para frenar el contagio.
Los expertos advierten que sin un cambio estructural, la disminución de las emisiones causadas por el coronavirus podría ser de corta duración y tener poco impacto en la concentración de dióxido de carbono, que se ha acumulado en la atmósfera durante décadas.
“Esta caída no se debe a cambios estructurales, por lo que tan pronto como termine el confinamiento, espero que las emisiones vuelvan a estar cerca de donde estaban”, dijo Corinne Le Quéré, científica climática de la Universidad de East Anglia, en el este de Inglaterra.
Después de que las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero se redujeron por la crisis financiera mundial de 2007-2008, aumentaron un 5.1% en la recuperación, según Jackson.
El patrón de un rápido repunte ya ha comenzado a desarrollarse en China, donde las emisiones cayeron un 25% por las medidas estrictas sobre el movimiento de las personas y cierres de fábricas para contener el coronavirus a principios de este año, pero desde entonces han vuelto a un rango normal.
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Ese tipo de resistencia subraya la magnitud de la transformación económica que se necesita para cumplir con las metas de un acuerdo internacional negociado en París en 2015, que busca evitar los escenarios de cambio climático más catastróficos.
Un informe de la ONU publicado en noviembre encontró que las emisiones tendrían que comenzar a caer en promedio de un 7.6% por año para dar al mundo una posibilidad viable de limitar el aumento de las temperaturas globales promedio a 1.5°C, el objetivo más ambicioso de París.
“No creo que de ninguna manera esta sea una buena noticia, excepto para probar que los humanos elevan las emisiones de gases de efecto invernadero”, dijo Kristopher Karnauskas, profesor asociado del Departamento de Ciencias Atmosféricas y Oceánicas de la Universidad de Colorado en Boulder.
Este texto apareció originalmente en Reuters, puedes ver el original aquí.
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