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Dos semanas después del derrame de petróleo de Repsol en el mar de la costa central de Perú, biólogos e ingenieros de entidades públicas e independientes se han volcado en la zona para rescatar a la fauna y evaluar el impacto de la contaminación en las regiones de Lima y Callao, incluidas dos reservas naturales.
El área afectada es, según el Gobierno, de unos 11,900 barriles de crudo, aunque la empresa alega que son 1,500 menos. El jefe del servicio de áreas naturales protegidas, José Ramírez Maldonado, ha asegurado que “los daños son incalculables” y un informe de una misión interdisciplinaria del Colegio de Ingenieros califica la situación como un “desastre activo” que afecta a la mortandad de aves y mamíferos.
Una de las conclusiones del informe del Colegio de Ingenieros, a raíz de la visita de 12 expertos una semana después del vertido, es que los impactos ambientales en la geología marina y costera presentan una incertidumbre “muy alta” respecto de sus efectos en el mediano y largo plazo. La autoridad ambiental ha informado a este diario de que hasta el 25 de enero estaban contaminadas 11,637 hectáreas de mar y litoral, es decir, más de 116 millones de metros cuadrados.
De estas, 512 hectáreas pertenecen a una reserva nacional de islas donde viven aves productoras de guano, un fertilizante natural, y 1,758 hectáreas corresponden a la Zona Reservada de Ancón, según detalla el servicio de áreas naturales protegidas. La playa Pocitas, en la Zona Reservada de Ancón, es una de las más perjudicadas por el derrame y por ello es uno de los puntos donde se concentran las labores de rescate. El pasado viernes, la autoridad de las áreas naturales protegidas reportó que hasta ese día los equipos del Estado habían retirado 5,000 galones de petróleo de esa bahía.
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El otro lugar de rescate de fauna se ubica a unos 40 kilómetros al norte de Lima. “Registramos diariamente diez aves muertas en el islote Pescadores desde el 18 de enero que salimos a campo: chuitas, cormoranes, guanay, piqueros y pingüinos”, informó el biólogo Deyvis Huamán, especialista de la dirección de gestión de las áreas naturales protegidas. El biólogo advierte que otra de las especies afectadas es la nutria marina. “Es una especie en peligro, y si mueren nutrias por efectos de la contaminación del petróleo se podría hablar de una extinción local”, destacó el viernes pasado.
El médico traumatólogo Juan Carlos Pedraza fue la semana pasada con su esposa Eva Portocarrero, tecnóloga médica, a uno de los balnearios afectados para ayudar a los trabajadores del servicio de fauna silvestre. Cuando caminaba entre unos peñascos, vio un ave intoxicada, un guanay.
“Me acerqué y la agarré del cuello y con la otra mano del pico para que no me atacara. Su plumaje estaba lleno de ese oleoso material tóxico. La llevamos al grupo que recién se alistaba para ir en búsqueda de los animales. Me trepé por las rocas que estaban empastadas de petróleo y así sin protección me lancé a rescatarla; al acercarme no intentó huir, estaba muy débil”, describio.
El biólogo Yuri Hooker, uno de los primeros en llegar a las playas contaminadas en la primera semana del desastre, precisó que en esa área solo vivían unas diez nutrias, de acuerdo a datos del veterinario Carlos Calvo, y ya habrían muerto. “La costa peruana es árida pero tiene un mar sumamente productivo por la masa de plancton; pocos kilómetros al norte del inicio del derrame empieza una zona rocosa con varias ensenadas y es el hábitat de las nutrias, los pingüinos de Humboldt, las chuitas, y cormoranes, entre otras aves marinas”, describe.
El biólogo advierte de que hay zonas del mar en las que se ve una delgada capa de combustible, pero alerta de que en otras partes, en las que no se percibe a simple vista, también están afectados los mariscos. “Es una zona de gran abundancia de pejerrey, una especie importante para la alimentación de las aves marinas y para la pesca artesanal”, explica Hooker.
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De acuerdo al biólogo, los peces invertebrados no se van a morir ahora, pero están respirando agua contaminada. “Las toxinas se acumularán en organismos como los erizos, los choros, los mariscos”, añade. El ingeniero pesquero Elmer Nieves también se refirió a ese problema: “ Hay componentes del petróleo que se disuelven en el agua y caen al fondo y estas especies filtradoras absorben rápidamente estos químicos”, explicó en una conversación virtual el pasado miércoles, después de haber visitado la zona.
Esta semana, el Ministerio de Ambiente anunció la suspensión de las operaciones de carga y descarga de hidrocarburos de la empresa Repsol en el mar “hasta que brinde las garantías técnicas de que no se va a producir otro derrame”, una decisión que ha sido tildada de “desproporcionada e irrazonable” por parte de la compañía.
Según la empresa, el vertido fue causado por el “oleaje anómalo” que produjo la erupción de un volcán submarino en Tonga, una versión que ha sido negada por la Marina de Perú y por testigos que estaban en el mar a esa hora. Por otra parte, la petrolera informó el domingo del envío de más equipamiento para limpiar las zonas contaminadas como 30 skimmers, una especie de bombas que aspiran hidrocarburo.
Este texto apareció originalmente en El País, puedes ver el original aquí.
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