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Geeta Mridha perdió a su esposo el Día de San Valentín de 2014. Él y otros cuatro estaban pescando en aguas estancadas del Parque Nacional Sundarbans de la India, cuando un tigre de una selva cercana saltó sobre él y se lo llevó. Mridha dice que los otros hombres no tuvieron tiempo para reaccionar. Su cuerpo nunca fue encontrado.
“Después de la partida de mi marido, me quedé completamente desamparada y sin esperanza, no sabía qué hacer y cómo dirigir a la familia”, dijo.
El Parque Nacional de Sundarbans, en el estado de Bengala Occidental en la frontera India-Bangladesh, es conocido por su belleza natural, con sus exuberantes manglares y rica fauna. Pero para gente como Mridha, que vive en las llanuras aluviales, el parque es un lugar lleno de dificultades y pérdidas.
Sundarbans es el hogar de la mayor población de tigres del mundo, y la erosión costera, debido al cambio climático, está haciendo que los humanos se acerquen más a donde ellos viven. Los investigadores estiman que cada año, 50 pescadores o recolectores de miel mueren en ataques por tigres.
Para las viudas, la búsqueda de ingresos regulares se ve agravada por el estigma social que enfrentan.
Un estudio publicado en la revista Environmental Health Insights encontró que las esposas son culpadas, injustamente, por la muerte de sus maridos.
En la sociedad patriarcal de la India, a menudo se considera que las mujeres son responsables de cualquier mala fortuna que le ocurra a una familia. Son calificadas como “swami-khego” o “comedoras de maridos” por sus suegros.
Arjun Mandal, de la Sociedad de Desarrollo Rural de Sunderbans (SRDS) y jefe de una comunidad local de pescadores, dijo que
“Al temer ser marginadas por la sociedad, ellas lo que hacen es seguir con su vida fingiendo como si nada hubiera pasado”.
SRDS, que llevó a cabo una encuesta informal entre 2006 y 2016 con la ayuda de pescadores y sus familias, estima que solo en Lahiripur (India), 260 familias han perdido a su esposo y padre por los ataques de tigre.
En el pasado, las viudas habrían podido ganarse la vida después de la muerte de sus maridos, cultivando camarones o llevando a cabo una agricultura de supervivencia a pequeña escala. Pero el aumento del nivel del mar y el crecimiento de la población están afectando los ecosistemas del delta.
Hoy en día, 4.5 millones de personas viven en los Sundarbans, donde las parcelas de tierra fértil están siendo ‘tragadas’ por el aumento del mar, la cubierta de manglares se está muriendo y la costa se está erosionando.
Esto significa que la única opción abierta es a menudo salir y pescar en las aguas mismas aguas donde sus maridos fueron asesinados.
“Una vez que el agua salada rompe el muro de contención y entra en su tierra, hace que el campo sea infértil para siempre”, dijo Alapi Mandal, quien perdió a su esposo en un ataque de tigre hace una década.
Mandal cultivó vegetales en su propia tierra hasta el año pasado, cuando una ruptura en un muro de contención inundó su casa y su finca.
Mridha no tenía finca y luchó para alimentar a sus dos hijos después de la muerte de su marido. En 2015, ella y otras 10 mujeres formaron un grupo para ir juntas a la jungla.
“No puedo dejar que mis hijos mueran de hambre”, dijo Mridha. “Por eso decidí ir a la selva”.
Ninguna de las mujeres quiere que sus hijos queden atrapados en el mismo círculo vicioso de pobreza y peligro.
“Les he dicho que la educación es la clave para salir de esto”, dijo Mridha. “Siempre les digo que se concentren sólo en sus estudios”.
Muchas mujeres dicen que si pudieran encontrar otro trabajo que asegurara a sus familias dos comidas al día, dejarían de ir a la selva. No quieren arriesgar sus vidas y quieren pasar más tiempo con sus hijos para asegurarse de que permanezcan enfocados en sus estudios. Pero el estigma comunitario y la pérdida de tierra cultivable, hacen de este sueño, un sueño lejano para la mayoría de ellas.
Movidos por su difícil situación, Arjun Mandal de SRDS ha lanzado una campaña de financiación para ayudar a las mujeres a encontrar una manera más segura de ganarse la vida, como la fabricación de mechas de velas para los mercados locales y los templos. Hasta ahora sólo se han reunido $117.
“Hacemos un llamado a todas las personas piadosas que hay para extender una mano para estas familias”, dijo.
Este texto apareció originalmente en Thomson Reuters Foundation, puedes encontrar el original en inglés aquí.
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