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A una semana después del huracán María, la isla de Puerto Rico sigue sin servicio de red eléctrica, la comida no alcanza y apenas hay agua para tomar. La situación en lugar de mejorar, solo empeora.
Los hospitales, en lugar de estar salvando vidas, están cerrados. En el Centro Médico Canovanas, los doctores no cuentan con suficientes suministros. El doctor Norbert Seda dice que les queda poca gasolina para alimentar el generador y que sólo tienen suministros y medicinas para dos o tres días más.
“Necesitamos medicamentos, antibióticos, vacunas contra el tétano, hay muchos pacientes con trauma básicamente, no tenemos pastillas para la hipertensión” dijo Seda.
Él no se ha encontrado con víctimas por falta de energía y suministros.
Pero “pueda que se den, cuando hay escasez de agua y saneamiento, hay muchas posibilidades”.
Muchos temen por su futuro, la miseria asecha a cada uno de las 3 millones de personas que habitan la isla. La alcaldesa de San Juan, Carmen Yulin Cruz ve una creciente necesidad de ayuda para personas cada vez más desesperadas.
“Encontramos pacientes con diálisis, los cuales no han podido contactar a sus proveedores, tenemos que transportarlos en condiciones cercanas a la muerte”, dijo Cruz. “Hay personas cuyos tanques de oxígeno se están agotando porque nuestros pequeños generadores no tienen diésel”.
Cruz y sus equipos están en las calles tratando de encontrar a las personas más necesitadas. Pero en las montañas al sur de su ciudad, la ayuda es menos probable que llegue.
El veterano de guerra, Miguel Olivera, tiene menos de dos días de suministro de insulina para salvar su vida y el problema es que el refrigerador no sirve, lo que puede estropear la medicina. El alcalde de su ciudad, Javier García, cree que la ayuda vendrá de Estados Unidos y del gobierno federal. La pregunta es ¿cuándo?
El aeropuerto principal de San Juan apenas funciona. El martes, sólo 10 vuelos fueron programados. Los mostradores estaban llenos de gente esperando en la cola, con la esperanza de lograr un vuelo fuera de la isla.
El presidente Donald Trump dijo el martes que la comida y agua iba en camino a la isla y que la visitaría la próxima semana.
Hasta que la ayuda llegue, García y su equipo están en Aguas Buenas, recolectando cocos para comer y para obtener agua de los arroyos de las montañas. Esto no es de mucha ayuda, porque no es para todos y lo que se necesita son medicinas. Además, la situación puede empeorar porque se pueden dar enfermedades transmitidas por mosquitos, como el zika y la fiebre del dengue.
La red eléctrica de Puerto Rico ya presentaba problemas antes de la tormenta y ahora pasarán meses antes de que la electricidad se restablezca en toda la isla. Y es que por esto, los generadores son esenciales, pero para poderlos usarlos se necesita gasolina. Las estaciones de servicio de San Juan todavía tienen un poco de gasolina, pero la demanda es abrumadora. Vehículos y hombres con tambos plásticos esperan hasta seis horas haciendo cola, esperando conseguir algunos galones. Líneas similares crecen fuera de cualquier supermercado abierto y en cualquier lugar que tenga hielo.
Hace mucho calor y el ambiente está muy húmedo, puede que las temperaturas aumenten y que las lluvias que posiblemente se den a finales de la semana, logren refrescar un poco. Los líderes de la isla y muchas personas dicen que resistirán, que sobrevivirán y que lo reconstruirán todo. Pero signos de desesperación están comenzando a aflorar.
Rosario Heredia perdió su casa, ella es diabética y recientemente se realizó una cirugía. Ella sigue esperando ayuda, de quien sea, pero nadie la ha ayudado. La comunidad de Utuado (con 30,000 habitantes) utiliza el agua que encuentra en una tubería expuesta en una montaña junto a la carretera para limpiar y tomar un poco, antes de que la ayuda llegue.
Hay algunos habitantes que ni siquiera pueden salir de casa por los deslaves que obstaculizan las calles o porque no hay gasolina para sus autos. Lydia Rivera tiene dos carros, pero no tiene gasolina y no puede salir para obtener agua de la tubería. Está guardando agua de las lluvias temporales y solo les está dando galletas porcionadas a sus nietos.
En Yauco, una ciudad remota, todos los caminos están bloqueados, la única forma de entrar es escalando una montaña, esquivando muchos árboles en el suelo. En Yabucoa, no hay electricidad y los residentes dicen que también han estado sin agua fresca durante días. La poca comida que hay en la ciudad está siendo compartida por los vecinos.
Desde el aire, la isla se ve marrón, no el verde frondoso que la define. Hay pocas señales de que la isla regrese a la normalidad, como las escuelas educando a los niños y los hospitales cuidando a los enfermos. Millones de puertorriqueños no saben cuándo serán capaces de encender un grifo y obtener agua, o encender el interruptor y tener luz o un ventilador para refrescarse.
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Este texto apareció originalmente en CNN, puedes encontrar el original en inglés aquí.
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