Haciendo del océano una conversación en la COP23
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- Traducido por Mónica Morales - Fuente News Deeply - Foto por Xinhua / Tang Zhiqiang via Getty Images
Muchos defensores marinos planean estar en las últimas conversaciones de la 23ª Conferencia de las Partes (COP23), exponiendo y llevando los problemas oceánicos a la vanguardia de cada plática.
Los delegados en la COP23 trabajarán para convencer a los negociadores de 197 países de que la protección de la vida marina, incluidos sus beneficios para la civilización humana, debe ser un componente más fuerte de los planes nacionales e internacionales para mitigar la intensidad del cambio climático y adaptación a los efectos que ya no se pueden evitar. Fiyi, la pequeña nación insular del Pacífico que presidirá las conversaciones de este año, ha llamado a los problemas oceánicos y climáticos una “guerra de dos frentes”.
Decenas de organizaciones, universidades y empresas se han unido detrás de la “Plataforma Océano & Clima“, un marco de política de nueve puntos para integrar los esfuerzos globales para revertir la degradación del océano con acciones de cambio climático. Sus recomendaciones van desde ampliar el desarrollo de recursos eólicos marinos, mareomotrices y otros recursos marinos de energías renovables, hasta destinar millones de dólares en financiación internacional para el clima y la protección de ecosistemas costeros vulnerables que, como los bosques, son depósitos importantes de contaminación por dióxido de carbono.
“Cuanto más se agoten o se debiliten los océanos, menor será la capacidad del océano para producir oxígeno y almacenar carbono”, dijo Patricia Ricard.
Ricard es presidenta del Instituto de Oceanografía Paul Ricard, una organización de investigación francesa que sirve en el comité directivo de la plataforma Océano & Clima. Después de dos décadas de discusiones sobre el clima, Ricard cree que la atención al océano está muy atrasada.
Un aliado en peligro
Los océanos tienen un papel crucial en la desaceleración del cambio climático. Las aguas y ecosistemas marinos, como los arrecifes de coral, los manglares y praderas marinas, absorben alrededor de un tercio de la contaminación anual de dióxido de carbono y, hasta la fecha, han absorbido más del 90% del calor atrapado en la atmósfera por este exceso de CO2.
Pero su habilidad para seguir haciéndolo está en duda. El aumento de las temperaturas oceánicas ha afectado los ecosistemas submarinos en todo el mundo y está alimentando tormentas más fuertes. También podría afectar la capacidad del océano para generar oxígeno, que representa más de la mitad de la oferta mundial. Los arrecifes de coral frágiles están siendo golpeados por múltiples amenazas, incluido el blanqueamiento, un aumento del clima extremo y la contaminación. Más disolución de CO2 en el océano ha causado que su acidez aumente alrededor del 30% desde la Revolución Industrial.
Los autores de un informe reciente, que es la culminación de ocho años de trabajo y cientos de estudios, han encontrado que la acidificación de los océanos es una amenaza para todo tipo de vida marina mucho más allá de los ecosistemas de arrecifes comúnmente citados. Señalaron que el aumento de la acidez de los océanos podría acelerar el calentamiento global de formas inesperadas, como al desacelerar el crecimiento de algas diminutas que absorben carbono. Los autores del informe, llamado BIOACID, presentarán los hallazgos en Bonn (Alemania) y argumentarán que la acidificación es una razón más para tomar medidas más fuertes para frenar los combustibles fósiles.
El problema para los expertos marinos es que muchos de los mayores emisores de gases de efecto invernadero del mundo dan por sentado el papel del océano en la desaceleración del cambio climático y su resiliencia general.
Los más interesados
Un estudio publicado en la revista Nature Climate Change, analizó 161 planos nacionales de acción climática y adaptación. Los gobiernos han creado las “contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC)”, lo que requiere que las naciones establezcan metas y tomen medidas concretas para reducir las emisiones y reevaluarlas cada varios años.
Según el estudio, más de dos tercios de las naciones consideran los problemas y recursos oceánicos en sus planes de acción climática. Este grupo incluye muchas naciones más pequeñas y costeras, desde Baréin hasta Vietnam. Pero aparte de los países sin costas, los principales países industrializados y las agrupaciones como los Estados Unidos, Rusia, Australia y la Unión Europea fueron los más propensos a descontar a los océanos en sus planes.
“Esos países realmente tienen poca representación de los océanos en sus NDC, a pesar de ser costeros, a pesar de tener grandes zonas económicas exclusivas, a pesar de tener pesquerías realmente importantes”, dijo la autora principal Natalya Gallo, bióloga marina y analista de políticas de la Universidad de California, San Diego, en la Scripps Institution of Oceanography.
Gallo y sus colegas llegaron a esa conclusión al calcular con qué frecuencia aparecía contenido relacionado con los océanos en cada plan climático nacional y qué tan variado era. Sin embargo, no evaluaron si una acción sería beneficiosa para el medioambiente, como aumentar el tamaño de un área marina protegida, o potencialmente destructiva, como desalinizar el agua de mar para reemplazar los suministros de agua dulce perdidos por el cambio climático.
De las 112 naciones que incluyeron temas oceánicos en sus planes climáticos, la pequeña nación insular de Maldivas obtuvo el puntaje más alto en el ranking del estudio. Aunque es responsable de solo el 0.003% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, el país se ha comprometido a reducir su dependencia total de los combustibles fósiles en un 10% para 2030. Con una población de casi 350,000 distribuidos en 197 islas bajas, Maldivas ha identificado docenas de medidas relacionadas al océano que pueden tomar, que van desde: proteger su aeropuerto principal de la elevación del nivel del mar hasta construir mejores plantas de tratamiento de aguas residuales para reducir el estrés por contaminación en sus arrecifes de coral, que son cruciales para la industria pesquera y turística de la isla.
Consideración
“Los océanos y los ecosistemas marinos aparecen más frecuentemente en las secciones de adaptación de los NDC”, dijo Gallo, con el aumento del nivel del mar y la erosión de las playas mencionado por casi 100 países, el aumento de las temperaturas oceánicas por 77 y daños a las pesquerías por 72. Las naciones de islas pequeñas se contaban entre las más propensas a incluir estos efectos en sus planes, encontró el estudio.
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Sin embargo, dos cuestiones importantes que casi nunca se mencionan por ninguna nación, son la acidificación de los océanos y los niveles de oxígeno. Gallo cree que esto es una señal de que la investigación y la política del océano deben ser una prioridad global mayor.
El análisis de Gallo es una valiosa contribución a ese esfuerzo, dijo Ricard, porque ha identificado de manera sistemática algunas brechas en los planes nacionales de acción climática.
Al hacer frente al cambio climático, “el océano no es nuestra última oportunidad, es la mejor “, comentó.
Este artículo apareció en Oceans Deeply, puedes encontrar el original en inglés aquí. Para más noticias sobre los océanos puedes suscribirte a la lista de correos de Oceans Deeply.