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A nivel mundial, desperdiciamos alrededor de 1.3 mil millones de toneladas de comida, o un tercio de todos los alimentos que cultivamos.
Esto es importante por al menos dos razones. Mientras menos desperdicie el mundo, más fácil será satisfacer las necesidades alimentarias de la población mundial en los próximos años. En segundo lugar, disminuir los desechos podría contribuir en gran medida a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
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El desperdicio de alimentos es una medida deslumbrante de la desigualdad. En los países pobres, la mayor parte del desperdicio de alimentos se encuentra en granjas o en camino al mercado. En Asia del Sur, por ejemplo, la mitad de toda la coliflor que se cultiva se pierde porque no hay suficiente equipo de refrigeración, según Rosa Rolle, experta en desperdicio y pérdida de alimentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Los tomates se aplastan si se empacan en sacos grandes. En el sudeste asiático, la lechuga se arruina en el camino de las granjas a los supermercados de la ciudad. Los consumidores desechan muy poca comida en los países pobres, es muy valiosa. Pero en los países ricos, especialmente en los Estados Unidos y Canadá, alrededor del 40% de los alimentos desperdiciados son desechados por los consumidores.
El número de la FAO, es el resultado de varios factores. Compramos demasiada comida. No terminamos nuestros platos. Gastamos una porción mucho más pequeña de nuestros ingresos en alimentos.
“A medida que obtienes mayores y mayores ingresos, obtienes más y más derroche en el desperdicio de alimentos”, dijo Paul A. Behrens, profesor asistente de ciencias energéticas y ambientales en la Universidad de Leiden en Holanda.
En conjunto, los Estados Unidos desperdician más de $160 mil millones en comida al año.
De acuerdo con el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, que rastrea la pérdida de alimentos, los productos lácteos representan la mayor parte de los alimentos desperdiciados, alrededor de $91 mil millones.
“En el mundo desarrollado, la comida es más abundante pero cuesta mucho menos”, dijo Rolle. “En cierto sentido, la persona no valora los alimentos por lo que representa”.
El desperdicio y pérdida de alimentos equivale alrededor de 3.3 mil millones de toneladas de CO2 equivalente (CO2e). Eso no es todo, según un reporte de 2014 de la FAO, desperdiciar esa cantidad significa que también se ha desperdiciado mucha agua; el equivalente a tres veces el tamaño del lago Geneva.
Rolle dijo que algunas de las soluciones más básicas se encuentran en el extremo inferior de la cadena de suministro: los silos de grano metálico han ayudado a evitar que los hongos arruinen las reservas de granos en los países de África. En India, la FAO está alentando a los agricultores a recolectar tomates en cajas de plástico en lugar de sacos grandes ya que se aplastan y se pudren menos.
Los supermercados están tratando de cambiar la forma en que se usan las etiquetas de expiración, haciéndolas específicamente para varias categorías de alimentos para disuadir a los consumidores de tirar alimentos que todavía se pueden comer. También están tratando de vender frutas y vegetales deformes, en lugar de descartarlos.
Algunos países están tratando de regular el desperdicio de alimentos. Francia exige a los minoristas que donen alimentos que corren el riesgo de ser desechados, pero que todavía son comestibles. Los legisladores de la Unión Europea están presionando por objetivos vinculantes para frenar el desperdicio de alimentos en un 50% para 2030. Las negociaciones comenzaron en junio, pero algunos países rechazan la idea de objetivos a nivel continental.
Si solo comiéramos menos haría una diferencia, pero no tanto como uno creería. Paul A. Behrens abordó el tema en un estudio reciente. Recortar desechos tendría “al menos el mismo impacto o más que cambiar las dietas”.
Si los estadounidenses comieran acorde a sus guías dietéticas recomendadas a nivel nacional (cada país es diferente) eso podría ayudar a reducir las emisiones. Sin embargo, cambiar los hábitos alimenticios es difícil. Los expertos dicen que el desperdicio de alimentos sigue siendo algo crítico.
Este texto apareció originalmente en The New York Times, puedes encontrar el original en inglés aquí.
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