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El caso de devastación en Puerto Rico, por el huracán María, pone a prueba la respuesta de los Estados Unidos a los daños relacionados con el clima en un pequeño territorio insular que está empobrecido, vulnerable y está subrepresentado (casi subyugado) en el Congreso. La tormenta causó un daño generalizado que podría dejar a las personas sin hogar, sin empleo, sin agua potable o electricidad por meses.
No es sólo que Puerto Rico ya estaba cargado de deudas crónicas y agudamente herido por una tormenta anterior que había pasado justo al norte de la isla dos semanas antes. No es sólo que María, probablemente el huracán más destructivo en la historia de la isla, es el tipo de evento que los expertos en cambio climático han advertido durante mucho tiempo que sería uno de los riesgos que corren las zonas costeras a medida que el planeta se calienta.
Desde el punto de vista de la justicia ambiental, esta tormenta también representa muchas de las formas en que esos riesgos se distribuyen injustamente y si los Estados Unidos, como todo el mundo, están dispuestos a ayudar a las comunidades pobres y vulnerables que poco han contribuido al cambio climático.
Para esto surgen muchas dudas, una de ellas -que el Congreso y la Casa Blanca tendrán que lidiar con- es: Si no hay suficiente dinero para pagar todos los costos, aún no distribuidos, de los huracanes récord que afectaron a Texas, Florida y Puerto Rico este verano , ¿se asignarán equitativamente los fondos? Los otros dos estados devastados tienen los bloques electorales más grandes en el Congreso, y Puerto Rico no tiene voto.
Puerto Rico es, en muchos aspectos, un microcosmos para las cuestiones de equidad climática a nivel global. Los puertorriqueños usan un tercio de la cantidad de energía y emiten menos de la mitad del dióxido de carbono que el resto de los Estados Unidos sobre una base per cápita, pero corren el riesgo de una mayor actividad de huracanes al estar en una cálida cuenca atlántica.
Desde el 2003, más de 4,000 desastres naturales, incluyendo: temperaturas extremas, sequías, tormentas, inundaciones y epidemias, han causado estragos en el Caribe. 4,000 desastres frente a menos de 100 en un período de tiempo similar a principios del siglo 20. El número de tormentas extremas y huracanes de categorías 4 y 5, probablemente aumentarán en el próximo siglo, según la última Evaluación Nacional del Clima.
“Esta es la nueva norma” dijo Christina Chan, directora de prácticas de resiliencia climática del Instituto de Recursos Mundiales y ex jefe de sucursal de la oficina de cambio climático del Departamento de Estado de los Estados Unidos. “¿Cómo se incluye eso al trabajo económico, social y de desarrollo, ya sea nacional o internacional?”
El presidente Donald Trump aumentó la respuesta federal de declaraciones de “emergencia” a declaraciones de “desastre” para los territorios afectados. Los prominentes republicanos, incluido el senador Marco Rubio de Florida y el presidente Rob Bishop (Utah) del Comité de la Cámara de Recursos Naturales, prometieron su apoyo.
Las declaraciones cubrirán millones de dólares en esfuerzos iniciales de recuperación, pero los costos de recuperación y reconstrucción completos costarán decenas de miles de millones y luego van los costos sin precedentes en Texas y Florida. Ambos estados cuentan con una delegación en el Congreso de más de más de 60 representantes, en su mayoría republicanos. Puerto Rico tiene una “comisionada residente” sin voto en el Congreso, Jenniffer González.
“Texas y Florida recibirán la mayor parte de esa financiación”, dijo Roger-Mark De Souza, director de Población, seguridad ambiental y resistencia del Centro Internacional Woodrow Wilson para Estudiosos en Washington. “Es necesario considerar cómo equilibrar esas asignaciones, para satisfacer las necesidades de aquellos que son los más vulnerables”.
Las comunidades minoritarias de bajos ingresos en Texas y Florida también enfrentan un largo camino hacia la recuperación, aunque la situación en Puerto Rico probablemente será más difícil.
Judith Enck, ex administradora de la Agencia de Protección Ambiental de la Región 2, que incluye a Puerto Rico, dijo que está particularmente preocupada por Caño Martín Peña, una comunidad de bajos ingresos en la capital, San Juan.
“Incluso cuando sólo hay unos pocos centímetros de lluvia, se tienen grandes problemas de inundaciones “, dijo Enck. “De forma rutinaria, tenían problemas donde había inundaciones y los muebles se mojaban y les salía moho, lo cual generaba más incidentes de asma (es como un círculo vicioso). La cantidad de aguas residuales en las inundaciones exponen a las personas a patógenos y bacterias, lo que los vuelve propensos a erupciones cutáneas y enfermedades de la piel”.
Puerto Rico es el hogar de una serie de sitios tóxicos, más de la mitad de los vertederos municipales de Puerto Rico están violando los reglamentos de la EPA, según un informe de 2016 del Grupo de Trabajo bipartidista del Congreso sobre Crecimiento Económico en Puerto Rico. El territorio también alberga 23 sitios del Superfondo que representan un riesgo para el suelo y las aguas subterráneas circundantes, incluyendo gran parte de la isla de Vieques, que los militares estadounidenses utilizaron como sitio de prueba de bombas durante décadas.
Otro sitio preocupante es una pila de cenizas de carbón de cinco pisos cerca de una planta de energía eléctrica en Guayama. La ceniza, según las pruebas de la EPA, contiene arsénico, cromo y selenio, que se han relacionado con mayores tasas de asma, defectos de nacimiento y cáncer, según el senador Richard Blumenthal. El senador escribió recientemente al administrador de la EPA, Scott Pruitt, instándole a tomar las medidas apropiadas para proteger la salud de los puertorriqueños de la “exposición tóxica potencialmente letal”.
Todavía es demasiado pronto para evaluar el alcance total de los daños causados por el huracán María o la cantidad de ayuda federal que el territorio necesitará o recibirá. Pero lo que sí está claro es que Puerto Rico se está convirtiendo en un típico ejemplo para un problema que abarca todo el mundo; los impactos desproporcionados de los riesgos del cambio climático en los países pobres, vulnerables y especialmente coloniales e insulares.
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Este texto apareció originalmente en Inside Climate News, puedes encontrar el original en inglés aquí.
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