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El cambio climático se está convirtiendo en uno de los riesgos más significativos para el Patrimonio Mundial, según asegura la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en su informe Patrimonio mundial y turismo en un clima cambiante.
El estudio examina 31 emplazamientos inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial de 29 países vulnerables a fenómenos como el aumento de las temperaturas, el deshielo, la subida del nivel mar, los fenómenos climáticos extremos o las sequías.
Los famosos lugares declarados Patrimonio de la Humanidad podrían perderse en los próximos años si no se actúa de manera “urgente y clara”.
La ciudad de los canales se encuentra amenazada por el aumento del nivel del mar desde hace décadas. El fenómeno del acqua alta (crecidas periódicas de las mareas) sumado al turismo masivo, sumerge cada vez más la superficie veneciana y acelera el deterioro de las estructuras de los edificios.
El nivel del agua en Venecia ha crecido unos 30 centímetros desde finales del siglo 19. Si sigue aumentando al ritmo actual, el terreno podría hundirse 80 milímetros respecto al nivel del mar en los próximos 20 años, según un informe del Instituto de Oceanografía de la Universidad de San Diego (EE. UU.).
El cambio climático podría afectar a las condiciones ambientales del entorno donde se ubica el conjunto de monumentos neolíticos más famoso de Reino Unido. El aumento de las temperaturas en invierno atraería a mamíferos como topos o conejos capaces de desestabilizar la estructura de los dólmenes.
La UNESCO señala que este aumento ya se percibe en las islas británicas, donde los inviernos son “cada vez más secos y más cálidos”. El aumento del nivel del mar y las intensas tormentas también podrían afectar al conjunto neolítico de las islas Orcadas, situadas en Escocia.
Las gigantescas estatuas conocidas como moais podrían dejar de ser la seña de identidad del Parque Nacional Rapa Nui, nombre indígena de la Isla de Pascua, puesto que algunas de estas esculturas corren el riesgo de quedar destruidas por la erosión de las costas y las inundaciones.
La UNESCO advierte que el impacto del clima ya se registra en cuatro de los lugares más importantes para el turismo de la isla: Tongariki, Hanga Roa, Tahai y Anakena se encuentran “seriamente amenazados” por el oleaje.
El rápido crecimiento del turismo, la introducción de especies exóticas e invasoras y la pesca ilegal han sido las principales amenazas para la biodiversidad de las Islas Galápagos en los últimos años.
La UNESCO sugiere, además, que los efectos del cambio climático podrían afectar a la vida natural del archipiélago, al provocar que el fenómeno climático de El Niño aumente tanto en frecuencia como en intensidad y genere así graves variaciones en la temperatura del mar y en las precipitaciones.
El aumento del nivel del mar y las inundaciones costeras ponen en riesgo el patrimonio histórico de Cartagena de Indias, una ciudad de Colombia, que posee el conjunto de fortalezas militares más rico de toda Latinoamérica.
Las inundaciones ya han deteriorado algunos monumentos de la ciudad y la creciente intensidad de las tormentas amenaza con destruir varios barrios de la costa. En este sentido, la UNESCO prevé que el nivel del mar podría aumentar hasta 60 centímetros en 2040.
La enorme riqueza natural de la Región Floral del Cabo sitúa a Sudáfrica como uno de los países con mayor biodiversidad del mundo, pero el aumento de las temperaturas y la disminución de las lluvias amenazan el futuro de la región.
Los incendios suponen otra de las amenazas para el ecosistema sudafricano. El informe de la UNESCO indica que los fuegos han aumentado desde 1990 a causa de las sequías, provocando la destrucción de la vegetación y la reducción del tamaño de los árboles.
En las ciudades de la costa atlántica de Estados Unidos, el nivel del mar se ha incrementado cuatro veces más que en el resto del país. Esta tendencia creciente es la principal amenaza a la que se enfrenta el mayor icono de la ciudad de Nueva York.
En octubre de 2012, el huracán Sandy causó la inundación del 75% de la isla de Ellis, donde se sitúa la escultura, y aunque la base de la estatua no resultó dañada, se registraron daños en las infraestructuras cuyos costes de reparación superaron los $60 mil millones.
Este texto apareció originalmente en Europa Press, puedes encontrar el original aquí.
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