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Según los expertos en riesgos, las muertes y las pérdidas económicas derivadas del clima extremo están aumentando en muchos de los países más pobres del mundo, ya que el cambio climático y la falta de preparación para desastres empeoran las amenazas.
En los últimos 35 años, el 60% de las muertes relacionadas con el clima a nivel mundial se produjeron entre personas que ganan $1,000 al año o menos, dijo Ernst Rauch, experto en estrategia de la firma alemana de reaseguros Munich Re.
Las víctimas, por desastres como tormentas, inundaciones, calor extremo, sequías e incendios forestales, ocurrieron en gran parte, en algunos de los países más pobres del mundo, incluidos Haití, Afganistán, Nepal, Somalia, Madagascar y Mozambique, dijo Rauch.
Muchos de estos países también están sufriendo las mayores pérdidas en relación al PIB, dijo Rauch. Un ranking de 2017 de Verisk Maplecroft, una firma británica de análisis de riesgo, colocó a 50 países en su categoría de riesgo “extremo”, con naciones pobres y expuestas a huracanes en el Caribe, América Central y el Sudeste Asiático entre las más vulnerables.
Las cifras muestran que los países que desarrollan estrategias nacionales para frenar los riesgos del clima extremo están mejorando a medida que el cambio climático se fortalece y los desastres aumentan, dijo Rauch.
“Abordar el riesgo desde una perspectiva de gobierno es clave. De lo contrario, cada desastre conduce a una mayor caída en el desarrollo económico”, dijo.
Una medida que ha funcionado bien en muchas partes del mundo es el fortalecimiento de los códigos de construcción. Los edificios que pueden resistir fuertes vientos o inundaciones pueden ayudar a reducir tanto las muertes como las pérdidas económicas, recalcó Rauch.
Los seguros son otra forma de limitar los riesgos, agregó, junto con el cambio a cultivos más resistentes, el uso del riego, la recaudación de impuestos o el traslado de personas amenazadas por inundaciones para evitar daños.
Pero muchos esfuerzos de reducción de riesgos se enfrentan a desafíos propios, dijo un grupo de expertos en Chatham House (Londres).
El sistema de riego, por ejemplo, puede ser más difícil de manejar en lugares donde los suministros de aguas subterráneas están desapareciendo, y los impuestos, diques y otras infraestructuras para gestionar las inundaciones pueden fallar, como sucedió en Nueva Orleans (Estados Unidos) con el huracán Katrina en 2005.
El papel de los seguros en la gestión de las crecientes pérdidas también puede llegar a su límite si las tormentas devastadoras, las inundaciones y las sequías se vuelven más frecuentes, ya que ofrecer cobertura no tiene sentido para los negocios, dijeron los expertos.
Bajo el Acuerdo de París de 2015, para enfrentar el cambio climático, las naciones más ricas han prometido recaudar $100 mil millones al año en fondos a partir de 2020 para ayudar a las naciones más pobres a hacer frente a los impactos del cambio climático y adoptar energía limpia.
Los países también están trabajando para establecer un mecanismo internacional para hacer frente a las “pérdidas y daños” inevitables del cambio climático. Se espera que ese mecanismo sea un tema importante en las conversaciones sobre el clima de la ONU en Bonn (Alemania) en noviembre.
Sin embargo, la ayuda climática prometida podría no satisfacer las crecientes necesidades, particularmente con los principales donantes, como Estados Unidos, que se retracta de las promesas de financiamiento, dijeron los expertos.
Otro desafío es que la “financiación climática” se está definiendo de manera tan amplia que, en opinión de Rauch, “no todo el dinero está llegando a soluciones razonables”.
Este texto apareció originalmente en Thomson Reuters Foundation, puedes encontrar el original en inglés aquí.
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