Más de 16,000 científicos de 184 países han publicado una segunda advertencia a la humanidad, aconsejando que debemos cambiar nuestras prácticas para cuidar al planeta.
En 1992, un total de 1,700 científicos independientes firmaron la “Advertencia de los científicos del mundo a la humanidad“. La carta advirtió que “los seres humanos y el mundo natural están en curso de colisión” y que si el daño ambiental no se detenía, nuestro futuro estaba en riesgo.
Esa carta fue noticia hace 25 años, pero el mundo aún se enfrenta a enormes desafíos ambientales. Entonces, el científico ambientalista William Ripple y sus colegas decidieron crear una nueva carta. Desde que fue publicada en la revista BioScience, cientos de científicos han firmado la carta.
La carta esencialmente dice que si no hay una oleada de presión pública para cambiar el comportamiento humano, el planeta sufrirá un daño “sustancial e irreversible”.
“Esto no se trata de un fenómeno natural que se elimina de los humanos”, dijo Ripple, un distinguido profesor de ecología en la Universidad Estatal de Oregón (Estados Unidos). “Si no tenemos una biosfera saludable, como se llama, si seguimos teniendo problemas ambientales importantes y problemas de cambio climático, esto va directamente al bienestar de los seres humanos. Las personas deben entender que estamos tratando de salvarnos a nosotros mismos de una miseria catastrófica enorme”.
Aunque ha habido una gran cantidad de cambios positivos, los datos actuales muestran que muchos problemas ambientales se han empeorado desde que se escribió la última carta.
Desde 1970, las emisiones de dióxido de carbono han aumentado considerablemente, en aproximadamente un 90%. Aproximadamente el 78% de eso proviene de la quema de combustibles fósiles, como el uso del carbón para calentar nuestras casas y conducir automóviles que usan gas, y mediante procesos industriales básicos y actividad humana que representan la mayoría del aumento total de emisiones de gases de efecto invernadero desde 1970 a 2011, según la Agencia de Protección Ambiental (EPA).
Esa actividad humana ha ayudado a elevar la temperatura promedio global. Según la NASA, 2016 fue el año más cálido registrado. De hecho, los 10 años más cálidos en el récord de 136 años se han producido desde 1998, según los datos más recientes disponibles.
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Aunque la administración del presidente estadounidense Donald Trump ha dicho que los programas de cambio climático son una “pérdida de dinero” y que el cambio climático en sí es un “engaño costoso”, los datos sugieren que los aumentos de temperatura probablemente causarán escasez en los cultivos alimentarios del mundo. El clima será más dañino, con tormentas más intensas. Los niveles del mar aumentarán y amenazarán ciudades costeras como Miami y Nueva Orleans.
La nueva carta enumera los datos que muestran un aumento del 75% en el número de zonas muertas en el océano desde la publicación de la primera carta. Las zonas muertas son las áreas en los océanos, grandes lagos y ríos donde la vida marina muere o es alejada porque la zona carece de oxígeno suficiente.
Aunque las zonas muertas pueden ocurrir naturalmente, son creadas en gran parte por la contaminación excesiva de nutrientes de las actividades humanas como la contaminación agrícola e industrial, de acuerdo con el Servicio Nacional del Océano. Hay muchas a lo largo de la costa este de los Estados Unidos, en los Grandes Lagos, y la segunda más grande del mundo se encuentra en el norte del Golfo de México.
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Los científicos creen que hay al menos 405 zonas muertas en todo el mundo, incluidas las que están cerca de América del Sur, Japón, China y el sureste de Australia.
Eso no es solo una mala noticia para los peces que viven allí; son malas noticias para los humanos que comen pescado y otros mariscos que necesitan que los peces sobrevivan. La zona muerta en la bahía de Chesapeake, por ejemplo, que mide casi el volumen de 3.2 millones de piscinas de tamaño olímpico, resulta en la pérdida de decenas de millones de peces, que comen los humanos y cangrejos. También resulta una amenaza para las ostras, y es que el presupuesto del presidente Trump propone recortar los fondos de limpieza para la bahía de Chesapeake, los Grandes Lagos y otras masas de agua con zonas muertas.
El apetito por los peces aumenta, pero cada vez es más difícil atraparlos. Una revisión reciente de las pautas dietéticas de Estados Unidos instó a los estadounidenses a comer más pescado para la salud del corazón y el control del peso. Más personas han comenzado a ver los beneficios para la salud de la dieta mediterránea, que también enfatiza el pescado sobre la carne.
La industria pesquera ha aumentado sus esfuerzos, pero ha habido una gran disminución en la pesca de peces capturados en la naturaleza. De hecho, un estudio de 2006 encontró que todas las especies de mariscos silvestres podrían colapsar dentro de los próximos 50 años si no se hace más para proteger a estas poblaciones. Según el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE. UU., alrededor de 2,300 especies de peces están en peligro o amenazadas.
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En investigaciones anteriores, los científicos también predijeron que esta caída podría comprometer la necesidad de proteínas y micronutrientes de las personas, particularmente en las naciones en desarrollo. Actualmente, el 45% de las muertes entre los niños menores de 5 años se debe en gran medida a los problemas de salud causados por la desnutrición, según un estudio de 2013.
La Tierra ha visto una reducción del 26% en la cantidad de agua dulce disponible per cápita desde la carta de 1992. Si los esfuerzos de conservación y los niveles de contaminación de la industria no cambian, la UNESCO predice que el mundo enfrentará un déficit hídrico global del 40% para 2030.
El crecimiento de la población, la industrialización, la urbanización y un aumento en el consumo de agua han amenazado significativamente nuestras fuentes de agua dulce, según muestran las investigaciones. Actualmente, el 20% de los acuíferos del mundo están siendo sobreexplotados.
La inversión en infraestructura de agua ha aumentado globalmente y en los Estados Unidos, pero algunos científicos cuestionan si esa inversión será suficiente.
Entre 1990 y 2015, el mundo ha perdido 129 millones de hectáreas de tierras forestales, un área aproximadamente del tamaño de Sudáfrica.
La mayor parte de la deforestación se ha producido en áreas tropicales, pero EE. UU. también ha perdido importantes tierras forestales. Estudios han proyectado que, dado que el crecimiento de la población del país continúa como se predijo, la nación podría perder 50 millones de acres más para 2050.
Los árboles ayudan a limpiar el aire y el agua, proporcionan madera para la construcción, crean hábitats para los animales y ayudan a mitigar el impacto del cambio climático.
Sin embargo, hay algo de esperanza en lo que respecta a los bosques, ya que estudios han demostrado que la deforestación se ha desacelerado y que los bosques a nivel mundial se están gestionando de mejor manera, lo que sugiere que si los humanos se lo proponen, las tendencias ambientales negativas pueden cambiar.
Ha habido un aumento del 35% en la población humana desde la carta de 1992, poniendo una presión sobre la cantidad cada vez más limitada de recursos naturales disponibles. No se espera que esa tendencia cambie pronto.
Según las Naciones Unidas, las predicciones de varios investigadores indican que habrá cerca de 10 mil millones de personas viviendo en la Tierra para el año 2050. Gran parte del crecimiento de la población se producirá en países en desarrollo con la tasa de fecundidad más alta, pero también la seguridad alimentaria más baja.
Se ha visto progreso en lo que respecta a la desaceleración del crecimiento, en forma de una mayor educación para mujeres y niñas y esfuerzos concentrados de planificación familiar.
Ha habido una reducción colectiva de casi el 29% en el número de animales en el mundo desde la carta de 1992. Los científicos dicen que estamos viviendo en el sexto evento de extinción en masa, lo que significa que tres cuartas partes de todas las especies podrían desaparecer en los próximos siglos.
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Una publicación de 2017 también analizó un grupo bien estudiado de 177 especies de mamíferos y descubrió que todos ellos habían perdido al menos el 30% de su territorio entre 1900 y 2015; más del 40% de esas especies “experimentaron bajas poblacionales severas”, lo que significa que perdieron al menos el 80% de su rango geográfico durante ese tiempo.
En los últimos 25 años, el agotamiento del ozono es una tendencia positiva significativa.
Hubo una disminución constante en la capa de ozono de la Tierra, causada en parte por los gases liberados por aerosoles y refrigerantes, lo que reduce la capacidad de la capa de ozono para absorber la radiación ultravioleta.
Después de 1987, cuando los gobiernos del mundo se unieron para elaborar el Protocolo de Montreal de las Naciones Unidas, las emisiones de gases que agotan el ozono disminuyeron significativamente. Se espera que el ozono experimente una recuperación significativa a mediados de siglo.
El esfuerzo para ayudar al ozono es un ejemplo, dijo Ripple, que cuando las personas se reúnen para trabajar en algo, pueden tener un gran impacto. Eso es lo que espera que logre la nueva carta.
“Soy un optimista”, dijo. “Mi esperanza es que esta carta desencadene una conversación mundial sobre estas tendencias ambientales y climáticas y quizás, más fundamentalmente, que pueda sensibilizar a la gente sobre la gravedad de los problemas ambientales mundiales para que podamos unirnos. Es tan importante trabajar juntos como humanos para crear un futuro sostenible en la Tierra”.
Este texto apareció originalmente en CNN, puedes encontrar el original en inglés aquí.
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