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Según un nuevo estudio, la contaminación en forma de pequeñas partículas de aerosol, tan pequeñas que desde hace tiempo se han pasado por alto, puede tener un impacto significativo en el clima local, alimentando tormentas eléctricas con lluvias más intensas en áreas prístinas.
El estudio, publicado en la revista Science, encontró que en áreas húmedas y vírgenes como el Amazonas o el océano, la introducción de partículas de contaminación podría interactuar con nubes de tormenta y aumentar la cantidad de lluvia de una tormenta.
La investigación analizó la ciudad amazónica de Manaos, Brasil, un centro industrial de 2 millones de personas con un puerto principal en un lado y más de 1,600 kilómetros de bosque lluvioso en el otro. A medida que la ciudad creció, también lo hizo la industria de hollín y humo, dando a los investigadores un espacio de prueba ideal.
“Es una selva virgen”, dijo Jiwen Fan, un científica atmosférica del Laboratorio Nacional del Pacífico Noroeste (Estados Unidos) y autora principal del estudio.
“Pones una gran ciudad y la contaminación industrial introduce muchas partículas pequeñas, y eso está cambiando las tormentas allí”.
Fan y sus coautores observaron lo que sucede cuando las nubes de tormenta, llamadas nubes convectivas profundas, se llenan con partículas diminutas. Descubrieron que las partículas pequeñas se levantan más alto en las nubes y se transforman en gotas de nubes.
El área de gran superficie en la parte superior de las nubes puede sobresaturarse con la condensación, que puede más que duplicar la cantidad de lluvia esperada cuando la contaminación no está presente.
“Fortalece las tormentas de manera muy dramática”, dijo Fan, por un factor de 2.5, mostró la investigación.
Durante años, los investigadores descartaron en gran medida estas partículas más pequeñas, creyendo que eran tan pequeñas que no podían afectar significativamente la formación de nubes. En su lugar, se centraron en las partículas de aerosol más grandes, como el polvo y las partículas de biomasa, que tienen una influencia más clara sobre el clima.
Los investigadores utilizaron los datos del experimento Green Ocean Amazon de 2014/2015 para probar la teoría. En ese proyecto, el Departamento de Energía de Estados Unidos colaboró con socios de todo el mundo para estudiar los aerosoles y los ciclos de vida de las nubes en la selva tropical. Estableció cuatro sitios que rastrearon el aire a medida que se movía desde un entorno limpio, a través de la contaminación de Manaos, y más allá.
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Los investigadores tomaron los datos y los aplicaron a los modelos, encontrando un vínculo entre los contaminantes y un aumento en la precipitación en las tormentas más fuertes. Tormentas más grandes y lluvias más pesadas tienen implicaciones climáticas significativas, explicó Fan, porque las nubes más grandes pueden afectar la radiación solar y la precipitación provoca impactos inmediatos y a largo plazo en los ciclos del agua.
“Habría más agua en el río y en el subsuelo, y más agua se evaporaría en el aire”, dijo. “Este tipo de retroalimentación puede cambiar el clima en la región”.
Los efectos no son solo locales. El Amazonas es como “el motor de calefacción del globo”, dijo Fan, impulsando el ciclo global del agua y el clima. “Cuando algo cambia en los trópicos puede provocar cambios en todo el mundo”.
Johannes Quaas, un científico que estudia las interacciones entre aerosol y nubes en la Universidad de Leipzig (Alemania), calificó el estudio de “ciencia buena y de calidad”, pero también destacó que el impacto de los contaminantes diminutos solo se exploró en un entorno específico. “Es más pertinente para los trópicos profundos”, comentó.
Quaas, que no participó en el estudio, dijo que aunque la evidencia de modelado en el estudio es sólida, los datos merecen una mayor exploración, ya que podría interpretarse de diferentes maneras.
Fan dijo que ahora está interesada en ver otros tipos de tormentas, como las que ocurren en el centro de Estados Unidos, para ver cómo esos sistemas pueden ser afectados por las actividades humanas y los incendios forestales.
Este texto apareció originalmente en InsideClimate News, puedes encontrar el original en inglés aquí.
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