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Mil millones de personas no tienen acceso a la electricidad, lo que supone el 13% de la población mundial. Tres mil millones, el 40% de los habitantes del planeta, siguen cocinando con combustibles contaminantes (carbón o madera). Tan solo el 17.5% de toda la energía que se consume en el mundo es de origen renovable.
Estas son algunas de las conclusiones del estudio elaborado por la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), la División de Estadística de las Naciones Unidas (UNSD), el Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Compatibilizar el acceso mundial a la electricidad y, a la vez, que se genere con fuentes limpias. Es lo que el mundo fijó en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), una serie de metas para 2030. Estas cinco agencias internacionales han elaborado un amplio análisis de los avances del objetivo número siete, el que hace referencia a la energía.
“Es el examen más exhaustivo existente”, indicaron a través de un comunicado. Y las conclusiones del estudio no son buenas: “el mundo no está bien encaminado para el logro de las metas mundiales en materia de energía”.
Eso sí, estos cinco organismos también detectan “avances” en algunas áreas como el acceso a la electricidad en las áreas del planeta menos favorecidas o el incremento de la eficiencia energética.
Los datos del informe en el apartado de energías renovables corresponden al año 2015. Ese año, el 17.5% de toda la energía final consumida procedía de fuentes renovables. Pero solo el 9.6% corresponde a “fuentes modernas”, es decir, geotérmica, hidroeléctrica, solar y eólica. El 7.9% restante corresponde a la quema de leña y carbón vegetal.
La proyección que se realiza en el informe es que en 2030, ese porcentaje se eleve hasta el 21% (15% con fuentes modernas). Esta cifra queda “lejos del aumento sustancial que marcan las metas” de los ODS. IRENA, por ejemplo, ya ha advertido de que hace falta que en 2030 se llegue a una cuota del 36% si se quiere cumplir con los compromisos del Acuerdo de París, es decir, se necesita multiplicar por dos la capacidad actual.
La falta de acceso a la electricidad es un problema fundamentalmente rural. “Casi el 87% de los habitantes del mundo sin electricidad viven en zonas rurales”, detalló el informe, que recordó que el 13% de la población (concentrada en África y Asia central) sigue sin acceso a esta energía.
El informe resalta que se ha detectado una aceleración desde 2010 en el acceso a la electricidad. En 1990, por ejemplo, el 30% de la población mundial no tenía acceso. Aunque si se sigue al ritmo actual, “674 millones de personas seguirán viviendo sin electricidad en 2030”, frente a los mil millones de ahora.
Cada año alrededor de cuatro millones de personas fallecen en el mundo por la “contaminación del aire de los hogares derivada de la quema de biomasa para cocinar y generar calor”, resaltó el informe. El 40% de la población del planeta (3,000 millones de personas) “no tienen acceso a combustibles y tecnologías limpias para cocinar”, con lo que emplean carbón y leña. “Las mujeres y los niños están más expuestos” añadió el informe.
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Aunque en el estudio se detectan avances en algunas regiones, las cinco organizaciones internacionales advierten:
“De las cuatro metas relacionadas con la energía, las cocinas limpias siguen siendo el objetivo más rezagado, debido a la poca sensibilización de los consumidores, las deficiencias financieras, la lentitud de los avances tecnológicos y la falta de infraestructura para la producción y la distribución de combustible”.
En 2030, si no se cambia la tendencia, 2,300 millones de personas seguirán usando esos métodos tradicionales y contaminantes para cocinar. Este problema también está muy centrado en el África subsahariana y en Asia central.
El estudio resalta el desacoplamiento entre el uso de la energía y el crecimiento económico (lo que supone también desacoplar ese crecimiento de las emisiones contaminantes y de efecto invernadero). “El Producto Interno Bruto (PIB) mundial creció casi dos veces más rápido que el suministro de energía primaria” en el periodo comprendido entre 2010 y 2015, señaló el informe.
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Pero “los avances siguen siendo lentos” en los países menos desarrollados. En todo el mundo, “la intensidad energética (la proporción de energía usada por unidad del PIB) disminuyó a un ritmo acelerado del 2.8 % en 2015, la caída más rápida desde 2010”. En el periodo comprendido entre 2010 y 2015, el descenso anual de la intensidad energética fue del 2.2%. El estudio resalta que se tiene que llegar a un descenso anual del 2.6% para cumplir con los ODS en 2030.
Este texto apareció originalmente en el diario El País, puedes encontrar el original aquí.
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