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El carbono azul ha cobrado relevancia desde hace tres años y es una de las razones para proteger ecosistemas costeros dada su capacidad para mitigar el cambio climático absorbiendo grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2).
Se le llama carbono azul al carbono orgánico capturado por los ecosistemas costeros, especialmente a través de los pastos marinos, las marismas y los manglares, estimándose que estos últimos captan hasta cinco veces más cantidad que una selva tropical.
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“En su momento se consideró a los bosques y a las selvas húmedas como ideales para la captura de carbono, pero los estudios recientes demuestran que justo son los ecosistemas costeros los que tienen una mayor capacidad tanto de almacenar como de resguardar el carbono”, aseguró a EFEverde la bióloga y experta en ecología marina Tannia Fausto.
La responsable de humedales y cambio climático en la ONG Costa Salvaje consideró el tema como “novedoso” y con potencial para, a futuro, generar bonos de carbono como hoy día ya se hace con los bosques.
Por ello, Costa Salvaje lleva a cabo una estrategia con el apoyo de dos organismos mexicanos, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) denominada “Acuerdos de Destino”.
“Lo que buscamos con esta estrategia es identificar estas porciones de ambientes costeros que sean de relevancia ecológica, solicitarlas como acuerdo de destino y con ello establecer la estrategia del carbono azul, que es cuantificar cuánto CO2 contienen los manglares”, abundó Fausto.
Para hacer esto, los especialistas, en colaboración con el Australian Rivers Institute (ARI) toman núcleos de sedimento ubicados en el suelo, a una profundidad de aproximadamente un metro bajo las faldas del manglar.
Después, las muestras son llevadas a laboratorio y ahí se cuantifica cuánto carbono tiene.
La bióloga egresada del Instituto Politécnico Nacional (IPN) indicó que esto se ha realizado hasta la fecha en la península de Baja California y aseguró que, a futuro, el plan es “plantear la certificación de bonos de carbono”.
Los bonos de carbono son una herramienta económica creada dentro del Protocolo de Kioto, y que busca crear un aliciente para las empresas y entidades gubernamentales a la hora de descontaminar el planeta pues, al adquirir estos bonos, reducen sus emisiones de carbono y promueven proyectos como la reforestación y la preservación, entre otras medidas.
La idea de introducir la protección de ecosistemas costeros resultaría ideal dada su poderosa capacidad de captación y otros beneficios que brindan al planeta.
En entrevista con EFEverde, la experta en química de la atmósfera y el carbono negro del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Xochitl Cruz mencionó algunos de estos beneficios.
Destacó la purificación del agua, el dar hábitat a numerosas especies, “tanto con importancia económica como sin ella”, y la capacidad para evitar la erosión de las playas.
“Generan un sistema fuerte que evita que la playa pierda los nutrientes y estos se vayan hacia el mar, apoyan el sustento de las pesquerías, al ser considerados como “los hospitales donde nacen las especies marinas” y son motores de la economía porque además son destinos turísticos”, agregó.
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Los beneficios para el planeta que brindan estos ecosistemas, a su juicio, deberían servir para crear una regulación sólida que “todavía no existe”.
“No hay una regulación al respecto, está la protección de las especies en peligro pero una protección para los ecosistemas costeros para mitigar los efectos del cambio climático todavía no la hay”, lamentó.
Este texto apareció originalmente en EfeVerde, puedes encontrar el original aquí.
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