La ciencia del clima aún no ha llegado a ciertos países
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- Traducido por Mónica Morales - Fuente The Atlantic - Foto por Ken Treloar / Unsplash
Es fácil hablar sobre cómo el cambio climático alterará la superficie de la Tierra en el próximo siglo. Elevará los niveles del mar, inundará las ciudades y provocará sequías. Como lo muestra el nuevo informe de las Naciones Unidas, las décadas de la ciencia del clima han hecho que los peligros mundiales del calentamiento provocado por el hombre no sean confusos.
Sin embargo, es mucho más difícil hablar sobre cómo se llevarán a cabo estos cambios a nivel local. No habrá dos lugares que experimenten el cambio climático de la misma forma: las costas de Borneo y las costas de Gran Bretaña verán cómo la tierra y el clima se transforman de maneras muy diferentes. Solo que las personas que viven en el Reino Unido tienen una idea mucho mejor de cómo serán esos cambios.
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Eso, digamos que es una “brecha de datos” de la ciencia del clima. Al estudiar el clima de la Tierra, los investigadores deben entender el pasado antes de que puedan entender el futuro. Pero los científicos simplemente no tienen los datos que necesitan, especialmente el tipo de observaciones profundas a largo plazo que pueden ubicar el clima actual en contexto, para entender ese pasado.
Métodos y documentación
Por ejemplo, en 2015, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC) proyectó cómo el cambio climático afectaría los valores de temperatura y precipitación en cada continente.
En África, Asia y América del Sur, calificó a más del 40% de sus predicciones como de “baja confianza”. En Europa y Australia, solo un 12% de sus proyecciones eran de poca confianza.
“Si tomara los 8,000 estudios relacionados con el cambio climático en Asia y los 3,000 para Australia y Nueva Zelanda, y si hiciera publicaciones por persona (que viven en esos lugares), obviamente el número se vería completamente diferente”, explicó Katharine Mach, investigadora climática en la Universidad de Stanford y una de las autoras del reporte del IPCC.
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Al menos 60 años de datos podrían ser necesarios para obtener observaciones significativas sobre la temperatura o las tendencias de precipitación, dice Edvin Aldrian, un científico del clima para el gobierno indonesio que actualmente se encuentra en el IPCC.
Aldrian comentó que los métodos del IPCC requerían una buena base de datos históricos sobre un país. Sin una comprensión sólida de la ciencia básica, se hace difícil proponer estrategias efectivas para las comunidades que enfrentan las consecuencias del cambio climático.
También es más difícil entender lo que está sucediendo ahora. En gran parte del Norte, los investigadores ya están documentando cambios que parecen estar influenciados por el cambio climático. La mayoría de las regiones de América del Norte y Europa han experimentado un aumento documentado en los días calurosos y una disminución en los días más fríos desde la década de 1950.
Contexto histórico
Según estos datos, los modelos climáticos pueden predecir con gran confianza que los países del norte de Europa “muy probablemente” verán un aumento en los días calurosos en el futuro, junto con una precipitación más intensa en los meses de invierno, y tal vez no experimentarán cambios importantes en condiciones de sequía.
Pero, para África, Asia y Sudamérica, esos pronósticos no son posibles. Por ejemplo, para el este de África, no hay suficiente información científica para describir cómo las temperaturas y precipitaciones han cambiado desde 1950.
Lo que sucede es que la mayoría de los estudios analizados o evaluados por el IPCC se referían a América del Norte y Europa. El informe resumió más de 10,000 estudios sobre Europa, pero solo 2,982 sobre África.
Los modelos del IPCC extrapolan y completan todas las áreas del mundo con predicciones de cambios en la precipitación y la temperatura, comentó Mach. Pero tales conclusiones no son precisas para regiones con poca información.
Y es que el catálogo de lugares que sufren lo peor de la brecha de datos climáticos no es completamente arbitrario. A pesar de compartir una historia de colonización por parte de los europeos, por ejemplo, el subcontinente indio tiende a tener mejores registros que África.
“Le importaba, al imperio británico, que tuvieran buenos datos” dijo Amir Jina, un economista ambiental y de desarrollo (de la India) en la Universidad de Chicago. “Debido a que los productos agrícolas eran un componente grande en los ingresos de la colonia, los datos climáticos eran muy importantes. Así que los británicos pusieron en marcha una infraestructura de recopilación de datos en sus colonias”.
“Para muchos lugares en el África subsahariana, la historia es diferente”, explicó Jina. “Parte del continente fue colonizado durante la lucha por África, y por eso era importante que los funcionarios coloniales supieran dónde estaba el oro o las minas para extraerlo”, pero no tanto para monitorear las fluctuaciones del clima.
Punto económico
Otro punto importante, la recopilación de datos es costosa, especialmente si el país carece de recursos financieros e institucionales, agregó Jina. En algunos casos, los avances tecnológicos y los proyectos científicos internacionales pueden compensar las brechas históricas en los datos climáticos y la infraestructura para recopilarlos.
Pero, aun así, los científicos del clima no tienen acceso a la información automáticamente. Tal es el caso de los Himalayas. En 2012, un biólogo de conservación en la Universidad de Massachusetts en Boston, Kamal Bawa, utilizó imágenes satelitales para rastrear cambios en los patrones de temperatura, lluvia y vegetación en la región.
El estudio fue uno de los primeros análisis climáticos a gran escala para la región, y afirma que los Himalayas ya han experimentado un promedio de calentamiento de 1.5°C en los últimos 25 años.
Solo que les resultó difícil, ya que navegar por la política de las montañas, que se extienden a lo largo de Pakistán, India, Nepal y China, es costoso. Y hubo una falta de fondos, recursos institucionales y atención internacional.
En sí, la mejor información también puede provenir de preguntas que se les hacen a los nativos. Para un estudio de 2011, Bawa y otros científicos evaluaron cómo los aldeanos locales entendían los cambios en los patrones climáticos y vegetación.
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Para otros casos, los científicos sólo han tenido que estimar. Jina y un equipo de investigadores de la Universidad de Chicago publicaron recientemente un artículo que modela las muertes relacionadas con el calor en futuros escenarios climáticos.
Primero, el equipo compiló uno de los conjuntos de datos más completos hasta la fecha sobre la mortalidad, el cual cubre el 56% de la población mundial. Pero eso provocó que el otro 44% se llenara con un modelo de supercomputadora.
“Hay cosas que son muy fáciles de medir por razones sociales e históricas y otras razones, pero como investigadores, no estamos haciendo tan bien la medición de cosas nuevas y lugares nuevos. Ese es un problema incrustado en la ciencia y en la historia, pero generalmente se trata de las personas más vulnerables que se eliminan de todo el conocimiento que estamos generando. Y creo que es un problema enorme”, concluyó Jina.
Este texto apareció originalmente en The Atlantic, puedes encontrar el original aquí.