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Una nueva investigación ha encontrado que la exposición temprana a la contaminación del aire aumenta el riesgo de que los niños se vuelvan obesos.
Científicos descubrieron que los altos niveles de dióxido de nitrógeno, que emiten los motores diésel, en el primer año de vida llevaron a un aumento de peso significativamente más rápido. Otros contaminantes producidos por el tráfico también se han relacionado con la obesidad en los niños en estudios recientes.
La contaminación por dióxido de nitrógeno, al igual que en muchas ciudades en el mundo, se encuentra en niveles ilegales en la mayoría de las áreas urbanas en el Reino Unido y el gobierno ha perdido tres veces en el tribunal supremo por la insuficiencia de sus planes.
“Instaríamos a los padres a ser conscientes de dónde pasan tiempo sus niños pequeños, especialmente considerando si esas áreas están cerca de las carreteras principales”, dijo Jeniffer Kim, de la Universidad del Sur de California, quien dirigió la nueva investigación.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) reveló que el 90% de los niños del mundo respiran aire inseguro, una situación descrita como “inexcusable” por el jefe de la OMS. La preocupación por el impacto del aire tóxico en la salud de los niños está aumentando a medida que las investigaciones revelan graves daños a largo plazo en su salud física y mental.
Un estudio reciente encontró que el aire tóxico aumenta significativamente el riesgo de bajo peso al nacer, lo que lleva a un daño a la salud de por vida. También se ha relacionado la contaminación del aire con defectos de nacimiento, muerte súbita del lactante y la primera evidencia directa de partículas de contaminación en las placentas de las madres.
La investigación, publicada en la revista Environmental Health, siguió a 2,318 niños en el sur de California y se basó en un trabajo anterior que identificó la contaminación del tráfico como un factor de riesgo importante para el desarrollo de la obesidad en los niños.
Se investigó el impacto de la contaminación del aire en las carreteras principales con mucho tráfico, donde los camiones diésel son comunes, en el crucial primer año de vida. Encontraron que a la edad de 10 años, los niños que sufrían una exposición temprana alta eran casi 1 kg más pesados en promedio a los niños con una exposición baja.
Científicos tomaron en cuenta otros factores, como el género, el origen étnico y la educación de los padres, y piensan que es poco probable que las variaciones en la dieta puedan explicar el fuerte vínculo encontrado.
“Nuestro estudio sugiere que la vida temprana puede representar una ventana crítica de exposición donde el aumento de la contaminación del aire puede resultar en un mayor riesgo de trayectorias de mayor peso infantil, lo que a su vez puede conducir a la obesidad infantil”, concluyeron los investigadores.
Otros contaminantes emitidos por los vehículos también se han relacionado con la obesidad infantil. Un estudio de 2017 en Boston implicó contaminación por partículas, mientras que un estudio de 2012 en la ciudad de Nueva York encontró lo mismo para los niños expuestos a hidrocarburos poliaromáticos mientras estaban en el útero.
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No se logró examinar cómo la contaminación del aire afecta el aumento de peso en los niños, pero Kim dijo que la inflamación era una posibilidad:
“El pensamiento más común es la inflamación de los sistemas corporales; el cerebro que regula el apetito y los cambios en el metabolismo de las grasas”.
“Este estudio que muestra una asociación entre el aumento de la masa corporal en los niños y la exposición a la contaminación del aire en las carreteras es importante, ya que es compatible con estudios anteriores que muestran una asociación entre la diabetes tipo 2 y la contaminación del aire en adultos”, dijo el profesor Jonathan Grigg, de la Universidad Queen Mary de Londres.
“Sin embargo, se necesita más investigación para explicar cómo las toxinas inhaladas en los pulmones afectan a las células grasas en todo el cuerpo”, dijo. En experimentos con ratones, se ha demostrado que la inflamación del cerebro causada por la contaminación del aire produce un exceso de comida inducida por la ansiedad.
Este texto apareció originalmente en The Guardian, puedes encontrar el original en inglés aquí.
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