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Frente al Cristo de madera de la capilla del hospital de La Paz, en el oeste de Honduras, las enfermeras colocan cajas de cartón para almacenar las historias clínicas de las decenas de pacientes con dengue que desbordan el centro.
En la misma sala, diez mujeres con dolores en los huesos y vómitos yacen en camas apiladas y cubiertas por mosquiteros azules y rosados para protegerlas de más picadas de mosquito, mientras se hidratan constantemente.
El ingreso masivo de infectados ha colapsado 26 hospitales públicos de Honduras, en lo que las autoridades sanitarias califican como la peor emergencia de los últimos 50 años por este virus. En lo que va del año, 28,000 personas se han contagiado, 54 de las cuales han muerto, la mayoría niños.
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“De los 32 hospitales públicos que hay en Honduras, 26 están colapsados”, dijo a la AFP la portavoz del ministerio de Salud, Jessenia Herculano.
En otras tres salas, 26 niños en estado delicado de entre dos y 14 años, la población más vulnerable al dengue, están conectados a bolsas de suero bajo la mirada preocupada de sus padres.
Una de las más graves es Crista Alexandra Pineda, de siete años, quien está al cuidado de su abuela, Josefina Velásquez, de 59. Tiene un esparadrapo pegado en la nariz para contener la hemorragia con la que ingresó al hospital.
“Los niños no están fuera de peligro aún”, lamenta una enfermera que recorre el pasillo supervisando a cada uno de ellos.
Las enfermeras corren de un lado a otro para atender a los pacientes que atiborran seis de las ocho salas del hospital y los pasillos, donde instalaron catres de campaña ante la avalancha de enfermos.
“Estamos colapsados, tuvimos que habilitar hasta la capilla, los pasillos y suspender las intervenciones quirúrgicas selectivas” por la emergencia, dice a la AFP el portavoz del hospital, Marco Antonio Rodas. “En 20 años que tengo de estar aquí no había visto algo igual”.
La última semana, los pacientes pasaron de 53 a 78, cuenta Rodas. Los más graves han sido trasladados en ambulancias al Hospital Escuela de la capital, donde ya fallecieron dos de ellos. El vocero no descarta que tengan que acondicionar también escuelas porque a cada instante están entrando y entrando más y más.
Marta Zoila López, de 58 años, relata a la AFP que el domingo estaba en la comunidad de Guajiquiro, próxima a La Paz, cuando comenzó a sentir los síntomas.
“Me empezó un dolor de estómago, dolor de cabeza y en los huesos, vómito y hemorragia en la nariz y las encías”, cuenta. De inmediato fue llevada al hospital donde, según las enfermeras, aún sigue en estado delicado.
Los alcaldes de los 298 municipios del país llegaron el lunes a Tegucigalpa convocados por presidente, Juan Orlando Hernández, quien anunció un fondo especial para el combate del vector.
Lo único efectivo para frenar la enfermedad “es destruir el criadero del zancudo (Aedes aegypti) y eso lo tenemos que hacer cada uno de nosotros en nuestras casas, en el lugar de trabajo y de igual manera en todas las áreas públicas”, instó el mandatario.
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Hernández anunció que el sábado habrá “una movilización masiva” para destruir criaderos en la que se han comprometido a participar iglesias, medios de comunicación y patronatos.
No obstante, el trabajo de las brigadas de salud que se desplazan fumigando veneno y destruyendo los criaderos en aguas estancadas se ha mostrado insuficiente, porque la enfermedad sigue avanzando. Las autoridades reconocen que la temporada de lluvias que está por comenzar puede agudizar la proliferación del insecto.
Entre las otras causas por las que esta epidemia está ocurriendo es debido a los cambios drásticos de temperatura que el cambio climático ha provocado. Los climas cálidos tienden a acelerar la propagación de enfermedades como el Zika, Chinkungunya y Dengue, ya que los insectos que transportan estos virus, tienden a proliferar en el calor.
Este texto apareció originalmente en Estrategia y Negocios, puedes ver el original aquí.
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