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Latinoamérica fue escenario de 1.2 millones de nuevos desplazamientos forzados en solo un año, que se dividieron de forma casi idéntica entre los causados por desastres naturales y por situaciones violentas que forzaron a la gente a abandonar los lugares donde vivían.
El Observatorio de Desplazamiento Interno (IDMC), una organización civil que forma parte del Consejo Noruego de Refugiados, publicó este su informe anual sobre 2019, que ofrece una panorámica alarmante sobre la situación en Latinoamérica, donde un desplazado por una catástrofe natural tiene muchas más probabilidad de retorno que un desplazado por violencia.
Así lo prueba el hecho de que a finales del pasado año el número de personas que seguían desplazadas por desastres en todos los países latinoamericanos era de 156,000, mientras que aquellos que lo fueron por violencia o conflicto era de 6.5 millones.
A nivel mundial, el fenómeno del desplazamiento volvió a romper un trágico récord, con un acumulado de 50.8 millones de víctimas en la actualidad.
En una entrevista con EFEverde, la directora del Observatorio, Alexandra Bilak, dijo que los dos epicentros mundiales de desplazamientos por conflictos son África subsahariana y Oriente Medio, pero que su entidad ha documentado nuevas olas de desplazamiento forzado en Centroamérica y Sudamérica.
En esta región, uno de los mayores desafíos es la escasez de datos, “por lo que asumimos que el desplazamiento forzado que reportamos está por debajo de la realidad”.
En Brasil, el principal factor de desplazamiento fueron las inundaciones y deslizamientos de tierra, aunque las sequías y erosiones costeras en otras partes de este inmenso país también fueron documentadas, todo lo cual provocó 295,000 nuevos desplazamientos.
Sin embargo, el informe reconoce que se desconoce el impacto de los incendios en la Amazonía y a cuántas personas habría obligado a abandonar sus áreas de vida, aunque todo indica que “las comunidades indígenas fueron duramente afectadas por el fuego”.
También se reportaron desplazamientos forzados en 2019 por desastres naturales en Perú (10,000), Bolivia (77,0000), Paraguay (54,000), Argentina (23,000) y Uruguay (22,000).
Según el informe que acaba de hacerse público, las acciones de grupos paramilitares, carteles de la droga y grupos de autodefensa causaron 7,000 nuevos desplazamientos en México solo en 2019, pero se sabe que esta cifra está subestimada. La dificultad de entender la situación se hace mayor debido a que México carece de un registro oficial de desplazados internos.
Guatemala, Honduras y El Salvador, donde el desplazamiento interno es un problema agudo, firmaron un acuerdo con Estados Unidos que impide que las personas que se dirigen a este país pidan asilo allí si antes no lo han hecho en alguno de los tres primeros países.
Eso significa que una persona podría ser devuelta al país del que ha escapado justamente por la violencia, lo que no le da más opción que continuar su vida como desplazado interno.
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La situación mas dramática se registró en El Salvador, donde sólo el año pasado hubo 454,000 nuevos casos y los principales motivos fueron amenazas, extorsión y asesinatos por parte de bandas criminales.
Un dato decepcionante es el de Colombia, donde el desplazamiento interno continuó produciéndose al mismo ritmo que en años anteriores (139,000 en 2019, frente a 145,000 en 2018 y 139,000 en 2017), a pesar del acuerdo de paz suscrito entre el gobierno y las FARC en 2016.
Por el lado de los desastres, las inundaciones provocaron 35,000 desplazados adicionales.
Bilak sostuvo que el aspecto positivo es que Colombia figura como el país más riguroso de Latinoamérica a la hora de registrar a los desplazados, por lo que las cifras reflejan la realidad.
La gran pregunta que no tiene respuesta por ahora es lo que está sucediendo en Venezuela, ya que no hay cifras oficiales ni organizaciones locales que recojan datos sobre el desplazamiento interno que sin duda está ocurriendo ante la crisis general.
“Es muy difícil creer que no hay desplazados que requieren protección y asistencia en Venezuela”, sostuvo Biskal.
Este texto apareció originalmente en EfeVerde, puedes ver el original aquí.
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