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Es el agujero número 17 que aparece en Siberia y se forman a raíz de una explosión de metano, retenido en el permafrost descongelado.
Un equipo de televisión ruso, que sobrevolaba la península de Yamal, observó un agujero muy grande en la tierra. Aunque viendo las imágenes nos pueda parecer algo extraordinario, de hecho este es el agujero número 17 que se registra en Siberia. El nuevo agujero o embudo recién formado es el último que se ha visto en el norte de Siberia desde que el fenómeno se registró por primera vez en 2014.
Después de que el equipo de televisión de Vesti Yamal TV anunciara su existencia, un grupo de científicos realizó una expedición para examinar el gran cráter cilíndrico. Estos determinaron que tiene una profundidad de hasta 50 metros.
Este tipo de cráteres se llaman hidrolacolitos o bulgunnyakhs y son causados por la acumulación de gas metano en bolsas de permafrost descongelado debajo de la superficie.
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Este es uno de los agujeros más impresionantes que han aparecido en los últimos años a medida que el permafrost se derrite, supuestamente por culpa del calentamiento global.
“Se trata de un agujero sorprendente por su tamaño y grandeza. Estas son las fuerzas colosales de la naturaleza que crean tales objetos”, comenta el Dr. Evgeny Chuvilin, Investigador líder del Instituto de Ciencia y Tecnología de Skolkovo
Este nuevo agujero, que se ha abierto en la tundra, es uno de los más grandes que han aparecido de forma repentina, durante los últimos años, a medida que la capa de suelo congelada permafrost se ha ido derritiendo.
El profesor Vasily Bogoyavlensky, del Instituto Ruso de Investigación de Petróleo y Gas en Moscú, revela que este agujero es “único, contiene mucha información científica adicional, que aún no estoy listo para divulgar. Este es un tema de publicaciones científicas. Tenemos que analizar todo esto y construir modelos tridimensionales”.
Según los expertos, estos cráteres aparecen porque se forman cavidades saturadas de gas en el permafrost. En un sentido literal, un espacio vacío lleno de gas a alta presión. La capa de cobertura se distiende, cuyo espesor es de 5 a 10 metros aproximadamente.
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Bogoyavlensky afirma que las actividades humanas, como la extracción de gas de las vastas reservas de Yamal, podrían ser un factor en la aparición de montículos y las erupciones, como las que han formado estos enormes agujeros.
Esta situación ha alarmado sobre el riesgo de desastres ecológicos si estos agujeros se siguen abriendo cerca de gasoductos, instalaciones de producción o en áreas residenciales, mismos que podrían poner en riesgo a los habitantes de la zona.
“En varias áreas, los montículos, como vemos tanto en los datos satelitales como con nuestros propios ojos durante las inspecciones de helicópteros, literalmente apuntalan las tuberías de gas”, asegura Bogoyavlensky.
Este texto apareció originalmente en La Vanguardia, puedes ver el original aquí.
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