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Por Robert Nasi, director general de CIFOR y Tony Simons, director general de ICRAF
La investigación realizada por CIFOR-ICRAF y otros ha demostrado que los árboles en bosques y campos de cultivo no solo secuestran grandes cantidades de carbono, sino que también proporcionan alimentos y material para agricultores y silvicultores, renuevan la fertilidad de los suelos y su estabilidad, protegen las cuencas hidrográficas para los consumidores aguas abajo; y que cumplen un rol decisivo en el ciclo del agua de nuestro planeta.
Por eso ahora, cuando nos enfrentamos a una emergencia climática, la comunidad mundial necesita, con urgencia, hacer mejores esfuerzos para volver a conectar la prosperidad humana y la resiliencia del ecosistema a los bosques y la agricultura.
Entonces, ¿cómo llegamos allá?
El mundo necesita asociaciones científicas, de desarrollo, comerciales y financieras transformadoras para llevar a cabo los cambios a gran escala necesarios y alcanzar los objetivos globales que se trabajaron tan onerosamente a lo largo de los años.
Y hay cinco áreas donde se pueden realizar inversiones para vigorizar las funciones de los ecosistemas degradados. Esto ayudará a proteger, expandir y valorar a los bosques y su biodiversidad, transformar la agricultura en sistemas perennes y construir cadenas de valor sostenibles, con el apoyo combinado de los gobiernos y el sector privado para hacer la transición a economías sostenibles.
Primero: una transición financiada
Esto requiere un compromiso firme de la comunidad global. No es una tema de escasez de dinero. Las estimaciones indican que los gobiernos gastan $1.8 billones al año en costos militares y más de $5 billones en subsidios a combustibles fósiles, pero solo alrededor de $50 billones en restauración de paisajes.
Necesitamos reajustar nuestras prioridades.
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La inversión necesaria para revertir la degradación de la tierra en todo el mundo para cumplir con el objetivo de la NYDF es de $830 mil millones, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Restaurar los 350 millones de hectáreas prometidas por las naciones para el Desafío de Bonn, un compromiso lanzado durante las conversaciones climáticas de la ONU en 2014 se estima en $360 mil millones.
Como lo destacaron los participantes del Global Landscapes Forum en Luxemburgo, el pasado noviembre, impulsar la inversión requiere ampliar la definición de “riqueza” para incluir activos naturales y sociales, una colaboración significativa entre los sectores público y privado, y un cambio sistemático en las cadenas de suministro y los sistemas financieros mundiales.
Segundo: la agricultura
Debe estar fuertemente conectada a las soluciones climáticas. Los sectores de la agricultura, la forestería y otros usos de la tierra son responsables de poco menos de una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por el hombre, principalmente a causa de la deforestación y otras fuentes agrícolas como la gestión de la ganadería, el suelo y los nutrientes.
Sin embargo, la agroforestería, si se define por una cubierta de árboles de más del 10% en tierras agrícolas, está muy extendida: se encuentra en más del 43% de todas las tierras agrícolas a nivel mundial, donde vive el 30% de las poblaciones rurales, lo que representa más de mil millones de hectáreas de tierra y más a 1.5 mil millones de personas.
Tanto en el área como en la diversidad de especies deben expandirse para ayudar a los países a cumplir con las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC), objetivos bajo el Acuerdo de París de las Naciones Unidas sobre el cambio climático destinados a reducir el calentamiento global, mejorar los medios de vida, mejorar la seguridad alimentaria y perpetuar la agricultura, quitando la presión sobre los bosques naturales.
Tercero: los manglares y turberas
Los ecosistemas de manglares son reconocidos por su capacidad de almacenar grandes cantidades de carbono y por proteger las costas de la erosión causada por la actividad oceánica. También proporcionan un amortiguador al capturar sedimentos con alto contenido de carbono orgánico, que pueden acumularse en conjunto con el aumento del nivel del mar, según los resultados de una investigación realizada por científicos de CIFOR.
Al igual que los manglares, las turberas tienen un papel tremendo que desempeñar para mitigar el impacto del cambio climático, pero están bajo una gran amenaza en muchos países, tanto en el Norte como en el Sur.
Formadas a lo largo de miles de años a partir de escombros de vegetación cargados de agua, el 15% de las turberas, según reportes de Wetlands International, se han drenado para la agricultura, la forestería comercial y la extracción de combustible.
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Y cuando las tuberas se drenan, se oxidan y se libera carbono a la atmósfera, agravando el calentamiento global.
Un tercio del carbono del suelo del mundo y el 10% del agua dulce en todo el mundo se almacenan en las turberas, según el International Mire Conservation Group y la Sociedad Internacional de Turberas. Por ello, cualquier programa destinado a recuperar bosques y paisajes debe garantizar que las turberas estén protegidas, rehumedecidas y restauradas.
Cuarto: restauración de paisajes
En algunos cálculos de hasta $30 por cada dólar invertido, pero las inversiones en restauración hasta ahora han sido escasas.
Los pasos importantes hacia esta inversión transformadora incluyen la colaboración entre financiadores públicos y privados, reducir el riesgo y la incertidumbre para los inversores, desarrollar mejores medidas para la salud del paisaje y crear un inventario de tecnologías, métodos y conocimientos que se puedan ser ampliados escala.
Quinto: diversidad biológica
Para elegir el ejemplo más obvio, los cultivos alimentarios son plantas que dependen de los polinizadores para florecer y dar fruto. El valor de estos cultivos es de casi $600 mil millones anuales.
La gran mayoría de los polinizadores son silvestres, incluidas unas 20,000 especies de abejas, que dependen de ecosistemas intactos, diversos y saludables. Es probable que los insectos constituyan la mayor parte de la pérdida futura de biodiversidad: hasta el 40% de todas las especies de invertebrados enfrentan peligro de extinción.
La integración de una mayor cantidad y número de árboles, arbustos y otras especies en las granjas proporcionará el hábitat, los polinizadores, los depredadores naturales y las fuentes de alimentos e ingresos.
Sabemos que las soluciones necesarias para salvar los bosques de la Tierra contemplan la restauración forestal y comprendemos cada vez más las implicaciones del fracaso. La plantación de árboles ha inspirado a muchos a tomar medidas para proteger y rehabilitar nuestros bosques. Lo que se necesita ahora es el compromiso financiero para que esto suceda, y para que suceda rápidamente.
Este texto apareció originalmente en Cifor, puedes ver el original aquí.
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